Tenemos la veta y hay que explotarla
El fin de semana largo -al que el buen tiempo le sumó unos cuantos puntos- fue una demostración de cómo ha crecido Gualeguaychú como ciudad y como destino turístico.
Las colas interminables de vehículos esperando para regresar a la ciudad, provenientes de lugares como el balneario sobre el Río Uruguay, las termas, Pueblo General Belgrano y el Parque Unzué constituyeron un problema que se reitera pero de manera especial, fueron el dato de la realidad: la ciudad tuvo una considerable cantidad de visitantes.
Y esto debe ser atendido porque es una posibilidad cierta la de trabajar con el turismo.
Y por esta razón debe acentuarse todo lo que guarde relación con esta actividad: los espacios para recreación, los hospedajes, los locales de gastronomía, los comercios, en definitiva, un alto porcentaje de prestaciones que deben estar a la altura de lo que se demanda.
Para evitar comparaciones poco felices, lo mejor será que Gualeguaychú se defina, desde la actitud de su gente, como ciudad turística.
Y esta actitud tiene que virar hacia aquello que quizá para nosotros, por tenerlo, no apreciamos como lo hacen quienes vienen buscando un descanso.
Y se sabe que esta gente tiene cada día en su lugar de residencia, el padecimiento de los embotellamientos y colas.
Y que viene buscando la naturaleza que aquí se encuentra a sólo minutos del centro.
Ahora, de manera concreta, se ha anunciado el lugar donde se emplazará el nuevo puente sobre el Río Gualeguaychú.
No está de más marcar esta necesidad, porque cuanto más fluido sea el tránsito desde o hacia la ciudad, mejor será la provisión de alimentos, bebidas, insumos elementales para quienes están de paso y los solicitan.
También para quienes vivimos aquí contar con otra vía de comunicación ya resulta imperioso.
No basta con tener el diagnóstico y tampoco con anunciar las soluciones: hay que poner manos a las obras para no interrumpir el desenvolvimiento turístico, del que muchas familias viven.
Gualeguaychú tiene esa veta y hay que trabajarla, como quien lo hace en busca de una piedra preciosa.
Las colas interminables de vehículos esperando para regresar a la ciudad, provenientes de lugares como el balneario sobre el Río Uruguay, las termas, Pueblo General Belgrano y el Parque Unzué constituyeron un problema que se reitera pero de manera especial, fueron el dato de la realidad: la ciudad tuvo una considerable cantidad de visitantes.
Y esto debe ser atendido porque es una posibilidad cierta la de trabajar con el turismo.
Y por esta razón debe acentuarse todo lo que guarde relación con esta actividad: los espacios para recreación, los hospedajes, los locales de gastronomía, los comercios, en definitiva, un alto porcentaje de prestaciones que deben estar a la altura de lo que se demanda.
Para evitar comparaciones poco felices, lo mejor será que Gualeguaychú se defina, desde la actitud de su gente, como ciudad turística.
Y esta actitud tiene que virar hacia aquello que quizá para nosotros, por tenerlo, no apreciamos como lo hacen quienes vienen buscando un descanso.
Y se sabe que esta gente tiene cada día en su lugar de residencia, el padecimiento de los embotellamientos y colas.
Y que viene buscando la naturaleza que aquí se encuentra a sólo minutos del centro.
Ahora, de manera concreta, se ha anunciado el lugar donde se emplazará el nuevo puente sobre el Río Gualeguaychú.
No está de más marcar esta necesidad, porque cuanto más fluido sea el tránsito desde o hacia la ciudad, mejor será la provisión de alimentos, bebidas, insumos elementales para quienes están de paso y los solicitan.
También para quienes vivimos aquí contar con otra vía de comunicación ya resulta imperioso.
No basta con tener el diagnóstico y tampoco con anunciar las soluciones: hay que poner manos a las obras para no interrumpir el desenvolvimiento turístico, del que muchas familias viven.
Gualeguaychú tiene esa veta y hay que trabajarla, como quien lo hace en busca de una piedra preciosa.
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