Importante robo en un campo en Pehuajó Sur
Producir en el sector agropecuario siempre implica asumir riesgos: si el año será “llovedor” o no; los precios de los insumos y los que el mercado determinará cuando se quiera vender lo producido; amén de los valores de otros conceptos como impuestos, maquinarias, renovación de herramientas, servicios, fuentes laborales y demás costos.
Pero de todos los riesgos, tal vez el de la inseguridad sea el que más indignación genere: porque en un instante se puede perder todo o gran parte del esfuerzo de años de trabajo. Y lo que es aún peor: se puede perder algo difícil de tasar… la tranquilidad.
Una vez radicada la denuncia, el Estado moviliza otros costos enormes en materia presupuestaria: desde una fiscalía que impulse la investigación penal preparatoria, la movilización de la policía para las pesquisas, los jueces de Garantías, a veces los defensores oficiales cuando el imputado no tiene abogados particulares, los magistrados que darán la sentencia… en fin… un gasto enorme, para que esa persona responsable de un delito como el que se narra, tenga una pena de pocos meses, y en el peor de los casos la posibilidad de un juicio abreviado y casi siempre una libertad aunque condicionada, que le permite volver a delinquir.
Así, el productor que quiere producir se harta, se cansa, se acobarda. Decide vender todo y ese capital se “coloca” en la rueda especulativa de la “timba” financiera. De la cultura de la producción a la cultura de la especulación la distancia es a veces el cansancio moral de quien quiere apostar por el país.
Este contexto es oportuno para comprender lo que le sucede a un productor que el martes pasado, cuando el sol de la tarde estira las sombras y las herramientas comienzan a descansar en los galpones, recibió una de las peores noticias para una jornada que debería haber sido dedicada al esfuerzo y al trabajo: desconocidos ingresaron a su campo, ubicado en inmediaciones de la Autovía Gervasio Artigas, a la altura del kilómetro 43, en la zona de Pehuajó Sur. No es la primera vez y seguramente no será la última.
Los delincuentes forzaron una de las ventanas de la vivienda; y una vez dentro, se apoderaron de un grupo electrógeno marca “Kushiro”, color rojo, nuevo, tamaño grande; dos tijeras de esquilar; una balanza pilón también nueva, color gris, con sus pesas; y dos baterías de tractor grandes.
Pero la desazón recién comenzaba con ese inventario de pérdida. Al recorrer el campo, se notó la faltante de un lote de veinte animales: diez ovejas y diez corderas; las cuales eran blancas con caras negras.
En la denuncia, el damnificado indicó que el lunes 18 a las 18 horas fue la última vez que hubo personal en el campo; por lo que se deduce que el robo tuvo que haber ocurrido en algún momento de las siguientes 24 horas.
También destacó que las demás ovejas que no pudieron robarse, muchas estaban lesionadas presumiblemente por mordeduras de perros.
La policía movilizó a su personal. Se hizo un relevamiento preliminar. Un investigador con experiencia observó que los delincuentes habían dejado muchas huellas y evidencias. Por lo saqueado en este campo, también se tiene la firme convicción de que actuaron más de una persona. Y entre los indicios más significativos, se destacaron las marcas de las cubiertas de un rodado, presumiblemente una camioneta. Hay que tener en cuenta que en la jornada de ese martes 19 había llovido bastante y la tierra estaba blanda. “Hemos encontrado varios rastros y estamos confiados en que podremos dar con los malhechores”, indicó una fuente vinculada con la investigación.
En una primera evaluación de las consecuencias de la inseguridad, el productor calculó haber perdido como mínimo 60 mil pesos de un solo golpe. “Para unos será mucho, para otros poco. Lo más importante que hemos perdido es la tranquilidad y eso será difícil de recuperar”, completó.
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