Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinojueves 25 de abril de 2024
Ciudad

En la ciudad ya hay un caso probado de contaminación periférica por PCB

En la ciudad ya hay un caso probado de contaminación periférica por PCB

Esta historia comienza a ser contaba en el punto preciso donde se requiere tomar mayor conciencia sobre los daños a la salud y al ambiente que generan los PCB, especialmente los vinculados con los radiadores del servicio eléctrico. En rigor, la necesidad de que toda contaminación genera un daño a la salud.


Esta historia comienza en el punto exacto en que Rosa Beatriz Machado deja de contar la suya, para dar paso a la necesidad de que a nadie le ocurra lo que ella está viviendo.
Cuando Rosa Beatriz Machado supo que iba a nacer su séptima hija, pensó que era un regalo del cielo. Por eso soñó con llamarla Fiorella Elumey.
Fiorella quiere decir en italiano “pequeña flor” y Elumey quiere decir en voz mapuche “regalo del cielo”.
Lejos estaba Rosa Beatriz de intuir que su séptima hija la iba a debatir entre la alegría de la vida y el lamento de una muerte que cada vez está más próxima.
Fiorella Elumey tiene actualmente tres años y padece una enfermedad muy rara en el mundo. Se la conoce como Síndrome de McCune-Albright, que genera entre otras cosas pubertad precoz, afecta los huesos y la piel y produce severos cambios hormonales.
Con sus tres años, Fiorella Elumey ya se ha desarrollado, “ha tenido a fines de septiembre y principio de octubre del año pasado su primera descarga de menstruación”, dice con lágrimas en los ojos su madre.
“Los últimos estudios que se le hicieron dan cuenta que sus huesos son propios de una nena de seis años y que van creciendo”, asevera mirando a la carpeta donde resguarda toda la historia clínica de su hija.
Hay amargura y dolor en sus palabras. Un brillo líquido le recorre los ojos. Los hombros se alzan como buscando algún descanso ante el peso de la pena y la angustia.
A la hora de buscar las explicaciones, los médicos comenzaron por descartar situaciones. Este síndrome no era consecuencia de herencias genéticas y los estudios y análisis que se le practicaron en el Hospital de Niños “Pedro Elizalde” no dan espacio para la duda: “me dijeron que Fiorella Elumey padece esta enfermedad como consecuencia de una contaminación periférica, es decir en el ambiente”, sintetiza la madre en el diálogo que mantuvo con EL ARGENTINO.
La contaminación periférica enfoca a dos componentes letales para la salud humana: “En principio me aseguraron que la contaminación provino de los PCB de los transformadores eléctricos de las compañías que brindan el servicio y por los agrotóxicos”.
Rosa Machado hace memoria en medio de su dolor.
“En septiembre del año pasado estaba bañando a mi nena y cuando le froto el pecho me doy cuenta que tiene como botoncitos. Me preocupé mucho y la llevé al médico Marcos Taffarel, quien de inmediato me orientó de la mejor manera y así llegué hasta el Hospital Pedro Elizalde donde le diagnosticaron este síndrome”.
Machado vive sola con sus siete hijos. Fiorella Elumey nació el 20 de septiembre de 2003 en el Hospital Centenario y hace once años que vive en la ciudad. “Recuerdo bien cuando le descubrí algo que no era normal. Era el 27 de septiembre de 2009 y desde entonces no tengo consuelo”, dice esta madre que sabe que su hija no tendrá un desarrollo normal a raíz de una contaminación periférica, es decir, ambiental.

