La responsabilidad de la gente
Por Cr. Luis Alberto Dalcol, 10/2023
Se advierte que esta abstracción se la hace en términos o métodos de generalización.
¿Quién es la gente?, la gente somos todos. Es la pluralidad de las personas humanas. Dentro de ese universo hay infinidad de conjuntos que la componen. Para el interés de esta reflexión es útil integrarla entre los elegidos y los que eligen. Electos y electores, aunque sepamos que los electos también son electores. Aquí, la gente son los que eligen, los que votan.
El título, asimismo, refiere a la responsabilidad; que del “responsum” latino aproxima a responder. Responder también admite distintas posibilidades, por ejemplo responder jurídicamente, éticamente, moralmente. Para definirla en la intención concernida se usa la palabra en sentido comunitario: como vivimos con otros, nos obligamos a responder a los demás. Esa es la responsabilidad de la gente.
LA GENTE REPRENDE
Buena parte de la sociedad critica a la dirigencia política. No le falta razón. Los índices más básicos - sociales y económicos - son claramente demostrativos para justificar ese “broncazo”. Mas la dirigencia política gobierna por responsabilidad de la gente.
La dirigencia se elige por la voluntad de la mayoría de la gente, porque la democracia es un sistema que dispone que gobierne el más votado. Es un sistema reconocido y no cuestionado, aunque es sabido que se sostiene en una falsedad. La lógica la nomina falacia “ad populum”. Un error del razonamiento que acepta que se valide como verdad o cierto a la decisión de la opinión pública mayoritaria. La lógica se asienta en la razón, no en el volumen o la magnitud de los que sustenten una idea o una providencia.
LA GENTE NO ES CRITICADA
De regreso a cómo “responde” (o ejerce la responsabilidad) la gente, su actuación en definitiva se confunde con los gobiernos que elige. Por ello también debería recibir la bronca, con la misma fuerza que la impele a la dirigencia. Con uno mismo, o con la mayoría del sector al que pertenece, con la gente.
Somos responsables de los desaciertos que criticamos. De los desaciertos en los endeudamientos, emisiones, déficit. De la corrupción económica en la obra pública, de los bolsos, de la rosadita, de los chocolates, de paseos en barco y demás. De la corrupción ética en la prelación de la vacuna, de la falsa cuarentena oficial y hechos similares. De la demagogia, de ilusionistas y débiles de equilibrio emocional. De la inflación, de la pobreza.
Estamos a poco tiempo de volver a responder a los demás. A no equivocarnos, a acertar. Para ponderar a los próximos gobernantes y sacarnos la misma mochila que cargamos a la dirigencia, como si no tuviéramos nada que ver.