.
Cuidemos las infancias
Por Carina Cabo
La primera infancia es una etapa fundamental en la crianza de un niño. La UNESCO plantea que la atención integral en este lapso implica brindar educación inicial de calidad en el marco de una atención integral, es asegurar el acceso y permanencia a niños y niñas menores de 5 años a la prestación de servicios que garanticen como mínimo los derechos a educación inicial, atención y cuidado, nutrición y salud.
Y si bien la Convención sobre los Derechos del Niño reconoce un rol primordial a las familias para asegurar el desarrollo pleno de las potencialidades de los niños y niñas, es el Estado el garante último del cumplimiento de estos derechos, en tanto debe proteger las infancias supervisando e interviniendo en las instituciones públicas y privadas.
Investigaciones provenientes de distintos campos disciplinares argumentan que las intervenciones en los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo futuro de los niños y las niñas. Por eso, es necesario que en esta etapa todos reciban oportunidades que les permitan tener una vida plena y les aseguren el ejercicio de sus derechos. Asimismo, las instituciones dedicadas a la crianza, enseñanza y cuidado adquieren relevancia por su aporte a la construcción de una sociedad más justa e inclusiva, que brinde a cada niño el mejor comienzo (UNICEF, 2002/2016 y 2017)
Días pasados, en la ciudad de Rosario, se conoció que la directora de un Jardín maternal privado, donde asistían menores de 4 años, golpeaba a los niños y niñas que allí asistían. Una vecina logró filmar algunas escenas en las que se explicitan golpes, mordeduras y tironeo de la adulta para con los menores. Rápidamente la institución fue clausurada por la municipalidad y se iniciaron acciones legales contra la dueña del lugar.
Para la sorpresa de muchos, en esta ciudad, este tipo de instituciones son consideradas comercios y, para abrirlos, requieren sólo de la habilitación municipal. Y, más allá de la exigencia de titulación profesional, no hay seguimiento real didáctico acerca de su funcionamiento. Esto último es un reclamo que los mismos jardines vienen pidiendo desde hace décadas, que las docentes que allí trabajan sean capacitadas y acompañadas pedagógicamente como otros profesionales del sistema educativo.
En nuestro país, la Ley de Educación Nacional N° 26.206 del año 2006, en su Artículo 18 señala que la Educación Inicial constituye una unidad pedagógica y comprende a los/as niños/as desde los cuarenta y cinco (45) días hasta los cinco (5) años de edad inclusive, siendo obligatorio los dos últimos años, y promueve la universalización de la sala de 3 años. Según esta norma, el nivel inicial debe promover el aprendizaje en tanto sujeto de derechos.
Con el tema de la noticia semanal que puso como eje las infancias en los medios, es necesario aclarar que estamos violando la convención de los derechos del niño y de la niña, en la que se plantea con claridad el derecho a la educación, al cuidado y al juego, explicitado a su vez, en la ley de educación nacional, cuyo objetivo primordial promover el juego, la capacidad creativa y el placer en las experiencias de aprendizaje.
La capacitación continua, en servicio y el acompañamiento pedagógico son fundamentales a la hora de trabajar con niños, para que las prácticas de cuidado tengan como base el gesto humanizado, base de la educación de niños y niñas.
También podría ser posible constituir una red de instituciones de crianza donde no sólo se capacite y se acompañe a los docentes de niños de esta edad, sino que haya talleres para padres, madres o cuidadores en los que se trabaje la ternura como una herramienta fundamental en la educación, con sus dos habilidades relacionadas: la mirada y la empatía. Y, asimismo, que se aprenda a valorar la importancia de los cuentos y del canto, del arrullo y de los juegos corporales.
No son ciudadanos del futuro, no son adultos en miniatura, son sujetos constituyéndose desde los primeros días de vida. Y es tarea indelegable del Estado proteger las infancias. Sus vivencias son claves; los afectos, el trato tierno y la mirada amorosa son fundamentales a la hora de enfrentarse al mundo.