Ciudadanos y sociedades solidarias
Son muchas las organizaciones no gubernamentales, asociaciones, instituciones o simplemente agrupaciones de personas que se abocan en la ciudad a realizar acciones solidarias.
Esta tendencia, que ha crecido en los últimos años da cuenta de cambios culturales y sociales que tienen que ver con prestar atención, mirar y ver a quien está a nuestro alrededor, poder ponerse en el lugar del otro, conmoverse y accionar en consecuencia. Y esto no es un dato menor, sino que estos gestos dan cuenta de cambios que tienen que ver con una superación de actitudes egoístas e individualistas y del reemplazo de las mismas por miradas más amplias que consideran al prójimo.
Pero, más allá de que estos proyectos son importantes aún falta que en el día a día todos los ciudadanos tengan actitudes solidarias que redunden en ser sociedades solidarias.
Con esto se hace referencia no sólo a cuestiones edilicias que tienen que ver con una mayor accesibilidad e integración de aquellas personas que poseen dificultades motrices, de visión o discapacidades; sino con pequeñas actitudes que demuestren que el otro nos importa. Respetar a las personas adultas mayores, ser solidarias con ellas y no permitir que estén parados haciendo una cola mientras uno ocupa las sillas que hay en el lugar o dar el paso a la persona que está detrás de mí cuando da muestras de tener algún impedimento para hacer la cola, o cuando nos lo dice, son cuestiones que deben despertar nuestra solidaridad. También es importante poder ponerse en el lugar del otro y, por ejemplo no ocupar los espacios que están destinados a las personas con dificultades para movilizarse o no estacionar el vehículo en las rampas para discapacitados ya que, por más que sea sólo por unos minutos, puede haber una persona que no pueda gozar de su derecho a circular por esa actitud egoísta.
Ser ciudadanos solidarios no tiene un costo, tampoco lleva mucho tiempo, ni implica demasiado gasto de energías, se trata de cambios de actitudes y de maneras de encarar la vida que pueden forjar una sociedad mucho mejor que la que tenemos.
Pero, más allá de que estos proyectos son importantes aún falta que en el día a día todos los ciudadanos tengan actitudes solidarias que redunden en ser sociedades solidarias.
Con esto se hace referencia no sólo a cuestiones edilicias que tienen que ver con una mayor accesibilidad e integración de aquellas personas que poseen dificultades motrices, de visión o discapacidades; sino con pequeñas actitudes que demuestren que el otro nos importa. Respetar a las personas adultas mayores, ser solidarias con ellas y no permitir que estén parados haciendo una cola mientras uno ocupa las sillas que hay en el lugar o dar el paso a la persona que está detrás de mí cuando da muestras de tener algún impedimento para hacer la cola, o cuando nos lo dice, son cuestiones que deben despertar nuestra solidaridad. También es importante poder ponerse en el lugar del otro y, por ejemplo no ocupar los espacios que están destinados a las personas con dificultades para movilizarse o no estacionar el vehículo en las rampas para discapacitados ya que, por más que sea sólo por unos minutos, puede haber una persona que no pueda gozar de su derecho a circular por esa actitud egoísta.
Ser ciudadanos solidarios no tiene un costo, tampoco lleva mucho tiempo, ni implica demasiado gasto de energías, se trata de cambios de actitudes y de maneras de encarar la vida que pueden forjar una sociedad mucho mejor que la que tenemos.
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