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Diario El Argentinomartes 23 de abril de 2024
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Informe Especial: el agua es tierra de nadie: En Entre Ríos falta establecer un marco regulatorio para el agua

Informe Especial: el agua es tierra de nadie: En Entre Ríos falta establecer un  marco regulatorio para el agua

Esta provincia tiene en su nombre “Entre Ríos” cifrado su pasado y expresado su presente como anticipado su futuro: el Oro Azul, ese recurso tan apreciado por estas épocas a escala mundial, que es motivo por el momento de diversas acciones bélicas de baja intensidad, es acaso uno de los bienes (recursos) más apreciados y desaprovechado que brinda la naturaleza para vivir en sociedad.


Por Nahuel Maciel

EL ARGENTINO

 

Antes de continuar, es preciso tener presente unos datos duros, por demás elocuentes:

* Entre Ríos es la provincia del país que más cursos de aguas superficiales posee, con más de siete mil ríos y arroyos, que no dependen del milagro de la lluvia.

* La abundancia llevó al desprecio, a la desvalorización y por eso se padece –por ejemplo-el flagelo de la sequía en materia de producción agropecuaria o en esta época las históricas bajantes de sus ríos.

* El riego colectivo, como es en la zona de Cuyo, es un proyecto demorado en Entre Ríos y recién hace seis años se comenzaron con las primeras experiencias en el Norte provincial, pero demasiado lento o con muy pocos avances.

* La provincia posee 263 poblaciones urbanizadas, pero tan solo doce extraen el agua dulce para potabilizar de los cursos superficiales; el resto (casi 250 poblados) lo hacen con bombas sumergidas, lo que para algunos expertos agrava la situación porque le saca la humedad al subsuelo y para otros, es beneficioso porque renueva los reservorios del Acuífero Guaraní (1).

* Desde hace varios períodos se amaga con impulsar un proyecto de Ley sobre el Agua en la Legislatura. Mientras el tiempo todo lo diluye, el agua tanto para consumo humano, sanitario, navegación, producción de energía, producción agropecuaria, industrial, turísticas, termal y de recreación, sigue siendo una materia que en Entre Ríos es tierra de nadie.

* A nivel de gestión gubernamental es un área de acción política de cuarta categoría. No hay Ministerios; tampoco Secretarías ni Subsecretarías, y apenas asoma una Dirección de Hidráulica con más “negocios” sectoriales que aportes técnicos.

* El desmanejo es tal que, a manera de ejemplo, el área de Minería autoriza extraer arena del cauce de un arroyo; a su vez Hidráulica advierte que, si se profundiza el arroyo, aumentará la velocidad del agua y producirá erosión. La Secretaría de Ambiente autoriza la deposición final del efluente de una fábrica a ese arroyo; y aguas abajo, Obras Sanitarias autoriza la toma de ese arroyo para el agua de un pueblo. Son áreas del Estado que tienen distintas funciones, pero todas tratan sobre el agua y ninguna sabe lo que está haciendo la otra. La falta de diálogo, de articulación, la ausencia de una política coherente, erosiona las mejores intenciones.

* No es casual que el área de Minería –que depende del Ministerio de la Producción- es una de las más nefastas y por eso la más escondida a la hora de comunicar gestión de gobierno.

* El área de Minería como el de Hidráulica hay que refundarla, porque así como están no defienden el interés general; sólo sirven a las corporaciones y no han obrado en defensa del interés general; y ni siquiera tienen memoria institucional elogiosa en defensa del pueblo.

* Urge valorar más el bien (recurso) hídrico y conformar un ente único e integrador que actúe de manera centralizada en la parte normativa y descentralizada en la ejecutiva. Pero, para ello se necesita antes modernizar, actualizar la ley de cuencas. Otra iniciativa “olvidada” ex profeso por los legisladores que facilitan negocios millonarios generando ausencias normativas.

* Si el siglo XX será recordado por haber potenciado el petróleo (el oro negro), el XXI será signado por el agua potable (el oro azul).

* Entre Ríos tiene una asignatura pendiente con un recurso que se presenta como abundante, pero es en realidad escaso.

 

Un bien no un mero recurso

 

El agua es un bien natural, no es un mero recurso de la naturaleza.

Gracias a los estudios realizados por el experto José Nágera (vecino de Gualeguaychú y que fue el primer geólogo egresado de la Universidad de Buenos Aires en 1915, y falleció en 1966), se sabe que la provincia está atravesada por más de siete mil ríos, riachos y arroyos (2) cuyas aguas superficiales no dependen del milagro de la lluvia.

Sin embargo, Entre Ríos es noticia muchas veces porque padece el problema de la sequía de sus tierras, en otras épocas padece los embates de la inundación; en la actualidad el flagelo de la bajante del río.

