.
Papelitos, papeleta y papelón
El encuentro de Alberto Fernández y Joe Biden en G-20.
La primera es el nombre de una de las tantas y bellas comparsas del Carnaval de mi pueblo. A la segunda algunos la llaman a la boleta electoral que pondremos en la urna en pocos días para decidir qué queremos como país y la tercera palabra es lo que demostró la presencia argentina en la cumbre del G20 en Roma.
Jorge Pedro Jurado (*)
No hablaré del carnaval el que afortunadamente y espero con el protocolo adecuado nos deleitará el próximo verano. Tampoco de como será el resultado de las legislativas el 14 de noviembre. Si esperamos se cumpla con una jornada cívica en paz y que el mismo refleje la desazón y necesidad de los ciudadanos de emerger de la crisis que nos abruma y preocupa.
Hablaré de la cumbre del G20 y nuestros representantes, especialmente de quien la presidió. Un país, aunque con fórceps, que sea miembro del Grupo de los 20 es al menos dudoso y es absolutamente inaceptable que la comitiva la hayan integrado nada menos que más de medio centenar de funcionarios aparte del Primer Mandatario.
Una nación con los gravísimos problemas económicos no puede darse el lujo ni mostrar al pueblo y al mundo entero que poco importa la situación local amén de alojarse en costosos hoteles con dineros de los contribuyentes y de paso pasear, hacer turismo y visitar familiares, caso nuestro Canciller y otros. Los vimos recorriendo pasillos de la cumbre para tratar de sacarse al menos una foto con los verdaderos líderes cual “figurettis”. Vergüenza, desfachatez. No encuentro el adjetivo.
No lo sé. Le caben varios. No concordaron las gacetillas de prensa de los temas tratados en los apenas minutos que le puedan haber brindado a Fernández. No se respetó el protocolo de salutación. Se apeló al excesivo manoseo en contra de las recomendaciones por la pandemia y la usanza diplomática. Solo bastó, aunque no asistió, que se besara en la boca con el ruso don Vladimir. Ahí hacíamos bingo.
A la tradicional foto de los asistentes frente a la Fontana de Trevi no asistió dando lugar a bromas por doquier. Una verdadera falta de estatura dirigencial.
Y como si esto fuera poco en Glasgow mientras el mundo demanda un esfuerzo hacia la reducción del uso de combustibles fósiles, Argentina con solo una docena de asistentes al discurso de nuestro mayor representante que además llegó tarde a su exposición, trató de convencer a los países que aceptaran canjear deuda por acciones climáticas. Pienso que pocos vieron esto como viable ya que la propuesta no resultó tan atractiva. El intercambio de figuritas no alcanza. Hay que desarrollar un plan serio en lo medioambiental, en lo económico, en lo político, en lo educacional y otras áreas además de uno de consolidación fiscal que controle los gastos especialmente los del sector público a largo plazo más allá del 2023 y cumplir con la Convención de París para reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Viento, energía solar y mareomotriz son las locomotoras que vienen ya hace años. La estación Vaca Muerta creo ya quedó atrás y si no nos apuramos no habrá próximo tren.
(*) El autor de este artículo es abogado, escritor, periodista, columnista radial y director del periódico digital llamado Grupo de El Censor de Gualeguaychú que se edita en la red social de Facebook.