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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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Pastoral Social: la voz de los pobres

Pastoral Social: la voz de los pobres

Ojos celestes. Cara regordeta y colorada. Se confesó sin que se lo pidamos. Necesitó decirlo. Catarsis, desahogo, testimonio. Estaba parado al lado de nuestra mesa, mientras esperábamos unos canelones caseros de verdura, debajo de la sombra de los árboles en la “Casita de la Virgen”, en Luján, a dos cuadras de la basílica.


Por Lucas Schaerer (*)

 

“Dos veces ya intenté suicidarme. Más abajo de lo que estoy no puedo. Que me perdone Dios, pero no tengo salida. Trabajé toda mi vida. En la recolección. Pero hace seis meses perdí el laburo. Cobré la indemnización, pero todo se lo dejé a mi mujer. Está muy enferma ella, también nuestra hija, tiene hidrocefalia, pero tuve discusiones con sus hijos mayores. Hasta que después de perder el laburo y poner la plata para la familia vino mi cuñado y me echaron a la calle. No sé pedir. Es más, si vienen a darme, rechazo la plata. No quiero limosna. Duermo en un cajero de un banco. Me han robado toda la ropa que tenía. Disculpen si huelo mal, pero lo que tengo puesto es lo único”.

Alfredo es uno de los “mutantes”, como se autodenominan los hombres que sobreviven en la calle, en las inmediaciones del Congreso Nacional. En un robo se llevaron su documento de identidad. Ni billetera le queda. Todo lo guarda en una bolsita de nylon. Las zapatillas que usa están agujereadas en la suela. Fue el cura Rubén Canale quien lo convenció de sumarse al encuentro y almuerzo en Luján organizado por la Comunidad de laicos Sant’Egidio, de origen italiano, pero con tres décadas en Buenos Aires, junto a los laicos de Misioneros de Francisco.   

“Ya es hora que los pobres vuelvan a tener la palabra”, clamó el Papa desde Asís, la tierra de San Francisco, el santo de los pobres y la naturaleza. Ocurrió este viernes 12 de noviembre, en un conmovedor encuentro con 500 pobres de toda Europa. El evento fue un anticipo de la Jornada Mundial por los Pobres, que comenzó oficialmente este domingo 14 de noviembre, en medio de las elecciones parlamentarias de la Argentina.

“Estaba en una sacristía, a punto de celebrar la misa y uno de ustedes que se llama Etienne -¿Lo conocen?-, es un enfant terrible (un niño terrible)... me dio la sugerencia: ´Hagamos una Jornada de los Pobres´. Salí y sentí que el Espíritu Santo, en mi interior, me decía que lo hiciera. Así es como empezó: a partir de la valentía de uno de ustedes, que tuvo el valor de llevar las cosas adelante”. La explicación del Papa Francisco en Asís se refiere al origen, hace cinco años, de la Jornada Mundial por los Pobres.

“Los mutantes”, los hombres sin techo, los que sobreviven a la exclusión entre adicciones y violencia, jugaban a las cartas después de los canelones y el flan con dulce de leche. Entre ellos estaba un dirigente salteño, de la ciudad de Orán, presidente de la Federación de Cooperativas de Bagayeros, que está parando hace unos días en la sede de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), en el barrio de Constitución. Otro de los comensales es Lucas Pedró, secretario de Culto de UTEP y uno de los fundadores de Misioneros. Fue en Roma, hace menos de un mes, que compartió con la Comunidad Sant’Egidio una Jornada por la Paz en la que habló como representante de los movimientos populares. Ese viaje fortaleció el vínculo. Porque los Egidio y Misioneros no sólo trabajan para dar de comer a los pobres en las plazas del centro porteño, por primera vez organizaron una Jornada Mundial por los Pobres.

El italiano Marco Gallo, con pechera azul y con un megáfono al hombro, es el coordinador de los Egidio. De repente, cede el aparato amplificador a Gabriel Duna, “Pato” como lo llaman todos, para que cuente el amor milagroso entre el Negro Manuel y la Virgen gaucha, iniciada en 1630 cuando la carroza con la imagen no quiso moverse, hasta 1686.

Después de los gritos de apoyo -estilo sapucay- al Papa Francisco, a la Virgen de Luján y al Negro Manuel, desde la cocina empezaron a salir peregrinos y misioneros con bandejas de canelones, cubiertos, vasos, bebidas y canastas de pan. Oficiaron de mozos el Chavo, un caminante correntino aporteñado que vivió muchos años en las calles de Buenos Aires; Nacho, el más joven; Luis de Mercedes y Ariel. “La Flaca”, como llaman todos a María Soledad, ya había hervido las verduras en una gran olla a leña y junto a Miriam, Gabriela, y otra misionera, prepararon los 300 canelones. Los anfitriones no fueron personas acaudaladas, ellos sufren casi las mismas necesidades de quienes estaban sirviendo.

Los juegos, el canto y la risa llegaron tras la panza llena. La esposa argentina de Marco Gallo lleva puesta una remera verde. En la espalda, una gran cruz en negro y a su lado la cara del beato monseñor Óscar Romero. San Gil (o Egidio) fue un ermitaño del sur de Francia convertido en abad. En la Edad Media alcanzó gran popularidad en Italia central y en Europa oriental, especialmente en Eslovaquia, Polonia y Hungría. Es venerado como patrón de los leprosos, de los tullidos y de los tejedores.

 

El compromiso del clero argentino

 

El obispo de Mar del Plata, Gabriel Mestre, presidió el viernes la misa en las escalinatas de la Catedral, donde señaló que “estamos obligados a responder ante el apocalipsis de la pobreza”. La celebración eucarística, por esta jornada convocada por el Papa Francisco, fue organizada por Cáritas Mar del Plata, Noche de la Caridad y Hogar Nazaret, instituciones diocesanas dedicadas al servicio de los más pobres.

En la provincia de Corrientes, en la Catedral Nuestra Señora del Rosario, los voluntarios que integran los cuatro grupos del Buen Samaritano -pertenecientes a las comunidades Jesús Nazareno, San Francisco y San Juan Bautista- realizaron diferentes actividades con las personas que habitualmente asisten durante la semana, muchos de ellos viviendo en la calle.

En el Oeste del conurbano bonaerense se viene la “Misión 1001”, que es organizada por cuatro obispados (Laferrere, Morón, Merlo-Moreno y San Justo) junto a Cáritas y a los Hogares de Cristo.

En este contexto, el Pontífice hizo una crítica a quienes atacan a los pobres: “A veces oímos que son los pobres los responsables de la pobreza. Echan la culpa a los más débiles para no hacer un serio examen de conciencia sobre sus propios actos, sobre la injusticia de ciertas leyes y medidas económicas, un examen de conciencia sobre la hipocresía de los que quieren enriquecerse sin medida”.

“No basta con asistir a los pobres, llevarles comida y bebida caliente, uno debe detenerse a hablar con los pobres y rezar con ellos”, agregó el sucesor de Pedro.

“Vivíamos con unos vagos junto a una iglesia en Caballito. Y cada tanto venía Bergoglio. Le pedíamos la bendición. Y él después nos la pedía a nosotros”, es la respuesta de “El Chavo”, un ex sin techo que se hizo peregrino y misionero de Francisco, que sabe de la especial atención que el Papa, en ese entonces arzobispo de Buenos Aires, destinaba a los pobres en el camino.

 

(*) Esta columna de Opinión fue publicada originalmente en el portal de Télam.

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