Buen Día
# Cuidar la cultura
El Teatro Gualeguaychú cumple hoy 93 años. El edificio de la calle Urquiza se inauguró un 12 de junio de 1914 y representa el fruto final del esfuerzo de 20 ciudadanos de Gualeguaychú que dispusieron de los recursos para que la obra se empezara a construir en 1910. La construcción, que tiene influencias del estilo italiano en su arquitectura, tuvo a la Opera ?Aída? de Verdi como protagonista de su inauguración y además tuvo el orgullo de contar con la presencia de Carlos Gardel en 1919.
Este pasado de esplendor contrasta abiertamente con la realidad actual. Hubo muchas personas que en estos últimos años han hecho esfuerzos para que el teatro siga vivo. Tal es el caso de Silvana Ferrari, Nina Fuentes, Silvia Marchesini y hasta el mismo Instituto Magnasco, que han contratado las instalaciones para que diferentes números artísticos pudieran expresarse en su escenario natural y lógico. Pero quizás sea Nora Salzman la persona que más haya hecho por el citado edificio. A costa de esfuerzo y sacrificio, Salzman pudo traer más de cien piezas teatrales, entre las que se destacan las obras de Cibrian y Mahler.
La municipalidad pareciera, sin embargo, no haber acompañado lo suficiente. No sólo no se le ha dedicado el presupuesto necesario, sino que ni siquiera se le invirtió el dinero recaudado por el municipio en concepto de alquiler. Fue así que la gente que trajo espectáculos no sólo no tuvo apoyo, sino que enfrentó obstáculos. A modo de ejemplo, en la última ordenanza se dictaminó que además del pago del alquiler del teatro, se debía abonar 5% en concepto de tasa municipal por cada espectador que pagara la entrada. Por si fuera poco, también se lo usó muchas veces como fuente de recaudación, alquilándose el edificio para actividades ajenas al arte como iglesias evangelistas y ferias americanas. En resumidas cuentas, el teatro tiene un estado no deseado, sobresaliendo la falta de limpieza y el estado de abandono. Las obras prometidas iban a empezar en mayo, pero estamos a mediados de Junio y todavía no hay indicios de su comienzo.
Como aspecto positivo, se rescata el techo que fuera construido con dinero que mandó la Nación y algunos trabajos realizados en la parte eléctrica.
A pesar de todo, las personas relacionadas de alguna forma con la cultura conservan la esperanza de que en el futuro se revierta la situación.
A los efectos de darle el justo valor al Teatro Gualeguaychú, convendría recordar las palabras que alguna vez dijera García Lorca: ?Un pueblo que no mantiene vivo (en todo sentido) su teatro, si no está muerto, está moribundo?.
# Evolución a la francesa
?Hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. El pensamiento único es el del que lo sabe todo, y que condena la política mientras la practica.
No vamos a permitir mercantilizar el mundo en el que no quede lugar para la cultura: desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos habían impuesto el relativismo. La idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes.
Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado.
Que no había nada sagrado, nada admirable. Era el eslogan de mayo del 68 en las paredes de la Sorbona: "VIVIR SIN OBLIGACIONES Y GOZAR SIN TRABAS". Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo.
Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor.
Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Voy a rehabilitar el trabajo.
Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: "SE HA ABIERTO UNA FOSA ENTRE LA POLICIA Y LA JUVENTUD": los vándalos son buenos y la Policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente, inocente.
Defienden los servicios públicos, pero jamás usan un transporte colectivo. Aman tanto la escuela pública, pero sus hijos estudian en colegios privados. Dicen adorar la periferia y jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún okupa, pero no aceptan que se instalen en su casa.
Esa es la izquierda que desde mayo del 68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que atiza el odio a la familia, a la sociedad y a la República. Esto no puede ser perpetuado en un país como Francia y por eso estoy aquí.
No podemos inventar impuestos para estimular al que cobra del Estado sin trabajar. Quiero crear una ciudadanía de DEBERES?.
Discurso de Sarkozy al asumir la presidencia de Francia.
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