Aire limpio, también en el campo
Con la realización de actividades de divulgación sobre medidas preventivas hechas este lunes, jornada en que se conmemoró el Día Mundial contra el Cáncer, la coordinadora del programa municipal puso énfasis en la aparición de la enfermedad a edades tempranas, debido a la contaminación ambiental y otros factores.
Y si bien en Gualeguaychú se realizan tareas educativas respecto de la contaminación del aire y el agua, tema sobre el que la Asamblea Ciudadana Ambiental mantiene un trabajo sin pausas, hay que recordar un elemento que se sabe, es parte del problema: los agroquímicos que se utilizan para las distintas producciones agrícolas.
Son estos productos los que con cada lluvia escurren hacia los cursos de agua contaminándolos, cuando no ya en forma directa, al lavarse los tanques y envases utilizados.
También afectan el aire y de esto puede darse cuenta tras recordar todos los casos en que una deriva a causa del viento ha hecho que la fumigación caiga sobre una escuela, un establecimiento, una familia.
Y ni hablar de lo que pueden padecer quienes manipulan estos productos.
De allí que los profesionales de la salud alerten sobre los riesgos de envenenamiento por plaguicidas y también sobre potenciales enfermedades degenerativas o congénitas.
Esto, hay que decirlo, ya no resiste la intencionada desacreditación de que se trata de ciencia ficción.
Es una realidad tan palpable sobre la que, vaya a saberse por qué razón, no se dan estadísticas.
Y si bien el negocio agrícola es uno de los pilares de la riqueza del país, esto no lo excusa a la hora de hablar de contaminación ambiental.
Y así como están quienes consideran una desmesura hablar de agrotóxicos en lugar de denominar agroquímicos a estos productos, lo cierto es que la realidad da sus muestras,
y son inapelables.
Y si bien en Gualeguaychú se realizan tareas educativas respecto de la contaminación del aire y el agua, tema sobre el que la Asamblea Ciudadana Ambiental mantiene un trabajo sin pausas, hay que recordar un elemento que se sabe, es parte del problema: los agroquímicos que se utilizan para las distintas producciones agrícolas.
Son estos productos los que con cada lluvia escurren hacia los cursos de agua contaminándolos, cuando no ya en forma directa, al lavarse los tanques y envases utilizados.
También afectan el aire y de esto puede darse cuenta tras recordar todos los casos en que una deriva a causa del viento ha hecho que la fumigación caiga sobre una escuela, un establecimiento, una familia.
Y ni hablar de lo que pueden padecer quienes manipulan estos productos.
De allí que los profesionales de la salud alerten sobre los riesgos de envenenamiento por plaguicidas y también sobre potenciales enfermedades degenerativas o congénitas.
Esto, hay que decirlo, ya no resiste la intencionada desacreditación de que se trata de ciencia ficción.
Es una realidad tan palpable sobre la que, vaya a saberse por qué razón, no se dan estadísticas.
Y si bien el negocio agrícola es uno de los pilares de la riqueza del país, esto no lo excusa a la hora de hablar de contaminación ambiental.
Y así como están quienes consideran una desmesura hablar de agrotóxicos en lugar de denominar agroquímicos a estos productos, lo cierto es que la realidad da sus muestras,
y son inapelables.
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