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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
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Diversidad, tarea pendiente

Diversidad, tarea pendiente

Por Waldemar Oscar von Hof Especial para EL ARGENTINO


En una tórrida tarde de verano llego a mi casa, enclavada en una chacra en plena selva misionera, todo un grupo de familias Mbyá-guaraníes. Estaban en camino hacia el pueblo para vender sus “artesanías”.

Canastos de cañas de bambú (tacuapí) de todos los tamaños, arcos y flechas muy bien decorados y animalitos, entre ellos coatíes, lagartos y monos, tallados en diversas maderas y decorados con dibujos en fuego. Mamá les entregó algo de leche que había quedado de la venta del día, tomaron agua del pozo y descansaron a la sombra de los paraísos del patio.

Los adultos conversaban poco ya que la lengua era un impedimento, pero los niños estábamos jugando entretenidos a los pocos minutos. Al cejar la canícula la familia juntó sus pertrechos y partió. Los críos nos saludamos como si hubiéramos estado toda la vida jugando juntos.

Esta experiencia me demostró que la diversidad cultural puede ser superada por la inocencia de los niños que juegan un mismo juego. Años más tarde, para obtener mi licenciatura en teología, realice un trabajo de comparación entre los mitos de creación de este grupo étnico y los de la biblia, utilizando herramientas de la fenomenología de la religión, descubriendo que tenemos más cosas en común que diferencias.

El 12 de octubre celebramos el día del Respeto a la Diversidad Cultural, día en que se promueve la reflexión histórica, el diálogo intercultural y el reconocimiento y respeto por los pueblos originarios. El replanteamiento de esta fecha, en la que en nuestra escuela primaria nos la pasamos pintando y aprendiendo de memoria poesías en las que aparecían las tres carabelas de Colon, las repetimos automáticamente, (la Pinta, la Niña y la Santa María) por que han quedado grabadas en nuestra memoria a fuego.

Si miro hacia aquella experiencia en mi niñez, este replanteamiento es una consecuencia automática de nuestra convivencia entre la tercera y cuarta generación de los inmigrantes y los nietos y bisnietos de aquellos pobladores originarios de estas tierras.

Pero también es una consecuencia de una mirada más amplia. Una visión que parte del principio de que los derechos humanos pueden pautar nuestra vida y nos mueve a concebir una nueva forma de sociedad.

Desde el cristianismo consideramos que a partir de Jesucristo cayeron todas las barreras y las diferencias entre hombre y mujer, entre estamentos sociales e incluso entre lo que tradicionalmente denominábamos razas. El apóstol Pablo lo expresa claramente en su carta escrita a la comunidad de los gálatas (3:28) “Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos ustedes son uno solo”. En la tradición esto se refuerza con el gesto de Jesús en el lavado de los pies, gesto que el papa repite cada año en la celebración del Jueves Santo.

En los últimos tiempos se nos fue imponiendo, sobre todo entre los jóvenes, el lenguaje inclusivo, con la propuesta de subsanar las diferencias. Lenguaje también utilizado en los medios públicos nacionales como Radio Nacional. Una propuesta enriquecedora, pero que debe ir acompañada de una profunda toma de conciencia del significado del respeto a la diversidad cultural. El 5 de octubre se registró, en el juzgado de Gualeguaychú, la condena número 29 en lo que va del año, por violencia de género. Esto deja en evidencia que tenemos que trabajar arduamente en esta temática y hay muchos flancos abiertos. La violencia instalada en nuestra sociedad cuando los rugbiers se ensañan con alguno de los jóvenes, cuando en las tribunas y a la salida de las canchas la consigna es romper todo o cuando en nuestras ciudades se impone la muerte como una moneda corriente en las luchas territoriales de las bandas que manejan el negocio del tráfico de estupefacientes.

Volviendo a la experiencia de mi niñez, nuestra diversidad cultural tiene un componente que no supimos trabajar en los dos centenarios de vida como nación. La Constitución considera a todos los nacidos en este suelo con un pie de igualdad, pero la realidad supera toda ficción. El aislamiento y el despojo que viven las comunidades Tobas en el norte argentino hablan de una falta de respeto al derecho y a una propiedad consensuada y facilitada por el estado. Las expresiones violentas de usurpación en el sur, hablan de la incapacidad del estado para diferenciar derechos auténticos de comunidades preexistentes y derechos arrogados por grupos que aprovechan la situación para hacerse de tierras que fueron distribuidas por el mismo estado en sesiones de un derecho constitucional.

Si, si de diversidad hablamos, mucha tarea nos queda aún pendiente.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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