Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
Información General

.

Colchón de lana vs somier

Colchón de lana vs somier

Una vez escuché a mis padres conversar sobre la necesidad de renovar los colchones, que eran todos de lana.


Amalia Doello Verme (*)

 

Al correr de los días se fue armando un movimiento para saber por cual empezar, lo primero fue contactarse con el señor conocido por mí papá, que era un renombrado colchonero, el señor Peralta.

Fue entonces que una tarde apareció este señor y comenzaron a organizar día y hora en que vendría a hacer el trabajo solicitado. Dejo una lista de materiales que necesitaba para tal fin: diez metros de cotín, que era una tela rústica pero muy fuerte, estampada o rayada a gusto del comprador; veinte kilos de lana lavada o también se podría reutilizar la que estaba en el colchón a renovar. Pero él aconsejaba que si era nueva era mejor, así sería completa la renovación.

Cuando los materiales estuvieron listos se le avisó al señor que podía venir cuando él pudiera.  Al otro día apareció y se llevó la tela y las medidas exactas del colchón para cortar en su casa y coser en su máquina lo que sería el nuevo y reluciente colchón.

El aspecto de este señor era el de un hombre bonachón, muy amable, que llegaba en una bicicleta cuyo manubrio era altísimo, silbando un tango y como disfrutando del trabajo que iba a comenzar.

En el primer viaje que hizo con su bicicleta trajo una madera articulada que colocó arriba de una mesa larga que por suerte había en mi casa, en el segundo viaje trajo una máquina rudimentaria pero extremadamente útil que nosotros nunca habíamos visto, se trataba de una cardadora.

Con ella se “abría” la lana que iba cayendo en una gran lona para que no se ensuciara,

dicha máquina estaba formada por un banquito donde él se sentaba y en el otro extremo estaban dos planchas, una muy fija con clavos doblados colocados a cierta distancia uno del otro, que miraban hacia atrás; y otra plancha que era la que se movía con clavos que miraban hacia adelante. Era como una mata de clavos muy peligrosa pero efectiva, que solamente manos expertas podían usar sin lastimarse.

La tarea que parecía tan simple era bastante compleja y le tomó toda la tarde terminar de abril la lana la cual fue colocada en la galería de la casa para continuar al otro día con el procedimiento.

Así fue como al otro día a primera hora de la tarde volvió el señor colchonero y extendió sobre la mesa el cotín para comenzar a rellenarlo con la lana preparada. La curiosidad no nos dejaba alejarnos de la mesa para no perder detalle de esta actividad, el señor nos decía bromas y nos iba mostrando los elementos que utilizaba, para darle forma al contenido de lo que al principio era una bolsa. Utilizaba un elemento de cuero que se ponía en el dedo para empujar la aguja y no lastimarse, en el bolsillo del delantal tenía un ovillo de piola encerada, una tijera con una vaina de cuero que impedía que alguien se lastimara.

Verdaderamente era un señor muy cuidadoso con sus herramientas por eso era digno de ser recomendado.

Mi padre compartía unos amargos y conversaban de historias y experiencias personales y gustos particulares que tenía cada uno.

El colchonero era simpatizante de la pesca, aunque recientemente me acabo de enterar de que era un eximio futbolista.

La charla no impedía que esté señor manejara con habilidad increíble las agujas que eran como de veinte centímetros y un ojo enorme en la punta terminaba como aplastado para permitir que con habilidad y destreza fuera trayendo lana desde adentro hacia los bordes y así iban apareciendo los hermosos ribetes que darían paso a las tres dimensiones: largo, ancho y alto.

Una vez concluida esta parte, con una madera larga acomodaba la lana en el interior y comenzaba a colocar los botoncitos que impedían que la lana se moviera.

Finalmente cosía la boca del colchón y terminaba así su delicada y laboriosa tarea.

Este relato lo realizó a modo de homenaje a este oficio que se fue desdibujando con la aparición de nuevos materiales y ahora dormimos en un somier.

Como dato curioso les quería contar que actualmente en casa tenemos una de estas preciadas reliquias en la galería.

 

(*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.

    ComentariosDebés iniciar sesión para poder comentar