Un cierre de año turbulento que genera nuevos desafíos
Por Emiliano Rodríguez (NA) El gobierno de Mauricio Macri logró sortear finalmente con éxito la turbulencia más severa por la que debió transitar desde que el ex alcalde de la ciudad de Buenos Aires asumió la Presidencia de la Nación a fines de 2015.
El oficialismo consiguió salir airoso de una situación a todas luces compleja, con la aprobación de la reforma previsional en la cámara de Diputados, aunque terminó magullado e incluso alborotado puertas adentro a causa de los salvajes incidentes ocurridos en la Plaza del Congreso tanto el jueves 14 como el lunes 18 de diciembre pasado sobre todo.
Antes de las fiestas de fines de año, el macrismo tuvo que lidiar con una semana que prácticamente no le dejaba margen para el error y pese a sus reiterados desaciertos en material comunicacional, supo terminar de una pieza e incluso se las ingenió para obtener dividendos políticos de los disturbios ocasionados frente al Parlamento.
En este sentido, los sectores más radicalizados de la izquierda, incluyendo al "rastafari tumbero" aún prófugo de la Justicia, junto a grupos anarquistas y a simpatizantes del kirchnerismo que generaron escenas de caos y destrozos al por mayor en las inmediaciones del Congreso terminaron siendo funcionales al Gobierno.
¿Por qué?
Porque los incidentes que provocaron al atacar brutalmente a los agentes de la Policía de la Ciudad que conformaban el operativo de seguridad acapararon, como no podía ser de otra manera, la atención pública y eclipsaron la masiva movilización que se estaba desarrollando en contra de la reforma jubilatoria cuando empezaron a volar las primeras piedras.
Luego, ya todo se desmadró
Los considerados "anti-sistema", entre quienes se comprobó que figuraba un sargento de la Policía Bonaerense con problemas psiquiátricos que ya fue desplazado de la Fuerza, no solo estropearon esa multitudinaria manifestación, sino que además, permitieron al Gobierno desentenderse casi por completo del reclamo popular y enfocar su discurso en los desmanes y en los revoltosos que los causaron.
Es más, aunque parezca insólito, legisladores de izquierda e incluso del kirchnerismo justificaron los incidentes y hasta se podría decir que los arengaron, al forjar una alianza política para machacar sobre el presunto "robo" que el Gobierno pretendía llevar adelante con los jubilados y el creciente descontento que esta iniciativa provocaba en la gente.
Un sabor agridulce
El revuelo desatado en torno de la reforma previsional, con disturbios afuera y escándalo dentro de la cámara de Diputados, forzó a la gestión macrista a completar un segundo año de mandato con sabor agridulce, ya que el Gobierno logró alzarse con una significativa victoria en las elecciones de medio término, pero finaliza a los tumbos 2017.
Apenas dos meses después de aquella algarabía generada por el resultado de los comicios, en los que Cambiemos recibió el apoyo en las urnas de cuatro de cada 10 votantes e incluso se anotó un empalagoso triunfo sobre la expresidenta Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires, el oficialismo no supo evitar que la oposición instalara la idea de que con el cambio de fórmula se les estaba "robando el dinero a los abuelos (y abuelas)".
No consiguió desactivar esa bomba de tiempo que se estaba gestando y que finalmente le explotó en las manos a un Gobierno que continúa fallando en su estrategia comunicacional: porque si efectivamente esta reforma termina beneficiando a los jubilados en el mediano plazo, como asegura el macrismo, el 60 por ciento de los argentinos cree lo contrario. Así lo indica un sondeo de opinión divulgado recientemente.
* El autor de este artículo es secretario General de Redacción de Noticias Argentinas.
Este contenido no está abierto a comentarios