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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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Un proyecto que hace de la sustentabilidad una mejor oportunidad para la biodiversidad

Un proyecto que hace de la sustentabilidad  una mejor oportunidad para la biodiversidad

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A través del financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la implementación a través del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, en el país se viene realizando desde mediados de 2015 una experiencia elogiosa en materia ambiental, productiva, cultural, social y de gobernanza.

Se trata del proyecto que tiene como objetivo incorporar el uso sostenible de la biodiversidad en las prácticas de producción de pequeños productores para proteger la biodiversidad en los bosques de alto valor de conservación en las ecorregiones Selva Paranaense (con impacto en Misiones), Yungas (con impacto en Jujuy) y Chaco Seco (con impacto en Salta) y que se conoce como USUBI (Uso Sustentable de la Biodiversidad).

El Proyecto USUBI comenzó su práctica en junio de 2015, y desde entonces su enfoque conceptual, metodológico y político es un ejemplo que refleja que es posible el desarrollo territorial integrando distintos abordajes que ponen en valor no sólo la sustentabilidad ambiental, sino también la inclusión social, los derechos humanos, la práctica de una política de género y la transición hacia la agroecología y la soberanía alimentaria, entre otros tópicos indispensables para el acceso a una mejor calidad de vida.

No se trata solamente de aportes técnicos ni tecnológicos, sino de una dinámica de trabajo que jerarquiza el diálogo entre el saber académico y el ancestral; fomenta el intercambio de experiencias (diálogo inter generacional) y favorece la intervención de la actividad humana en beneficio del ambiente (diálogo entre la cultura y la naturaleza). Además, ha generado espacios de talleres y encuentros que permiten exponer más allá de sus propios límites iniciales y es clave al momento de consolidar otros caminos para lograr una independencia económica como es el comercio justo y valorar las fuentes de trabajo locales para evitar el éxodo y el desarraigo.

Por eso los coordinadores, profesionales y monitores del USUBI no asumieron solamente una responsabilidad técnica, sino que al estar comprometidos con el prójimo favorecieron desarrollos territoriales que permitieron un reconocimiento que a su vez generó la articulación con otras instituciones, se abrieron otras oportunidades donde los pequeños/as productores/as rurales -como las comunidades originarias- pudieron asociarse en organizaciones como cooperativas y entidades que permitieron una economía a escala humana, justa, soberana, favoreciendo la biodiversidad en el concepto de conservar-usando.

El USUBI abarca una experiencia que se desarrolla aproximadamente en 200 mil hectáreas entre Misiones, Salta y Jujuy, cuya producción está enmarcada en la protección de los bosques de alto valor de conservación en Argentina.

 

Impactos positivos

 

El proyecto USUBI además del financiamiento y acompañamiento internacional, tiene un acompañamiento permanente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación; pero también tiene a las provincias de Misiones, Jujuy y Salta como asociadas. Tan sólo a manera de ejemplo y sin agotar un listado, se trabaja en las siguientes producciones:

* En Salta: frutos nativos (harina de algarroba, mistol y chañar; como uso alimenticio). Artesanía (Chaguar). Goma Brea (varios usos). Y especies tintóreas desde la fibra vegetal. Además de miel de meliponas (uso alimenticio y medicinal).

* En Jujuy: fruta fresca de chilto o tomate de árbol y elaborados de uvilla (ambos de uso alimenticio). Miel de meliponas (uso alimenticio y medicinal). Y especies tintóreas para productos textiles.

* En Misiones: frutas nativas (pitanga, jaboticaba, ubajay, entre otras y de uso alimenticio). Miel de meliponas (Yateí, también uso alimenticio y medicinal). Hongos Nativos (auricularias, poliporos, parasol, entre otros y como uso alimenticio). Palmito (uso alimenticio y ornamental). Plantas ornamentales como las orquídeas. Plantas medicinales como ambay, cangorosa y carqueja, entre otras.

Se insiste: el manejo sustentable del bosque nativo en áreas de alto valor de la biodiversidad; el desarrollo de mercados y mecanismos financieros para la sostenibilidad; y el fortalecimiento del marco de gobernanza nacional y provincial son el trípode donde se sustenta esta iniciativa donde los beneficiarios redoblan sus vínculos con la Madre Tierra, su pertenencia como identidad social y cultural e implica un legado para las actuales y futuras generaciones que permiten avizorar una vida con mayor calidad ciudadana.

 

Empoderamiento

 

Si se comparte que una definición posible de “empoderar” es “adquirir (un colectivo humano social y económicamente desfavorecido) poder e independencia, para mejorar su situación”, entonces la experiencia del USUBI ha sido una plataforma que permitió (a través del uso sustentable de la biodiversidad) darle también oportunidad a la vida en su mejor manifestación.

Planificar, implementar y evaluar –entre los profesionales y los beneficiarios- ha sido otra clave que ha permitido la participación ciudadana para enriquecer los procesos democráticos en la toma de decisiones. Este aspecto también es notorio y se hace uno con las prácticas de uso sustentables para la biodiversidad. Naturaleza y cultura, monte y sociedad no deberían ser exponentes antagónicos sino complementarios: eso enseña el USUBI.

De esta manera, se vivencia y se demuestra que es posible generar políticas ambientales provechosas para las comunidades locales y simultáneamente relacionarse con otras sociedades en la promoción y comercialización de esos productos y, entre todos, consolidar las prácticas de elementales derechos.

A partir de las actuales autoridades nacionales y desde la coordinación del Proyecto USUBI a cargo de la doctora Sandra Sharry, lo avanzado en estos dos últimos años ha sido notorio en comparación. Y la explicación tal vez tenga una de sus coordenadas en el compromiso asumido para favorecer la construcción de un modelo productivo de uso sostenible y comercio justo de los productos del bosque nativo, como estrategia de conservación ambiental y de mejora en la calidad de vida.

Como se asevera en el portal del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible: “Al preservar los bosques, se potencian también los bienes y servicios ambientales que se derivan del mismo como la seguridad alimentaria, el refugio de fauna silvestre, la polinización, la mitigación de los efectos del cambio climático, el mantenimiento de cobertura boscosa, las cuencas hídricas, el ciclo del agua y del oxígeno, entre otros”.

No es casual –especialmente desde 2019 a la fecha- que los expertos reconocen que el haber dado sustentabilidad a los productos forestales no madereros ha sido un genuino desarrollo económico, que además generó empleo e ingresos para las comunidades beneficiarias de estas prácticas.

Es que restaurar el vínculo con la naturaleza, establecer desde otra valoración las prácticas culturales y encima generar ingresos genuinos y justos, protegiendo aquello que se usa y al mismo tiempo se quiere conservar, ha sido uno de los mejores desarrollos territoriales que hoy exhiben tanto Misiones como Salta y Jujuy y constituye un ejemplo a seguir a nivel nacional.

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