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Bebés robados: 23, 24 y 25 de marzo

 Bebés robados: 23, 24 y 25 de marzo

Por monseñor Jorge Eduardo Lozano (*) -  El miércoles 23 nos enteramos de una noticia que suscitó en nosotros alegría e indignación, ternura y mucha bronca. Liz Sebastiana fue robada a su mamá hace 3 meses. Sandra, la mamá, tiene 19 años y fue traída desde Paraguay con promesas falsas de un trabajo y lugar de vivienda para ella y su beba.


Pero la finalidad era despojarla de la pequeña, venderla y anotarla de modo fraudulento truchando su acta de nacimiento. A Sandra, también querían venderla para el “mercado” de la prostitución.
Una organización criminal se ocupaba de modo sistemático de este tipo de “operaciones”.
¿Cuántas vidas fueron robadas de este modo? ¿Cuántas chicas prostitutas en locales disfrazados de otra cosa tienen este origen?
Hace poquitas semanas fue noticia la cantidad de prostíbulos que funcionaban en diversos barrios de la ciudad de Buenos Aires con protección policial. El mal, el apriete, la coima, son gusanos —ladillas, sanguijuelas— que corroen nuestras instituciones.
No menos desgarrador fue escuchar el jueves 24 testimonios de otras vidas robadas durante la dictadura militar instalada hace 35 años en nuestro país.
Secuestros, torturas, muerte. Y también el robo de bebés. Otra operación sistemática, esta vez concretada —o al menos tolerada y silenciada— por el Estado, por el gobierno de facto.
Nos enteramos de mujeres embarazadas que también fueron llevadas con engaño u ocultamiento, a sus esposos o novios o compañeros, a sus papás y mamás, de espaldas a toda la sociedad.
Niños y niñas, bebés, eran “botín” codiciado y manoseado.
Al mismo tiempo y muy cerca coexistían bandas criminales que maltrataban la vida adulta, torturaban la vida joven, y robaban la vida niña.
A todo ser humano con entrañas de comprensión también le repugna y duele semejante barbarie y desprecio de la vida. Si una vida, por más pequeña que sea, puede ser tratada de este modo sin rechazo firme de toda la sociedad, estamos en serio peligro todos.
El viernes 25, Día del Niño por Nacer. Justo nueve meses antes de la Navidad, fecha en que conmemoramos el nacimiento de Jesús niño. Desde la fe cristiana somos llamados a cuidar la vida desde el inicio, porque en ella late la misma vida de Jesús.
Y también nos sabemos comprometidos con toda la vida. La vida concebida en Argentina, Paraguay, Brasil, Israel, Libia, Egipto… La que es llevada en brazos blanquitos, y la que es acurrucada en brazos bronceados.
La vida es muchas veces pisoteada.
Pero gocémonos con la imagen de Sandra con Liz Sebastiana junto a su corazón, de donde nunca debió ser arrancada. Me quedo con su foto que fue tapa de los diarios: son conmovedoras por la ternura y consuelo que expresan. Sandra y Liz Sebastiana parecían una imagen de estampita de la Virgen María abrazando al Niño Jesús. En algo todas las madres del mundo se parecen.
Comprometernos con la vida es comprometernos con desterrar la corrupción y la impunidad.
Jesús enseñó: “Lo que hicieron con alguno de mis hermanos más pequeños, lo hicieron conmigo”.

(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y miembro de la Comisión Pastoral Social.


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