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Una cripta moneda
Actualmente el mundo hace alardes de la cripto moneda. Aparecen por todos lados y se originan los más variados comentarios. Todos sabemos, y desde hace mucho tiempo, que la cripto moneda no es un asunto nuevo; que desde hace años participamos de esta creación; que es nuestra, que es vernácula.
Por Luis Alberto Dalcol
Que nuestro país está entre sus principales precursores. Está entre los primeros estados en presentar, idear, emitir, mantener y cambiar con distintas denominaciones una moneda, una moneda especial, como la que está de moda: una moneda cripta. Una moneda que se entierra como se acostumbra con los muertos.
Sí, es cierto, no es una cripto moneda es una cripta moneda. Pero como no existe diferencia de género es lo mismo. Incluso para nuestra moneda le queda mejor el distingo femenil.
Esta triste ironía - o sarcasmo - nos induce a reflexionar con más pena aún; que, sin moneda - o con moneda cripta-, el que más la padece es el descapitalizado. El joven que trabaja y que quiere formar su hogar y necesita de una casa o de una movilidad y observa que cada vez se aleja más y precisa más esfuerzo; más trabajo para acceder a esos bienes.
No resulta apropiado hacer referencias sobre el jubilado de ingresos mínimos y las dificultades en la satisfacción de sus necesidades - incluso más primarias - como alimentarse, vestirse, curarse y similares porque de tan obvias, asoman de osadas y desubicadas. Sin moneda se ayuda a la especulación y no al trabajo, menos al ahorro.
¿Se irá por el sexto nombre, en continuidad a las otras identidades ya abandonadas? De la moneda nacional, del $ ley 18.188, de los pesos argentinos, de los australes y atacar por último el vigente peso (cada vez con menos peso). ¿Se agregaran otros ceros en continuidad a los trece ya adicionados?
No se observa preocupación en los que dirigen la economía de maniobras para el desentierro. Así soterrada pierde cada vez más adeptos y más funciones. Solo le queda la de las transacciones locales, para pagar sueldos, impuestos y mercancías en el ámbito interno; así crece su desprecio.
Nuestra moneda no sirve para guardar, no mantiene su valor.
Se apuesta a que por el deterioro de la moneda se ordene la economía. Alentar la inflación con emisión para reducir el gasto público nominal con el fijo presupuestado y con elevar la presión tributaria. Así se puede bajar artificialmente el déficit sin tocar gastos improductivos, de burocracia desproporcionada y sin elevar la productividad de la economía. ¿Se conocerán los daños directos y colaterales del camino señalado?
Parece atinado que los responsables del BCRA, cuya principal función es la de preservar el valor de la moneda, y los del Ministerio de Economía, se ocupen de nuestra circulante moneda cripta. Bajando el déficit y la emisión genuinamente; con atención a las multicausas - que aducen como motivos - y abandonen el camino de la inflación y el rol de comentaristas sobre la situación recibida - conocida por todos antes de presentarse a asumir responsabilidades - y resuelvan la preocupante situación, que también todos conocemos.