De cara al nuevo año, la posibilidad de repensarnos como protagonistas de nuestra propia historia
Por María Ester Etchebarne *
Aunque objetivamente un día sucede al otro, el cambio de año, como el de la edad, nos alerta sobre nuestra propia finitud, sobre cómo estamos administrando nuestro tiempo. De manera consciente o inconsciente, hacemos un balance del fin de ciclo. Se movilizan vivencias "escondidas" de temas no resueltos. Aparecen en primer lugar las pérdidas, el dolor por la partida de un ser querido, por un divorcio, o por anhelos que no se concretaron.
En algunas personas, la sensación de inseguridad, de angustia, ansiedad o miedo se instalan en sus mentes y tratan de “detener” el tiempo que, implacable, avanza de todos modos. Pueden experimentar una sensación de vacío, que se manifiesta incluso a nivel corporal. A este vacío, intentan mitigarlo con ocupaciones múltiples, compras, reiteradas cirugías estéticas, adicciones y otras vías de escape que calman en el momento pero ahondan las heridas que fueron ignoradas y que sin embargo, poseen un potencial curativo.
En otras personas, los desengaños y frustraciones suelen tener su origen en la magnitud de sus expectativas, muchas de ellas puestas en los hijos o en otras personas, razón por la que se atribuyen a los demás los magros resultados. Así, se descargan sobre otros enojos y rencores y se debilitan los lazos afectivos.
No ocurre esto cuando nos sentimos protagonistas y no víctimas de nuestra propia historia. Reconocemos los errores, valoramos lo bueno que hemos hecho y lo que hemos aprendido en el trayecto. Esta experiencia se comporta como una bisagra entre el pasado y el futuro. Entonces, desde otra perspectiva, de cara hacia el nuevo año es fundamental percibir aspectos que están conectados con nuestro poder, con nuestras capacidades, habilidades, proyectos y anhelos que esperan ser realizados.
En primer lugar, es preciso conectarse con el AHORA. El presente se entrega cargado de innumerables posibilidades para seguir creciendo como seres humanos e invita a soltar las cargas negativas y las creencias limitantes, para que podamos abrirnos desde la incertidumbre a lo nuevo, al devenir de la vida. En segundo lugar, es importante conectarse con el QUIERO, que es la palanca que nos motiva, que activa nuestra pasión más allá de los obstáculos, nuestra determinación para concretar tareas, nuestra capacidad de trabajo constante para lograr la realización de la propia vocación, obtener inspiración, concretar anhelos y desempeñar nuestra misión en el mundo.
Ni en el pasado ni en el futuro estamos conectados con la vida. Sólo tomando conciencia de que el presente es lo único que tenemos para sentirnos vivos y dando cada paso desde ahí, mirando cada hora y cada día como un regalo que se nos ofrece, podemos crecer. Nuestra determinación de llegar a un objetivo se potencia cuando, día tras día, disfrutamos y aprendemos desde el amor y la gratitud, en el camino hacia la meta.
*La autora es psicóloga, especializada en psicodiagnósticos, psicoterapias y EMDR y autora de Ampliando la Mirada, técnica psicodiagnóstica a través de imágenes.
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