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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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La Argentina paga enormes costos por la ineficiencia y el exceso de intervencionismo

La Argentina paga enormes costos por la ineficiencia y el exceso de intervencionismo

Las sociedades prósperas se caracterizan por la amplitud para encarar negocios.


Algunos gobiernos abren la competencia, para beneficio de la población, incluyendo miradas variadas. Otros, la cierran y concentran poder en beneficio de pocos, excluyendo opiniones. En este diseño participan grupos de intereses definidos, inclinando las decisiones oficiales a la protección de sus apetencias. En tanto, los particulares se esfuerzan buscando la mayor satisfacción posible.

 

Por Enrique Blasco Garma

 

La ciencia económica muestra que la libertad abre la especialización competitiva, descubriendo vías para expandir los ingresos. Que resultan de las interacciones con quienes pagan sus productos y servicios. Cuánto más voluntarias las transacciones, más satisfacciones y remuneraciones generan. Por el contrario, la intervención del Estado suele frustrar posibilidades de crecimiento.

La política económica debe superar conflictos permanentes, para lo cual conviene contar con buena información y habilidades. Las democracias inclusivas ofrecen la ventaja de incorporar datos, conocimientos, miradas. Mientras los autócratas son renuentes a incluir visiones, capacidades, diferentes, deploran informaciones independientes y resuelven peor.

En la Argentina sufrimos imposiciones incoherentes, normas desiguales, prohibiciones de actividades e impuestos inabordables cuando el desempleo privado es mayúsculo. La emisión de pesos alza la inflación y la demanda de divisas.

En tanto faltan dólares los funcionarios deciden prohibir exportaciones para contener precios. Pero la escasez cambiaria lleva a demorar importaciones y los pagos al exterior, lo cual genera alza de precios de los bienes finales, repuestos, partes componentes y de los tipos de cambio alternativos.

 Argentina sufrimos imposiciones incoherentes, normas desiguales, prohibiciones de actividades e impuestos inabordables cuando el desempleo privado es mayúsculo (EFE)

Congelar precios y empleos ahuyenta las ocupaciones productivas, afecta la recaudación de impuestos, y deteriora la confianza de los consumidores.

El crédito es parte esencial de la creación de riqueza, pero los gobernantes lo encarecen y provoca que el riesgo país resulte diametralmente más caro que en el vecindario, y en la mayor parte del planeta.

Las sociedades modernas son demasiado complejas para descansar en las intervenciones de funcionarios desinformados. Pagamos enormes costos por ineficiencia.

La misma regla para todos aumenta la apuesta a la competencia de habilidades para atender necesidades individuales. Por el contrario, normativas diferenciando identidades fuerzan exclusiones, devaluando propiedades y los ingresos. El crédito es parte esencial de la creación de riqueza, pero los gobernantes lo encarecen y provoca que el riesgo país resulte diametralmente más caro que en el vecindario.

A pesar de la inflación, el valor de inmuebles urbanos y de las empresas productivas está cayendo, porque lo que más pierde en ese escenario es el valor del peso y de los empleos.

El único remedio al mal conjunto es acordar reglas parejas para todos. Justicia, la misma e igual norma para todos, es garantía de más eficiencia y bienestar.

Los verdaderos recursos económicos son las facilidades de contratar. Compitiendo en igualdad normativa, las habilidades en satisfacer necesidades particulares se expanden. No sorprende que las sociedades abiertas, inclusivas, de normas parejas, sean más prósperas que las que optan por regímenes opuestos. Aliviar trabas regulatorias despierta las inteligencias individuales hacia decisiones mejores.

Pudiendo contratar libremente, sin temores de congelamientos de precios y despidos, se emplearía más personas, pagándoles mejor, alentando a trabajar con más satisfacción.

Las sociedades prósperas se caracterizan por la amplitud para encarar negocios, donde cada individuo puede elegir qué, cuánto, dónde y cuándo comprar, vender, pagar, sin cortapisas.

Los países más competitivos ofrecen los mayores ingresos. Y a pesar del enorme progreso, queda mucho por avanzar la competencia. Con las habilidades actuales, la humanidad podría quintuplicar el PBI mundial.

Las sociedades prósperas se caracterizan por la amplitud para encarar negocios, donde cada individuo puede elegir qué, cuánto, dónde y cuándo comprar, vender, pagar.

Entre los 195 países auditados por el FMI se observa una singular brecha de ingreso medio por habitante, en un extremo se ubican Suiza e Irlanda con más de USD 85.000 por persona por año; entre USD 60.000 y USD 70.000 aparecen Noruega, EEUU, Dinamarca y Singapur; otras naciones muy desarrolladas se agrupan en el rango de USD 40.000 a USD 60.000, como Islandia, Australia, Países Bajos, Finlandia, Suecia, Austria, Hong Kong, Alemania, Bélgica, Israel, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido, Francia y Japón, entre otros. Mucho más abajo aparecen Uruguay USD 16.000; Chile USD 13.000; China USD 10.900; Argentina USD 8.600; Brasil USD 6.800; India USD 1.900, entre otros que descienden hasta USD 250, como el caso de Burundi. Fuente:  Fundación: (Libertad y Progreso)

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