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Colaboraciones

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La esclavitud y su evolución

La esclavitud y su evolución

      


Por Luis Alberto Dalcol (*)

Especial para EL ARGENTINO

 

La esclavitud ha de ser la más denigrante relación entre los humanos que perduró por mucho tiempo. En su existencia era la más importante de las tres demarcaciones de correspondencia familiar - según mencionara Aristóteles en la Política - junto a la del matrimonio y a la de los padres con sus hijos.

Se presumía en considerar al esclavo como un ser humano. Mas, de un ser humano que no era dueño de sí, sino de otro ser humano al que debía servir. Servicio que no solo tenía connotaciones mercantiles, económicas, utilitarias; pues, sin límites, el amo lo “usaba” en su antojo hasta en las más aberrantes formas imaginadas.

Esta relación era una relación aceptada por todos, era lo natural, era lo evidente. La sociedad estaba ordenada en ese sentido.

En la visión contemporánea provoca espanto y horror. Al mismo tiempo, en su evolución, es un hecho que despierta esperanzas y optimismo. En el primer caso, por contemplarla como una vinculación increíble y difícil de sostener y comprender; absurda, que no fuera cuestionada en su realidad durante su cruel y larga existencia. En la segunda mirada excita el estímulo al observar que la civilización, en su transcurso, la ha superado en su forma más absoluta y la ha descartado imperiosamente en su reinserción social.

Podrá decirse que deambulan otras formas de sometimiento o sumisión humana; sin embargo, todas ellas, no muestran una mínima vinculación de comparación con la falsa relación de opresión que sujetaba la esclavitud en la antigüedad. Son otras formas, inconmensurables, a la vivida por aquellos seres humanos. Se nacía esclavo o se nacía libre.

Las sumisiones modernas nacen fundamentalmente de la autoridad, del autoritarismo que abusa del poder. También se origina en las inevitables desigualdades derivadas de la libertad ilimitada. Posiblemente ahora se agreguen las devenidas de la droga, de la informática. La primera causa resulta más deshonrosa pues nace del poder conferido o asumido. En la libertad existe la posibilidad de su encuadre; y, por la educación, el escape que permita elegir el camino.

Las relaciones humanas siempre serán una obra en construcción con altibajos impredecibles; sin embargo, en su estela lineal han dejado una señal de avance y mejora que induce a la confianza.

Esta nota tiene intención de acercar un pensamiento animado, edificante; ante el rumor reinante ensombrecido. Tal vez resulte un paso de subsuelo a piso (que del mismo a espacio), solo pretende destacar la innegable evolución de las relaciones del hombre a lo largo de siglos.

 

(*) Luis Alberto Dalcol es contador público nacional.

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