Por una campaña política verde
Si hay algo que caracterizó a nuestra ciudad del resto de la provincia, fue su constante lucha por mejorar el medioambiente.
Desde nuestro grito en contra de la pastera, el tratamiento de los efluentes cloacales, la descontaminación de los PCB, el cambio de la cañería de volcado de los efluentes cloacales del Parque Industrial entre otros aspectos. Ahora habría que preguntarse por qué los partidos políticos en plena campaña también no adoptan la cultura de la campaña limpia sin ruidos molestos, sin folletos que ensucien las calles o pegatinas que arruinen el espacio urbano al generar una contaminación visual.
Tal vez uno de los desafíos de los nuevos concejales que asumirán el 11 de diciembre próximo será el de diseñar proyectos de ordenanzas que orienten a una campaña política más limpia.
Es lamentable ver como la publicidad rodante, que no respeta horarios ni decibeles provoca una enorme contaminación sonora a un centro ya recargado de vehículos y ruidos.
En el tradicional paseo dominical de la Costanera, hoy la gente que va a buscar esparcimiento a la zona ribereña es acosada con volantes de los partidos que explican sus plataformas electorales, pero precisamente como la gente va a descansar y desenchufarse no tarda en deshacerse de ellos acumulando más basura en la calle.
Esta claro que el volante muchas veces es la manera más fácil y económica que tiene un partido en hacer conocer su propuesta electoral, pero tampoco se miden las consecuencias de la basura que ese método genera en la calle y el costo que le genera al contribuyente al tener que emplear mano de obra municipal para levantarla.
Una campaña limpia puede hacerse con cartelería móvil que se estacione en un lugar de alto tránsito de vehículos y peatones, para luego rotar a otro lugar. Utilizar las redes sociales o correo electrónico o una carta de cada candidato que acerque las propuestas a los domicilios de las personas sin necesidad de llevar la publicidad rodante a los barrios.
Una vez más los partidos piden nuestros votos, pero poco hacen para generar ideas innovadoras que vayan de la mano con la política ambiental ciudadana.
Tal vez uno de los desafíos de los nuevos concejales que asumirán el 11 de diciembre próximo será el de diseñar proyectos de ordenanzas que orienten a una campaña política más limpia.
Es lamentable ver como la publicidad rodante, que no respeta horarios ni decibeles provoca una enorme contaminación sonora a un centro ya recargado de vehículos y ruidos.
En el tradicional paseo dominical de la Costanera, hoy la gente que va a buscar esparcimiento a la zona ribereña es acosada con volantes de los partidos que explican sus plataformas electorales, pero precisamente como la gente va a descansar y desenchufarse no tarda en deshacerse de ellos acumulando más basura en la calle.
Esta claro que el volante muchas veces es la manera más fácil y económica que tiene un partido en hacer conocer su propuesta electoral, pero tampoco se miden las consecuencias de la basura que ese método genera en la calle y el costo que le genera al contribuyente al tener que emplear mano de obra municipal para levantarla.
Una campaña limpia puede hacerse con cartelería móvil que se estacione en un lugar de alto tránsito de vehículos y peatones, para luego rotar a otro lugar. Utilizar las redes sociales o correo electrónico o una carta de cada candidato que acerque las propuestas a los domicilios de las personas sin necesidad de llevar la publicidad rodante a los barrios.
Una vez más los partidos piden nuestros votos, pero poco hacen para generar ideas innovadoras que vayan de la mano con la política ambiental ciudadana.
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