Día del trabajador
Por Jorge Pedro Jurado (*)
El lunes 1° de mayo es el día del Trabajador ya que se conmemora en todo el mundo la brutal represión que sufrieron los obreros de una fábrica en la ciudad de Chicago en los Estados Unidos de América en el año 1886. En esa época, los trabajadores de ese país y en muchísimos otros países del mundo tenían jornadas laborales de hasta 18 horas. Carecían de derechos y beneficios, no tenían protección ante los riesgos de accidentes que su labor le podía ocasionar y muchas veces la paga era solo la comida y la vivienda para él y su familia.
Esa fecha también se recuerda en nuestro país desde el año 1930 cuando el presidente Hipólito Yrigoyen decretó el 1° de mayo como fiesta del trabajo en toda la República Argentina.
A fines del siglo XIX y comienzos del siguiente la masa de trabajadores era enorme ya que se necesitaba mucha mano de obra en las empresas, en las fábricas y en el campo. Toda labor era con el esfuerzo y las manos de los trabajadores. Existían maquinarias, pero estas dependían de obreros y no había tecnología ni nada parecido y la que existía era rudimentaria si la comparamos con la actual. Por ese motivo los trabajadores comenzaron a exigir más horas para el descanso, para el ocio y también tiempo para tener la posibilidad de estar con sus familias en el hogar. Mayoritariamente solo había trabajo para los hombres y las mujeres se quedaban a cuidar los hijos y hacer los quehaceres domésticos o algunos trabajos como maestras o empleadas, aunque también había mano de obra femenina que, igual que los hombres, carecían de derechos laborales.
Esa era la reivindicación que miles de obreros querían o más bien exigían ese recordado 1° de mayo del año 1886.
Desde entonces se conmemoran esas luchas y los derechos conseguidos por los trabajadores, derechos que han sido reconocidos por la mayoría de las naciones capitalistas. En nuestro país fueron materializados en la Constitución Nacional, leyes complementarias y en convenciones colectivas de trabajo. Así se consiguió la reducción de la jornada laboral, nacieron las obras sociales que cubren a los trabajadores y sus familias contra enfermedades y accidentes de trabajo. Se obtuvo el derecho a tener jubilaciones por invalidez y vejez. También los trabajadores obtuvieron derecho al descanso y vacaciones pagados, aguinaldo, indemnización por despido, el salario mínimo vital y móvil, el derecho a gozar de igual remuneración por igual tarea e incluso la participación en las ganancias de las empresas como reconoce nuestra Ley Fundamental.
Con el tiempo los trabajadores se aglutinaron en asociaciones gremiales y sindicatos para tener representantes por medio de elecciones y poder así unificar sus pedidos y discutir con los empleadores condiciones de trabajo y sus mejoras. Bien sabemos que algunos representantes sindicales no solamente se han eternizado en sus cargos sino también se han llenado sus bolsillos de dinero cooptando con el poder de turno o presionando a las empresas con la amenaza del derecho de huelga que consagra nuestra Constitución Nacional.
En el marco internacional existe una organización llamada Organización Internacional del Trabajo (OIT) que se encarga de desarrollar y supervisar la aplicación de las normas internacionales que se convierten en convenciones con fuerza de ley en los países adheridos y efectúa recomendaciones a los países miembros como es nuestro caso. Estas normas cubren todos los aspectos del mundo del trabajo y fijan principios básicos y derechos con el fin de garantizar un trabajo digno para todos los ciudadanos.
Con el tiempo el trabajo se fue haciendo más justo y equitativo, incluyendo a las mujeres, a las personas con capacidades diferentes y sin hacer diferencia de géneros.
Hoy los jóvenes tienen oportunidades de hacer sus primeras armas en puestos denominados pasantías donde aprenden a aplicar sus conocimientos y adquieren experiencia.
Pero por otro lado existen sucesos o progresos – si se los puede denominar así – que conspiran contra los trabajadores o modifican sus condiciones lo que no se puede evitar.
Recordemos tan solo la pandemia del Covid 19 que dió lugar al llamado teletrabajo, trabajo virtual o “home office” como se le dice comúnmente y que vino para quedarse definitivamente. Esta nueva modalidad laboral produjo cambios y decisiones que hace que las empresas reduzcan sus oficinas pues muchos trabajan desde sus hogares, las empresas se mudan a países más beneficiosos económicamente hablando y nacen nuevos conceptos remuneratorios como parte del salario por ejemplo el pago de internet a cargo de los empleadores. Hoy también hay cursos de capacitación virtuales y reuniones de trabajo que reducen costos de traslados. Todo se está transformando. Hay profesiones o carreras universitarias que hace años no existían y otras que la tecnología hará desaparecer. Hay mucho trabajo informal y para bajar costos las empresas obligan a los trabajadores a convertirse en los llamados monotributistas. En fin, todo está cambiando en el mundo del trabajo.
La globalización hace que cada día existan menos oportunidades laborales y más desocupación para un sector importante y por el contrario hay nuevas oportunidades para quienes son expertos en sistemas. También hay una gran cantidad de jóvenes que deben emigrar para intentar conseguir un trabajo en el exterior y lo más preocupante es la llamada inteligencia artificial que traerá como consecuencia la robotización de tareas y la eliminación de profesiones, trabajos u oficios en los cuales el ser humano era esencial a fines del siglo XIX y casi todo el siglo XX, y mucho tememos que en un futuro muy cercano el hombre se verá amenazado por esa tecnología.
Ya veremos. Hoy es hoy y no nos adelantemos. Celebremos el día de todos los trabajadores que a su debido tiempo Dios proveerá.