El trueque vuelve a ser una alternativa para palear la crisis

Las Ferias Americanas, los sitios de intercambios digitales y las movidas solidarias entre vecinos, para intercambiar bienes y servicios son parte de un sistema de interacción social que cada día se profundiza más en la ciudad para enfrentar el un costo de vida creciente. 

Nuevamente nuestra ciudad vive una profunda crisis social. Las culpas de las malas decisiones que tomaron los gobiernos en la macroeconomía del país, hoy la pagan los más necesitados y la empobrecida clase media.

El exceso de regulaciones, la presión fiscal, un estado que no para de crecer, termina en la misma historia de siempre, el crecimiento de un entramado social que se vuelca a la economía de subsistencia y a la informalidad. Más personas trabajando en la informalidad, significa menos recursos para el Estado al recaudar menos y es así como la crisis se retroalimenta.  

La devalaución constante de nuestra moneda debido a la inflación más alta del continente Americano  -después de Venezuela- pulverizó el salario de los empleados públicos y ocasionó una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores del sector privado que están en la economía formal.

Las familias más humildes que reciben planes sociales del Gobierno nacional, apenas pueden cubrir las necesidades de la canasta básica alimentario, que en el mes de septiembre cerró en 70 mil pesos para una familia compuesta de dos menores y dos adultos.

Nuevamente, como sucedió hace 20 años atrás, la sociedad civil comenzó a organizarse en los barrios para realizar intercambios de bienes y servicios. Una tendencia que se viene dando desde hace tiempo a través de las redes sociales en lo que podríamos llamar los clubes de trueque digitales, que tuvieron su auge durante la larga cuarentena del 2020.

 

Una modalidad comercial  donde no hay inflación

 

El trueque nació como modalidad comercial, desde que la humanidad descubrió las técnicas de labranza. Este salto evolutivo le permitió contar con alimentos al alcance de la mano y comenzar a pensar en asentamientos definitivos para dejar atrás la vida nómade.

El producto de ese trueque, puede verse hoy en el Museo Arqueológico Manuel Almeida, allí hay piezas en exhibición, que dan muestra de cómo los pueblos originarios que poblaron nuestra zona, intercambiaban vienes con otras tribus.

Una modalidad que se basa en satisfacer necesidades y de acuerdos entre partes, en donde la inflación no existe porque no hay monedas de curso legal.

 

La crisis del 2001 y la solidaridad vecinal

 

El truque se popularizó en nuestra ciudad cuando la  economía hogareña estaba muy debilitada por la crisis social, política y moral que atravesó el país durante el 2001. Cómo hoy había desempleo, pobreza e indigencia. Por un lado no había inflación, pero tampoco la asistencia del Estado a través de la seguridad social, estaba tan presente como ahora.

Esto obligó a que la solidaridad entre vecinos, instituciones barriales, entidades intermedias de la ciudad y la Municipalidad, articularan sus esfuerzos para poder cubrir las necesidades alimentarias de miles de familias de Gualeguaychú, cuya asistencia estatal no podía alcanzarlas.   

Este comportamiento social solidario generó veinte clubes del truque en la ciudad, donde la gente trocaba alimentos por servicios de albañilería, peluquería, plomería entre otros, o trocaba enseres o elementos en desuso en su casa por ropa, alimentos o materia prima para elaborar alimentos que luego eran trocados en los clubes.

Hubo familias que lograron palear su situación, recorriendo todos los clubes que se desarrollaban en instituciones de barrio, y el más numeroso de todos llegó a realizarse en los galpones del Puerto, donde reunió a más de mil personas.   

Cada club o nodo como se llamó en esa oportunidad, contaba con una comisión directiva organizadora del acontecimiento, que acordaban las reglas de funcionamiento y hasta se llegó a contar con un bono impreso por ese club para poder comprar bienes y servicios.

Con el tiempo a medida que el sector privado se fue recuperando, y el Estado invirtió más en un plan de obra pública, cientos de puestos de trabajo se generaron y la gente, ya con un salario en su bolcillo, dejó de necesitar de esa modalidad de intercambio.

Las sucesivas crisis económicas que vivió nuestro país a lo largo de los 38 años de democracia, nos enseñó una lesión muy importante, el Estado no puede resolver todos nuestros problemas, y cada vez que nuestro futuro se ve amenazado, apelamos al mismo camino para sobrevivir: la solidaridad humana, ayudar a otra persona sin pedir nada a cambio, a sabiendas que hoy puede ser por ti y mañana por mí.

Es así como espontáneamente durante la pandemia nació la solidaridad humana, entre las personas de un mismo barrio o de barrios diferentes o un mismo género.

El Estado Municipal acompaña estas iniciativas, intentando generar un orden y control bromatológico de los productos alimenticios que se venden en estos lugares de intercambio.

La situación epidemiológica mejoró muchísimo y esto permite ahora volver a los encuentros vecinales, siempre y cuando continuemos con las medidas de bioseguridad.

El próximo sábado se llevará a cabo la “Fiesta del Vecino y Vecinas” que está organizada por la comisión vecinal y el equipo sanitario del Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) de Suburbio Sur. Este tipo de encuentro se realizó por última vez en 2019.

Durante la jornada  habrá stands saludables que realizarán controles de salud, talleres y el vacunatorio móvil, junto a todo el equipo de salud comunitario del CAPS, donde la gente podrá vender o trocar su mercadería.

Se contará con un espacio para los niños con pelotero y también estarán presentes emprendedores y feriantes de la zona.

En el escenario se podrá disfrutar de la participación especial de "La Banda de Pichón"; "Los Tremendos"; "La Festiband" y "La Clandestina", entre demás artistas.

Y a su vez, durante el festival habrá stands saludables que realizarán controles de salud, talleres y el vacunatorio móvil, junto a todo el equipo de salud comunitario del CAPS.

La alternativa es una posibilidad para el reencuentro vecinal, pero hay poco que festejar cuando observamos cómo lentamente la gente se va empobreciendo y nuestros jóvenes cada vez tienen menos oportunidades en nuestro país.