Síndrome de McCune-Albright

El Síndrome de MacCune-Albright es muy raro. La biografía disponible indica que genera pubertad precoz con fibrosis poliostótica y pigmentación anómala. Se trata de una rara enfermedad de origen genético que afecta a los huesos y a la piel, pudiendo además, producir cambios hormonales y adelantar la pubertad.
No se trata de una enfermedad hereditaria, y los niños que sufren de esta enfermedad presentan un cuadro de displasia fibrosa, lo que causa malformaciones en los huesos, llegando a producir no sólo la pérdida de algunos sentidos (causa sordera y ceguera) sino también malformaciones con sus consecuencias estéticas inevitables.
Los síntomas se anuncian no sólo con manchas de color café en la piel, sino con una pubertad prematura (menarquia en la niñez y desarrollo prematuro de los caracteres secundarios sexuales), y, en raras ocasiones, se puede asociar este síndrome a una forma de gigantismo. Es característica una alteración ósea denominada displasia fibrosa poliostótica que incrementa el riesgo de fracturas en estos pacientes.
En el Hospital Pedro de Elizalde la atiende la doctora Claudia Hernández, una especialista en la división de Endocrinología. Fue quien le diagnosticó la pubertad precoz periférica, esto quiere decir que no es congénita sino ambiental.

Los PCB

El domingo 20 de junio, EL ARGENTINO alertó en un Informe Especial que en la ciudad existen 72 transformadores que pertenecen a la Cooperativa Eléctrica que contienen bifenilo policlorado (PCB) y que aún se encuentran almacenados en un galpón.
Si bien los concejales –especialmente el bloque del Nuevo Espacio- se han ocupado de este grave tema y ha generado diversas gestiones, por el momento nada se ha resuelto.
A mediados de 2008, el Concejo Deliberante aprobó una Resolución –con el voto de todos los concejales-, que había sido elaborada por el Bloque de Nuevo Espacio, donde se establecía que la Cooperativa de Electricidad y Afines informe cuáles fueron los resultados del monitoreo que se estaba realizando sobre 72 transformadores instalados en la zona urbana y suburbana.
La inquietud se sustentó no sólo en las normativas vigentes a nivel nacional y provincial, sino también en la preocupación ambiental, dado que la presencia de bifenilo policlorado (PCB), afecta la salud de la población y el medio ambiente.
Por eso los concejales también requirieron saber la ubicación exacta que se le dará a esos “transformadores de la muerte”, sea su destino temporal o definitivo, además de conocer la ubicación exacta de los transformadores que estén o no en funcionamiento.
La Cooperativa de Electricidad respondió que esos 72 transformadores de referencia deben ser tratados para su inertización definitiva, que están en depósitos y que al no estar activos se han convertido en inofensivos.
Sin embargo, la Ley Nº 25.670 fijó como plazo el 2010 para la realización del tratamiento de declorinación, pero dado el poco avance que existe en la materia es muy probable que no se llegue con los plazos.
En diálogo con EL ARGENTINO, el secretario de Medio Ambiente de la Provincia, Fernando Raffo, reconoció esta situación y sostuvo “que si bien es muy probable que no se llegue con el plazo fijado por la ley, es imperioso que en la actual gestión se inicien las tareas de declorinación. Esa decisión es indispensable”.
Con respecto a los 72 transformadores que existen en Gualeguaychú y que están en depósito, Raffo sostuvo que ese número es independiente de que todavía existan algunos en actividad y que es imperioso que las Cooperativas den a conocer el mapa exacto sobre su existencia.
“Es cierto que al estar almacenados en un lugar preciso disminuye el riesgo, pero no lo evita”, aclaró el funcionario. “Por eso insistimos desde Medio Ambiente que esa deposición provisoria de ninguna manera puede interpretarse como una solución definitiva”.
Los PCB son muy contaminantes. Esa contaminación se produce en el aire, en el agua y en el suelo, tanto durante su fabricación como en su uso, transporte y disposición.
Como tienen una alta duración, los PCB permanecen en el ambiente por largo tiempo e incluso pueden viajar largas distancias en el aire en forma de pequeñas partículas, producto en ocasiones de su quemado, y depositarse muy lejos de su lugar de generación.
Lo importante –para tener la magnitud del problema- es que una vez liberado al ambiente el PCB es extremadamente persistente, porque no se degrada fácilmente y tiende a perdurar por muchos años. No sólo que tienen una larga persistencia, sino que por esa característica se concentran y se acumulan, con efectos toxicológicos cada vez más graves y dañinos.
En este marco, los 72 –como mínimo- transformadores que existen almacenados en Gualeguaychú son una bomba de tiempo ambiental de primera magnitud. Y lo peor que se puede hacer es lo que se está haciendo: prolongar los períodos de almacenamiento transitorio de los PCB, dado que cada día que pasa su potencial riesgo aumenta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) comprobó, que el PCB es cancerígeno y producen leucemias, cáncer (en mamas, cerebro, melanomas malignos, linfomas, sarcomas de tejidos blandos, entre otros), mal de Párkinson, diabetes, hipotiroidismo, malformaciones, chloracné (una condición dolorosa que desfigura la piel y se presenta con manchas de color rojizo y eczemas), labio leporino, daños al hígado y páncreas, anemias crónicas e irritación en las mucosas, entre muchos otros males.

