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Diario El Argentinojueves 25 de abril de 2024
Colaboraciones

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No nos damos cuenta

No nos damos cuenta

 El peor enemigo que tiene el habitante de este planeta es la contaminación a la que hace años estamos sometiéndolo.


El cambio climático asusta tanto o más que la pandemia, tanto o más que la inflación, tanto o más que el deterioro de la Patria que se va a recuperar. Va a costar, pero se recuperará. Pero el daño al planeta que nos acoge es tan grande que no nos damos cuenta que puede ser irrecuperable.

 

Jorge Pedro Jurado (*)

(Colaboración)

Esto que está sucediendo lo venimos viendo hace años y poco se hace y lo peor es que todos somos responsables.

Espero que esta pandemia nos haga dar cuenta quienes son nuestros verdaderos enemigos no ya como sociedad  sino como especie. Nuestros enemigos no son los de derecha ni los de izquierda, ni los liberales o los progres, ni el capitalismo o el populismo, ni las feministas o los machirulos, ni siquiera el peronismo o los conservadores. Nuestro enemigo es aquel que puede destruirnos y aunque suene algo loco, en esta categoría entran las pandemias de la que solo estamos probando un pequeño sorbo sino también las armas nucleares en manos de dementes o el choque inesperado de un meteorito o una fuga de tóxicos de una planta atómica o el regreso al poder de fuerzas talibanes que vuelve a poner al mundo en vilo tras una veintena de años del ataque del 11S.

Pero no cabe duda, el peor enemigo que tiene el habitante de este planeta es la contaminación a la que hace años estamos sometiéndolo y su consecuencia drástica el cambio del clima.

Llegó finalmente y todos somos responsables. Nosotros sus habitantes, los estados y las industrias. Las muestras están a la vista. La tala indiscriminada de bosques y los incendios por doquier sean en el sur de la Patagonia, en Córdoba, o en Grecia y España, la destrucción de la capa de ozono, la increíble sequía de los ríos por la falta de lluvias en la cuenca alta del Paraná donde hasta se puede cruzar a pie al Paraguay o el exceso de lluvias en Europa especialmente en Alemania y Países Bajos, el derretimiento de los glaciares donde moles de kilómetros cuadrados de bloques de hielo se desprenden de los polos y derivan aguas afuera como inmensos icebergs, los escasos glaciares de lagos interiores que van desapareciendo, la extracción indiscriminada de arena de sílice de nuestro sur entrerriano para utilizarla en el fracking de petróleo y gas no convencional sin que las autoridades hagan nada, la construcción de barrios a la vera de los ríos cambiando y alterando sus cursos naturales. La falta de nieve en nuestro sur hecho que hacía décadas no sucedía, la suba de la temperatura a  25°C en la semana pasada y el descenso abrupto de 14°C al día siguiente y el pronóstico fallido de lluvias. Es espeluznante ya que ni los especialistas pueden predecir esos cambios que alguna vez fueron regulares y repetitivos y hoy sorprenden al más avezado. En fin, la desaparición de las marcadas cuatro estaciones del año. Cuantos de chicos íbamos a Mar del Plata y se llevaban frazadas pues a la noche refrescaba. No había fiesta del 25 de Mayo sin que nuestros padres lucieran sus sobretodos y nuestras madres sus tapados con la escarapela prendida en el pecho. Moda aparte hoy no hace el frío intenso de los inviernos con sabañones y guantes para ir al colegio. Sucedió y no nos dimos cuenta.

Hoy el planeta Tierra se está calentando más rápido que antes y el plazo para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles que transformarán la vida tal como la conocemos es cada vez más reducido.

Naciones Unidas dice que el mundo se ha calentado 1.1 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, y ahora está llegando a los 15°C. Un umbral muy crítico.

Con la vegetación ya nada entiende. A los que nos gusta tener una huerta ya no sabemos en qué época plantar las semillas. Hoy ya no hay frutas de estación por la importación o por la genética, pero también por el cambio climático.

Sin embargo, así como hay antivacunas también existen negacionistas del cambio climático. A ellos solo quiero pedirles que se informen, que visiten cualquier glaciar y se paseen por alguno de los pueblos de nuestra hermosa Patagonia o comparen fotos de principios del siglo XX con actuales y busquen las diferencias. El paisaje cambió. El clima se modificó para peor. Sucedió y no nos dimos cuenta.

Los expertos afirman que esos gases llamados de efecto invernadero se encuentran naturalmente en la atmósfera,  pero otros son producidos por el ser humano como resultado de actividades vinculadas con la generación de energía, el transporte vehicular, el uso del suelo con pesticidas y agroquímicos, la industria, el manejo de los residuos, etc.

 La acumulación de estos gases en la atmósfera potencia el efecto invernadero natural y esto se traduce en aumento de la temperatura del planeta. Hay ejemplos cercanos y concretos. Hogares que separan la basura, otros que la disponen toda junta, otros que la arrojan a la calle o los ríos y otros que aplican la llamada economía circular ya que reducen, reciclan y reutilizan. Vimos con la bajante del río Paraná las toneladas de basura depositadas en su lecho, los miles de peces, aves y mamíferos muertos por haber comido los elásticos de los barbijos que indiscriminadamente se tiran por doquier. Sucede que estamos matando nuestro hogar: el planeta Tierra y muchos no nos damos cuenta.

De acuerdo con el último inventario  el 53 % de las emisiones del país están vinculadas al sector energético; el 37% a la agricultura y ganadería y otros usos de la tierra; el 6% a la industria y el 4% restante a los residuos. Todos contribuyen, pero es poco y el deterioro avanza.

Los impactos que hoy sufre el planeta obligan a tomar medidas inmediatas que implicarán grandes esfuerzos económicos del que carecen la mayoría de los países, caso Argentina que tiene 50% de pobres. En general son los países que aún no han alcanzado su desarrollo quienes sufren con mayor gravedad este fenómeno, a pesar de no ser los principales causantes sufrirán las consecuencias como los que más. En este sentido el cambio climático incrementa las desigualdades ya existentes entre los diferentes países y genera un nuevo obstáculo al desarrollo sostenible. Hasta se llegó a dar el caso de naciones que aceptaban importar basura generada por otros.

Será necesario un gran cambio institucional y tecnológico para que el calentamiento global no supere el promedio indicado sobre la superficie del planeta y para evitar la ocurrencia de daños catastróficos e irreversibles.

Reaccionemos, somos simplemente inquilinos de este hogar llamado Tierra y dejemos como legado a nuestros hijos y nietos un lugar que merezca ser vivido y cuidado. Lo sabemos, pues manos a la obra!.

(*) El autor de este artículo es abogado, escritor, periodista y director del periódico digital Grupo de El Censor de Gualeguaychú que se edita en la red social de Facebook.

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