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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Sabores

Un yogur de zanahoria

Un yogur de zanahoria

Por Horacio Aleu (*)  - Han leído que siempre trato de impulsar la creatividad, cuando está puesta al servicio de la innovación y de la salud de las personas. Muchas veces me llama la atención que los jóvenes piensen en los chicos, cuando ellos en algún momento también fueron chicos.


Posiblemente a esta altura de sus vidas, con los conocimientos adquiridos durante el cursado de las diferentes asignaturas de la Licenciatura en Bromatología, se han dado cuenta de la importancia de comer variado, de consumir frutas y verduras debido a los aportes nutricionales que cada uno de nosotros necesitamos diariamente. Aunque convengamos que muchos lo saben, lo conocen, y me atrevo a decir que lo “recitan”. Y digo así porque no siempre, eso que estudiaron lo aplican para sí mismos. Es como si lo que estudian fuera para aplicar en los demás, no en ellos mismos.
Hace no muchos años, solamente cinco, se les presentó un desafío a Celmira y Natalia: debían desarrollar un producto que combinara algún lácteo, con frutas y verduras. No era caprichosa la elección: en nuestra ciudad hay dos industrias lácteas que proveen con sus productos a Gualeguaychú y sus alrededores, además se quería darle un poco más de valor a la producción hortícola de nuestra ciudad, con un producto innovador. Por otra parte, estaban los comedores escolares, donde podría suplirse la necesidad de que los alumnos que concurren a esos establecimientos, pudieran disponer para consumo un producto fresco con el aporte que naturalmente le dan las verduras y hortalizas.
Convengamos que por sí solo sería difícil su consumo por una simple razón: ese yogur con esos sabores no aparece en las publicidades de la televisión, teniendo en cuenta que los chicos generalmente consumen lo que conocen o ven en la TV. Hoy los productos que aportan nutrientes para mejorar la calidad de vida de las personas, necesitan de la publicidad, necesitan ser conocidos por todos, sea esta en gráfica, en TV, en la radio, y si bien en nuestro país no tiene la penetración que en otros lugares tiene, en internet y telefonía. Así como ahora recibimos mensajes de texto, de que nos han seleccionado o hemos resultados favorecidos con una oferta especial, dentro de no mucho tiempo, aparecerán mensajes sugiriendo el consumo de tal o cual yogur –por ejemplo-. Esto es así porque pensemos lo siguiente: ¿cuánto tiempo un chico se pasa navegando en internet o enviando mensajes de texto por el celular, o participando en las redes sociales? Para ser cautos, diríamos bastante. Y eso lo saben las empresas, así que poco a poco están destinando parte de sus presupuestos de comunicación a esas nuevas tecnologías de la información. Me desvié del tema que venía tratando –a propósito diría- no para justificar las acciones de las empresas, sino para estar preparados para lo que se viene.
Volviendo al yogur, lo primero que tuvieron que aprender es a hacer yogur. En realidad no es muy difícil, solamente un poco de práctica, aunque en este caso deben pensar en una propuesta que pueda ser transferida, no solo a una empresa, sino también la posibilidad de que las cocineras de los comedores pudieran llegar a hacerlo. Para este caso tenían que tomar una decisión clave, ¿debía ser con textura blanda? ¿O de textura firme? ¿Bebible? ¿Qué sabores? Así que poco a poco fueron encontrando las respuestas a esas preguntas en función de entrevistas, y de la propia experiencia de quienes desarrollaban la idea, ya que tenían contacto con chicos por sus actividades particulares. Quizás lo más complicado fue llegar a determinar el sabor, puesto que debería ser coincidente con el color y aroma que presentaría el producto y por otra parte, que resultase atractivo para los chicos.
Así pues eligieron una hortaliza y una verdura: zanahoria y acelga. Por supuesto que no fueron seleccionadas solo por el color o sabor, sino también por los valores nutricionales que su consumo aporta. Estas dos fueron las seleccionadas de una combinación con otras, como remolacha, apio, tanto en forma de jugo o de ralladura de la hortaliza, además con el agregado de azúcar o de edulcorante. Por supuesto que hubo compañeros y amigos valientes que se animaban a probar las diferentes combinaciones para llegar a la que resultaba más aceptada.
El producto final que lograron tenía buena aceptación entre quienes lo probaron. La acelga la picaron muy fina y se agregaba en “forma de lluvia”, dándole un aspecto visual interesante. En el caso de la zanahoria, se utilizó el jugo. Ese trabajo posteriormente fue retomado por otro grupo de chicos, en este caso de la Licenciatura en Nutrición, para ver el impacto que tenía en guarderías, donde ellos realizaban su práctica. Se intentó mejorarlo, pero debido al escaso tiempo que disponían, solo alcanzó para hacer algunas degustaciones. Cuando recuerdo este trabajo, que con las dificultades propias de hacer algo diferente y aplicando los conocimientos a lo largo de la carrera y teniendo en cuenta que esto lo ven en el último año de su cursada, veo que muchas veces la realidad marca tiempos y acciones diferentes que hacen que esas cuestiones nos lleven por otros caminos que los que se proponen cuatro o cinco años antes, al momento de empezar la carrera.


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