Que el apuro… no te mate
En la ciudad casi todos los días suceden accidentes de tránsito en la ciudad en los que pueden estar involucrados peatones, ciclistas, motociclistas y automovilistas, de manera indistinta, pero que son víctimas o victimarios de hechos de tránsito de diversas gravedad.
Y no es un disparate decir que ya forman parte del panorama de la ciudad. Si se sale a la calle y se observa el tránsito cortado, enseguida se piensa “seguro ocurrió otro accidente”, lo que indica que ya estamos acostumbrados a estos acontecimientos.
Y no está bien naturalizar hechos de estas características, que en algunos casos pueden ser leves y en otros pueden terminar con la vida de alguien.
Si vemos como normal los hechos de tránsito debemos ver como normal lo poco que se valora la vida, tanto la propia como la de los demás.
Apuro, en la mayoría de los casos, negligencia, en otros, una distracción e irresponsabilidad, y en el menor de los casos una falla mecánica son sin duda las causantes de choques.
Pero habría menos accidentes si por sobre todos estos motivos que muchas veces son los que dominan nuestra rutina, se colocaran la vida, la salud y la seguridad de los ciudadanos.
En los tiempos que se viven, donde la velocidad, el apuro, las urgencias y la locura misma parecen dominar nuestras vidas, no se debe olvidar que hay cuestiones mucho más trascendentes. Lo más preciado que se tiene es la vida; por lo que debemos cuidarla con cada uno de nuestros actos.
Y no es un disparate decir que ya forman parte del panorama de la ciudad. Si se sale a la calle y se observa el tránsito cortado, enseguida se piensa “seguro ocurrió otro accidente”, lo que indica que ya estamos acostumbrados a estos acontecimientos.
Y no está bien naturalizar hechos de estas características, que en algunos casos pueden ser leves y en otros pueden terminar con la vida de alguien.
Si vemos como normal los hechos de tránsito debemos ver como normal lo poco que se valora la vida, tanto la propia como la de los demás.
Apuro, en la mayoría de los casos, negligencia, en otros, una distracción e irresponsabilidad, y en el menor de los casos una falla mecánica son sin duda las causantes de choques.
Pero habría menos accidentes si por sobre todos estos motivos que muchas veces son los que dominan nuestra rutina, se colocaran la vida, la salud y la seguridad de los ciudadanos.
En los tiempos que se viven, donde la velocidad, el apuro, las urgencias y la locura misma parecen dominar nuestras vidas, no se debe olvidar que hay cuestiones mucho más trascendentes. Lo más preciado que se tiene es la vida; por lo que debemos cuidarla con cada uno de nuestros actos.
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