En materia turística el agua es tierra de nadie. ¿Alguien informó con precisión que ocurre con las termas de Villa Elisa, cuya descarga se vuelca al río Gualeguaychú y luego llega a la ciudad donde se la capta en la toma de agua? Nuevamente, una ley de cuenca es urgente, vital e impostergable. Una especie de Comisión Administradora de la Cuenca del Gualeguaychú debería ser un imperativo ético de los legisladores y gobernantes (gobernador e intendentes). Una Comisión Administradora para cada Cuenca, porque lo mismo ocurre con la del Gualeguay, la del Paraná y la del Uruguay, para nombrar tan sólo algunas falencias al momento de administrar un recurso tan vital como escaso en el mundo.

No hay discusión técnica ni científica que contradiga el concepto que el agua es el primer alimento del hombre. En ese marco se la considera un bien no renovable, finito, escaso, a veces demasiado oneroso. Sin embargo, en Entre Ríos el agua es tierra de nadie donde unos pocos, muy poquitos, con la anuencia del ministro y el gobernador de turno, permiten que, en materia termal, playas, industrias y producción no existan los debidos y mínimos controles.

La producción agropecuaria muchas veces depende del milagro de la lluvia. Un método de producción que se ha embrutecido a fuerza de desmontar el bosque nativo, de regar con agrotóxicos los sembradíos; ahora la escasez de agua es una amenaza para las producciones tanto de granos como la de animales.

Todos esos padecimientos podrían evitarse o cuando menos morigerarse con acueductos colectivos.

A pesar de que la provincia cuenta con más de siete mil recursos hídricos naturales, la precipitación sigue siendo la principal fuente de suministro de agua para la agricultura.

Todavía a nadie se le ocurrió que, en materia de infraestructura, la provincia ofrece las mejores condiciones para consolidar un sistema de riego artificial, que permita no sólo el goteo en el surco sino fundamentalmente la impregnación de humedad en la tierra.

La sequía como la inundación son fenómenos incentivados por la actividad desmedida de la producción agropecuaria a escala industrial y de manera impune. Eso no es algo nuevo sino recurrente.

Del mismo modo es recurrente la ausencia de política para administrar este bien (recurso). Lo único seguro es que algunos pocos son los que hacen negocios millonarios con la ausencia de leyes, con la falta de marcos normativos y reguladores y con la anomia con un bien (materia prima indispensable) como es el agua.

Lo mismo pasa con la industria. El agua también es tierra de nadie y nadie regula su utilización en los predios fabriles. Eso sí, sobran iniciativas en muchos pueblos y ciudades para ponerle un contador recaudatorio a los vecinos y cobrar por un elemento que es indispensable por ser el primer alimento e insustituible para los aspectos sanitarios e higiénicos. Eso sí, para las producciones agropecuarias e industriales, es decir, como materia prima, el descontrol y en las pocas leyes que se deben velar, prima la ausencia de controles.

 

Contextos

 

Es evidente que la abundancia llevó al desprecio y a la desvalorización. De otra forma no se entiende cómo es posible que a ningún gobernante se le haya ocurrido darle un instituto formal y potente al agua, que permita su administración desde una Secretaría o un Ministerio.

Se insiste: otros distritos como Mendoza debieron -obligatoriamente- por escasez, establecer obras hidráulicas y leyes de fomento para garantizar el agua destinada al consumo y a la producción. En ese territorio, se hizo de la escasez una virtud; mientras que en Entre Ríos se hace de la abundancia un desprecio.

Las paradojas abundan en una gestión de gobierno provincial que ha hecho del desprecio al agua su marca distintiva.

Eso sí, los cantos de sirena están a la orden del día. Ningún funcionario provincial contradecirá el concepto que el acceso al agua es un derecho humano básico y que se debe garantizar que ese acceso sea seguro y suficiente. Otra vez, en Entre Ríos se carece de un organismo que lo administre, lo norme y lo regule. Nadie garantiza nada, porque todo está para que prevalezca el extractivismo y la irresponsabilidad.

En la Encíclica Papal de Francisco “Laudato Sí”, se insiste en varias partes que el gobernante debe tomar conciencia que las personas en situación de pobreza son las que sufrirán más por la contaminación, la falta de acceso a bienes naturales como el agua dulce y, en consecuencias, se enfermarán, padecerán dolencias de salud de manera perpetúa, y quedarán expuestos como una consecuencia de los círculos viciosos que obstaculiza el desarrollo económico y social: la falta de acceso al agua. Pero, por el momento ni eso los conmueve.

Todo esto dicho, sin ahondar en algo esencial y que no se debe soslayar: la sostenibilidad de la biodiversidad. Porque será insuficiente establecer parámetros que sólo regulen su uso en la agricultura, en la industria y en la vida diaria; también hay que establecer y garantizar el acceso al agua de la propia naturaleza. Es obvio, pero hay que decirlo: los animales y las plantas, los paisajes también necesitan agua dulce y limpia.

Es indispensable que se adopten medidas de respeto al bien (recurso) agua, porque del agua depende nada menos que la propia vida.

 

Referencias

1) https://www.diarioelargentino.com.ar/opinion/editorial/2307

2) https://www.diarioelargentino.com.ar/noticias/102598/entre-rios-es-la-provincia-que-mas-rios-tiene-pero-carece-de-una-ley-del-agua

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