Contexto y perspectiva

Rosa Machado vive en la calle Palacios 835. Calle de tierra, que se torna intransitable cuando prevalecen los días de lluvia.
A poco más de cien metros se encuentra un transformador con PBC, en la misma cuadra donde se encuentra un espacio para calmar los espíritus y alimentar la esperanza: la Parroquia Nuestra Señora de La Paz.
Pero la zona está llena de transformadores. Alcanza con recorrer las calles Fray Mocho y Juan B. Justo, para darse cuenta sobre la amenaza que ha tenido esta barriada.
Se trata de una zona descampada que presenta señales de urbanización lenta. Queda en inmediaciones del Barrio Luz y Fuerza “y cuando llueve el agua que baja del descampado se torna verdosa”, dice con alarma la mamá de Fiorella Elumey.
El viernes 25 de junio Machado concurrió con su hija para alimentar una esperanza, pero se le diluyó. “Me dijeron que para mi nena no existe tratamiento disponible y que su expectativa de vida es de aproximadamente hasta los diez años”.
Claro que hay dolor en esas palabras, pero también agradecimiento por los médicos de la ciudad y del Pedro Elizalde que la aconsejan y la saben acompañar. “Si tengo que agradecer a alguien, son a los médicos. Siempre me dijeron la verdad y dieron lo mejor de sí para superar esta situación”.
El otro agradecimiento que pide enumerar es a la Municipalidad. “Porque a través de Desarrollo Social me ayudan para costear el traslado mensual hasta el Hospital Pedro Elizalde y a veces debo ir dos veces en el mes”.
Por la urgencia del caso, en el Pedro Elizalde le hacen una atención permanente y no necesita sacar turno para que Fiorella Emuley sea atendida.
La han visto especialista de piel, traumatólogo y pediatras, todos llegaron a la misma conclusión: lo que padece es un síndrome por contaminación.
En rigor, las últimas pruebas que le hicieron a Fiorella Elumey comenzaron el 7 de junio y finalizaron el 25.
“Le hicieron pruebas centello-grama, que es un estudio óseo, en el cual determinaron que el diámetro de sus huesos es de una nena de seis años. Además le hicieron análisis, ecografías resonancia magnética y radiografías”, relata Rosa Machado, siempre con la mirada fija a la carpeta que contiene la vida de esta nena en clave de diagnósticos y estudios médicos.
“Cuando tuvo su primera menstruación, a finales de septiembre y en los primeros días de octubre del año pasado, le aplicaron Medrosterona 500, que pese a que es de adulto es lo único que le pueden aplicar”.
La doctora Claudia Hernández es su pediatra de cabecera. Junto a ella trabaja la doctora Stella Gil, que es pediatra especializada en temas ambientales.
El jueves pasado, el caso de Fiorella Elumey fue presentado en el Ateneo del Hospital Pedro Elizalde.
Rosa Machado exhibe un último certificado médico: “He visto y realizado la historia ambiental de la niña Fiorella y refiere exposiciones en PCB y agroquímicos. Agradeceré que informe presunción diagnóstica a fin de certificar seguimiento de la niña”; dice con certeza el diagnóstico que la doctora Stella Gil elevó a la pediatra de cabecera. No hay margen para el error, solo espacio para la reparación; si es que se puede reparar semejante daño.

Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO ©


Este contenido no está abierto a comentarios