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Opinión

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La paz en tiempos de violencia

La paz en tiempos de violencia

Por Waldemar Oscar von Hof (*) Especial para EL ARGENTINO


Hace unos años visité en Merlo, Provincia de San Luis, el Museo de Jorge Kurteff donde, más allá de haber quedar impresionado por sus obras de arte en metales, me impresionó la vida de este artista.

Un hombre nacido en la Primera Guerra Mundial en Bulgaria, después de haber cursado la escuela técnica encontró en los metales una forma de encausar su pasión artística. A pesar de la Segunda Guerra Mundial pudo salir adelante y encontró en 1949 (después de pasar por Checoslovaquia y Suecia), en Argentina su lugar en el mundo.

Vivió en Buenos Aires, Bariloche y por último en Merlo, donde afirma haber encontrado una tierra de paz. Sus obras hablan de paz, una y otra vez, expresando su deseo y su sueño de un mundo traspasado por la armonía, en contraposición a los años vividos en violentas guerras, que han tronchado posibilidades, sueños e incluso miles de vida.

Kurtieff, al igual que muchos de nuestros abuelos eligieron a la Argentina por las posibilidades de paz, de pan y de trabajo que brindaban estas tierras. Mis abuelos compraron unas 50 hectáreas y construyeron la casa en medio del predio para hacer realidad un mundo de paz. Lugar donde tenían animales, huerta y plantaciones que les aseguraban el pan y la tranquilidad, mediante el trabajo.

Los medios de comunicación y la realidad en la que vivimos en este año del Siglo XXI están traspasados por la violencia, quedando los sueños de nuestros antepasados en utopías irrealizables.

Jóvenes que asaltan a punta de pistola y sin chistar matan a un quiosquero que heredó ese lugar de trabajo de su padre y tenía puesto en ese proyecto todos los sueños de paz, pan y trabajo.

Todos los años el 7 de agosto una multitud de peregrinos pasa delante de la imagen de San Cayetano pidiendo estos tres elementos (Pan, Paz y Trabajo), en una sociedad que cada día ve que se desgranan sus sueños y la fe queda como último recurso.

En nuestro encuentro anual de niños de la catequesis, el sábado 30 de octubre, estuvimos trabajando la temática de creer en la luz de la fe, como una contrapropuesta a la oscuridad del desencanto y de la violenta realidad. Dos niños expresaron su pesar, cuando se hablaba de la oscuridad, porque sus padres se pusieron violentos sin motivo alguno de parte de los niños.

En este mes volvemos a tener fechas relacionadas a la violencia: el 16 por la tolerancia a las creencias, culturas y opiniones de los otros; y el 25 el día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres. Temas que urgen ser puestos sobre la mesa para debatir y educar en esta línea. Los noticieros nos cuentan que al 31 de octubre estábamos en el número 227 de femicidios realizados en su mayoría por parejas de las víctimas.

En nuestro querida Patagonia se ha desencadenado una seguidilla de hechos violentos bajo el justificativo que un grupo de mapuches quiere rescatar su tierra de la que han sido dueños ancestralmente. Cuando entramos a leer entre líneas nos enteramos que estos grupos no son tan mapuches ni son tan argentinos, agregándose a esto un Estado que no logra articular una acción para contrarrestar semejante expresiones de terror.

Violencia en los medios y violencia desde los que ocupan cargos en el gobierno, a nadie se le pasó por alto la agresión sufrida por el dibujante Nick, que más allá de las idas y venidas, dio lugar nuevamente a la posibilidad de la utilización de la violencia desde el Estado, cosa que creíamos superada.

La pregunta que se nos abre es: ¿Dónde ha quedado el país que encontraron nuestros abuelos y la paz soñada por ellos al llegar a estas tierras?

Jesucristo vuelve una y otra vez sobre el tema, es evidente que es una temática sobre la cual hay que charlar, reflexionar discutir y plantear puntas de trabajos para hacerla realidad. En el Evangelio de San Marcos, Jesús plantea a sus discípulos que ser parte de un reino de paz es un trabajo cotidiano, que necesita de pequeñas piscas de aportes. Afirma que “la sal es buena; pero si deja de estar salada, ¿cómo podrán ustedes hacerla útil otra vez? Tengan sal en ustedes y vivan en paz unos con otros”.

Desde hace dos mil años como Iglesia Ecuménica, desparramada en sus distintas denominaciones por el mundo, venimos predicando la paz. También las religiones hermanas, como el hinduismo, sobre todo con Mahatma Gandhi también lo plantean. Los sacerdotes, papas y pastores domingo a domingo lo plantean.

Necesitamos urgente concretizar acciones que hagan realidad la paz entre nosotros. Necesitamos trabajar en una propuesta de pacificar nuestras aulas, pacificar nuestros actos y pacificar nuestra Argentina que debe seguir creyendo, apostando y trabajando por la paz, como lo han hecho Kurteff y nuestros abuelos.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y escritor.

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