Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinojueves 18 de abril de 2024
Ciudad

.

Dos ciclistas gualeguaychuenses ayudan en un refugio para inmigrantes ucranianos

Dos ciclistas gualeguaychuenses ayudan en un refugio para inmigrantes ucranianos

      


En medio de su viaje rumbo al Mundial de Fútbol en Qatar, Juan Miguel Silio y Yamandú Martínez decidieron hacer una parada en Polonia por tres días para ayudar en un refugio que recibe ciudadanos que huyen del conflicto bélico de Ucrania.

Los gualeguaychuenses utilizan las redes sociales como bitácora de viaje, van reportando los países visitados y las experiencias vividas. En la mañana del viernes comunicaron que habían llegado a la frontera de Polonia con Ucrania y decidieron hacer un “stop” en el camino por tres días para prestar ayuda en un centro de refugiados de la ciudad de Przemy?l.

En su perfil de Facebook  Miguel Silio relata: “Diariamente  llegan contingentes de Ucranianos que huyen de la barbarie. En un antiguo centro comercial se organizó la asistencia a los refugiados. Se les brinda una cama y comida hasta que sigan su camino, la mayoría se queda en Polonia esperando mejores épocas, otros continúan hacia algún país europeo, hay barracones con la bandera del país de destino (Alemania, Inglaterra, España, etc). Todo es un caos más o menos organizado”.

En su texto, Silio explica que hay militares y un centro de operaciones con muchos voluntarios individuales y otros pertenecientes a diferentes ONGs . Dentro del centro de refugiados hay dos clínicas improvisadas con médicos para niños y adultos. En la entrada de la sala pediátrica se encuentran colgadas banderas de todas las latitudes, la de Argentina está ubicada  al lado de la de Israel.

“Tarcy (inglesa 60 años) dirige el operativo desde su silla de ruedas. La mesa central la completa un colombiano, un catalán, 2 polacos, una ucraniana y Daniel, un mallorquín que sirvió en la Legión Extranjera y que fue quien nos recibió. Todos los voluntarios (más de 400) tienen sus chalecos y pulseras identificatorias. Para acceder al predio hay que registrarse, presentar el pasaporte y declarar cuántos días se va a trabajar”.

Es importante destacar que solo pueden salir de Ucrania las mujeres, los niños y los ancianos. Los hombres deben quedarse en suelo ucraniano para prestar servicio militar en defensa del país.

Entre las tareas que realizan los voluntarios está la asistencia de personas mayores , la ayuda con el poco equipaje que las mujeres han logrado reunir, actividades de limpieza, de cocina, encargarse del tratamiento de la basura del lugar y están quienes ayudan en el transporte al centro de quienes arriban en tren.

El día de su llegada, los voluntarios gualeguaychuenses tuvieron que limpiar el barrancón número 15 que se había desocupado, el cuál  debía ser limpiado y desinfectado.  “Por suerte era uno de los más chicos, solo 110 camas. La cuadrilla la integramos junto a Pablo (de Milán, 30 años), Alex (de 25 londinense, estudiante de Economía), un catalán y un madrileño profesor de ajedrez, ambos sub 40. El idioma de los asistidos es el ucraniano, el de los asistentes es el `translated´, cada uno con su teléfono móvil reproduce un audio al idioma del destinatario”. Bendita tecnología.

También ese mismo día, Miguel Silio y Yamandú Martínez debieron ayudar a “bajar alzado a un anciano desde un colectivo hasta la silla de ruedas e ingresarlo al centro”. El hombre en cuestión estaba acompañado por su hija de aproximadamente 65 años. Ambos venían huyendo desde Konotop, ciudad que había sido recientemente bombardeada por el ejército Ruso.

 “El protocolo de ingreso es el siguiente:  se registra a cada persona con su pasaporte o la documentación que tenga, se cargan sus datos, les colocan una pulsera y se les asigna un sector. Hasta allí los acompañamos. Por el evidente estado de salud del anciano tuvieron mejor suerte que los demás, les tocó un cuarto individual de dos camas delimitado con palets”, ilustra el texto publicado por Silio.

En el relato, el entrerriano destaca los griteríos de los chicos, que con su inocencia ignoran la situación bélica. En el centro hay una sala de juegos con maestras que cuidan la felicidad de los niños en un contexto difícil. Ninguna infancia debería estar atravesada por la crueldad de la guerra.

“En un rincón un señor toca una melodía pegadiza en un piano de pared.  Cuando la jornada termina los voluntarios se juntan en bares del centro y comparten cervezas y otros brebajes. Hay guitarra y música. La de hispanoparlantes es la más ruidosa, Colombia, México, Costa Rica, España, USA, etc tienen representantes. Ahora se les sumaron dos argentinos”.

    ComentariosDebés iniciar sesión para poder comentar