8 de marzo, una fecha que no se festeja
Por Santiago Senén González
El Día de la Mujer, 8 de marzo, no es un festejo. Por el contrario, es una conmemoración. Eran momentos en que las mujeres no tenían el actual rol que determinó, por ejemplo, en Argentina, en épocas recientes, dos presidentas como María Estela Martínez de Perón y Cristina Fernández de Kirchner. Y a pocos años de distancia y a muchos kilómetros, Golda Meir en Israel.
Y en el Cono Sur, los ejemplos la brasileña Dilma Rousseff o la chilena Michelle Bachelet. Sin dejar de lado que en uno de los países más grandes y poderosos del mundo otra mujer, Hillary Clinton, peleó la presidencia de los Estados Unidos.
Nosotros tenemos más que otros ejemplos. Desde la doctora Alicia Moreau de Justo hasta Eva Perón, a cuyo empuje obedece que la mujer hoy tenga derecho al voto.
La verdadera historia
Según una versión, en los años de 1908, miles de costureras estadounidenses de la ciudad de Nueva York se declararon en huelga para exigir mejoras salariales, una reducción de la jornada laboral y un entrenamiento vocacional adecuado. Durante la medida de fuerza, 129 trabajadoras murieron quemadas en un incendio, al parecer intencional, en la fábrica textil neoyorquina “Cotton”. Otros historiadores sostienen también que hubo un gran incendio con más de 110 trabajadores muy jóvenes e inmigrantes muertos el 25 de marzo de 1911, en su gran mayoría eran mujeres, pero ubican el hecho en otro escenario en la fábrica de blusas El Triángulo en la misma ciudad estadounidense. En ambos casos se adjudica, por una u otra razón, la culpabilidad empresaria por el siniestro. Pero hay que tener en cuenta que ya desde de marzo de 1857, anualmente, mujeres trabajadoras en especial del gremio del vestido salían a protestar en demanda de jornadas laborales de 12 horas y condiciones dignas de labor.
Finalmente, el Día Internacional de la Mujer, fue aprobado por la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas celebrada en Copenhague (Dinamarca) en 1910 por una moción de la dirigente del gremio textil, Clara Zetkin, quien años más tarde, entre 1920 y 1933, fue diputada por el partido comunista alemán. La vida de esta luchadora tiene ribetes novelescos. Fue compañera y amiga de la legendaria Rosa de Luxemburgo y con ella actuó en varios congresos y manifestaciones de la época.
Se recuerda que en 1889 durante el Congreso de la Segunda Internacional Socialista, - se instituyó el 1º de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores-, la delegada Zetkin usó de la palabra para promocionar lo que fue después realidad: el Día de la Mujer.
Desde ese momento – o sea 1910 - se conmemoró esta fecha por la consideración de la mujer en un pie de igualdad con el hombre en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, entre otros países. La Asamblea General de la ONU, en el año 1977, declaró al 8 de Marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer.
En la Argentina, la lucha de las mujeres comenzó poco después de la independencia. Cuando ya el país era libre, se convocó a la Asamblea Constituyente de 1813, que aprobó una gran reforma social. En la sesión del 2 de febrero, sancionó la "libertad de vientres". Esto significó una gran conquista y el comienzo de la desaparición de la esclavitud, porque todos los niños nacidos de esclavas, a partir del 31 de enero de ese año, fueron considerados libres.
En 1913 se aprobó la Ley 9143 conocida como "Ley Palacios" pues fue el legislador socialista Alfredo Palacios su autor. En su articulado se fijan "penas para los corruptores o los que promovieran la prostitución y corrupción de mujeres mayores de 18 años y menores de 22, aunque mediare la voluntad de las víctimas"
Ocho años después se produce otra jalón en esta pugna por la igualdad. En la Unión Telefónica, compañía cuyo personal era en su mayoría femenino, se despidió a una empleada- Se había casado y eso estaba prohibido. La trabajadora atacó al supervisor que la denunció por ese hecho y fue detenida. Una movilización que incluso llego a la legislatura determinó su liberación.
Los años pasaron con distintas alternativas, un abismo que, aún con luces y sombras, separa nuestros días de esas horas atribuladas. El camino no terminó pero la lucha con muchos sinsabores, jalonada con algunos triunfos, continúa…
(*) Santiago Senén González. Periodista, historiador
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