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Diario El Argentinojueves 25 de abril de 2024
Sociales

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Gestos que hablan

Gestos que hablan

Los gestos expresan ideas. Algunos de ellos reflejan la mirada empobrecida que se tiene de la realidad. El problema no lo representa tanto la idea que se tenga de la realidad salvo que en la realidad existen personas concretas. No las miro por lo que valen como personas sino por lo que representan a mi ideología.


Por Guillermo Régoli

Esto, que se refleja en la educación, explica en parte por qué el sistema no está dando respuestas.

El anterior ministro de Educación alentó claramente la legalización del aborto, el actual al momento de jurar en su cargo corrió a un lado la Biblia para hacerlo sólo por la Constitución. ¿Valientes, coherentes, democráticos, ateos, sólo gestos? Al menos funcionarios con una mirada empobrecida de la realidad que miran. ¿En quién piensan cuando hacen estos gestos? Ambos garantes en nombre del estado del derecho a la educación de toda persona  aunque, con algunas contradicciones: uno apoya la negación del derecho a vivir a un ser humano, no importa en qué etapa de su desarrollo se encuentre,  y habla luego del cuidado de los alumnos. Un derecho no se tiene a partir de un momento, se tiene o se niega porque los derechos son de las personas no del estado. El estado se vuelve garante del derecho a educarse de “algunos”.  El otro, niega que lo espiritual sea una dimensión importante a tener en cuenta en la educación o al menos muestra con su gesto que no es un aspecto que la educación del estado considere importante.

Una pena estos gestos. Cuando lo hacen se olvidan de las enorme cantidad de alumnos, de familias, que encuentran en la educación confesional una formación que tenga en cuenta la dimensión espiritual, que creen en el valor de la vida más allá de cualquier idea religiosa, que pretenden educar en la fe a sus hijos o al menos darles la oportunidad de comprender, elegir, decidir una espiritualidad no desde la ignorancia sino desde una elección consciente. La Iglesia, a quien de paso le envían el mensaje, no se reduce a los sacerdotes. También en la Iglesia y en los ámbitos educativos existe el “pueblo”. ¿A qué pueblo le hablan? A qué categoría de ser humano piensan?: Sólo un ciudadano, sujeto de derechos, que encarne ciertos valores y que viva como quiera sin perjudicar a los demás.

No saben leer, no comprender textos, no utilizan las nuevas tecnologías, no terminan la secundaria, eso muestra la debilidad del sistema educativo. Grandes debates, culpas cruzadas, más capacitación docente, más computadoras en las aulas, enseñar a pensar y no a repetir. Las mismas recetas para un ser humano incompleto.

Los jóvenes no creen en nada, tampoco en la política. Tampoco en el amor, en la familia, en el futuro, en la fidelidad, en la verdad. Una persona puede saber muchas cosas, tener muchas cosas pero no tener sentido de su vida. El sentido de la vida se fundamenta en los valores que se encarnan y eso es propio de la dimensión espiritual del ser humano. Una educación que ignora esta dimensión o, más grave, que la rechaza o niega, no educa integralmente.

Los alumnos no sienten tristeza y soledad por no saber comprender un texto; no tienen miedo al futuro por no saber manejar las nuevas tecnologías;  no se vuelven escépticos e individualistas por que no se les enseña a pensar. Tienen miedo, se sienten solos, no creen porque no tienen certezas. Una educación abarrotada de agentes educativos que intentan darle sentido a la vida de los alumnos pero que no logra hacerlo por más esfuerzo y buena voluntad es reflejo de  un pensamiento  que ignora lo espiritual como algo fundamental. La verdadera  garante de la educación de los hijos es la familia: sólo ella puede mirar a un hijo como se merece, solo ella puede dar certezas que ayuden a creer, solo ella puede educar en valores para la vida. Si el estado lo entendiera no fracasaría tanto en la educación. Algunos gestos dicen mucho, más que mil palabras: Iglesia y estado asunto separado, familia y estado asunto superado. Sin familia, sin Iglesia, sin espiritualidad, solo queda el estado. ¿Habrá querido decir eso el ministro?

Guillermo Régoli

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