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La palabra de la primera denunciante contra Constantino, el intendente abusador: “Yo perdí todo”
Después de denunciar al entonces intendente de Gilbert (PJ) Fabián Constantino, la vida de María Luján Aguirre dio un giro de 180 grados. En esta nota, su palabra, tras la confirmación de que el condenado a 14 años y medio por abuso sexual finalmente irá a la cárcel. “Fueron como tres o cuatro veces que me manoseó”, contó. Y dio detalles del calvario al que fue sometida por el entonces mandamás del pueblo.
Luciano Peralta
Fabián Constantino irá a la cárcel. Los abusos cometidos contra las tres mujeres denunciantes en la pequeña localidad de Gilbert (departamento de Gualeguaychú) fueron comprobados por la Justicia y ratificados en todas sus instancias. El martes, el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos rechazó el pedido de recurso extraordinario federal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, interpuesto por sus abogados. Por lo que, en cuestión de horas, deberá abandonar la prisión domiciliaria y cumplir la condena (14 años y 6 meses) en la cárcel.
María Luján Aguirre, la primera de las mujeres abusadas que, el 9 de agosto de 2021, pudo denunciar lo sufrido, dialogó con EL ARGENTINO, tras conocerse la noticia. “Me sorprendió porque realmente no me lo esperaba. Estoy en un momento de cambios en mi vida, de proyectos nuevos, pero eso siempre está presente, dificultando las cosas. Por eso fue como una bendición, deseo que termine todo esto, de todo corazón”, expresó, para esta nota. Y afirmó: “Hoy soy otra persona diferente a la que era ayer”.
- ¿Cómo has sobrellevado tu vida todo este tiempo?
- Ha sido súper difícil. Psicológicamente estuve muy mal, caí en una depresión terrible. Fue algo muy, muy feo. Estuve internada en Salud Mental (del Hospital Centenario), todo esto me afectó muchísimo emocionalmente, llegué a situaciones límites. Yo perdí todo: perdí la tranquilidad, perdí el trabajo, perdí algo mío, como mujer, que no se puede poner en palabras, hasta mi casa perdí, porque me tuve que ir de mi propia casa, de mi pueblo. Ahora volví, pero ya nada es igual.
- ¿En qué situación te fuiste de tu trabajo en la Municipalidad?
- Yo empecé con un tratamiento psicológico por “estrés laboral”, en un principio. Hasta que pude hablar y quedó claro cuál era la razón de mi estrés. En ese momento tenía licencia y, una vez hecha la denuncia, no podía volver porque él (Constantino) estaba ahí. No tenía a nadie que me solucionara eso para poder volver a trabajar. Después del último pedido de licencia de mi psiquiatra, que fue por 30 días, me echaron. Me dejaron sin trabajo. No me comunicaron nada, sólo me dejaron de pagar.
- ¿En qué circunstancia habías ingresado a trabajar en el Municipio?
- Yo trabajaba en el Municipio haciendo fotografía. En una gestión anterior me propusieron estar en el área de Prensa, cuando la iban a crear, y acepté, por supuesto. Después el intendente falleció y, en ese momento, me fui a vivir a Gualeguaychú. Pasaron dos años y cuando ganó (Constantino) me llamó para preguntarme si podía darle una mano a la chica que estaba en Cultura con el tema de la asunción. Porque yo era la única que había trabajado en prensa, protocolo y esas cosas. A lo que le dije que sí, que no había problema, que les iba a dar una mano. Me pagaban el trabajo, obvio. El día de la asunción hicimos fotos, filmamos con otra chica y después me propuso el trabajo. Yo lo hablé con mi pareja, dentro de todo estaba bueno y era algo que me gustaba. Lamentablemente, dije que sí. En un principio estaba todo bien, éramos compañeros de trabajo, tenía esa personalidad de baboso, que la tiene con todo el mundo, pero jamás me imaginé que podía tener en frente semejante monstruo.
- ¿Cuándo te diste cuenta?
- Con el tiempo empezaron a molestarme las cosas que decía… mirá, hay algo que me pregunto siempre que es cómo aguanté tanto. Cuando vi todos los mensajes en mi teléfono fue tremendo. Yo no tenía idea de la cantidad de tiempo que venía aguantando cosas. Nunca tuve dimensión. Era algo constante, guarangadas, cosas así…
- ¿Eso era por teléfono o personalmente?
-Las dos cosas. Pero te digo lo del teléfono porque por trabajo todo el tiempo estábamos en contacto y cada vez que le hacía una pregunta o le pasaba una foto o cualquier cosa que le pasaba, era una insinuación, una cosa así. Fue más de un año soportando eso. En el peritaje se vio que hay mensajes que no están abiertos, porque yo veía que me mandaba algo que nada que ver y directamente lo eliminaba…
- ¿Algo como qué?
- En el último tiempo había empezado a mandarme fotos.
- ¿Fotos de su cuerpo, de sus partes?
- Sí, esas fotos son una de las tantas cosas que yo ya ni abría.
- ¿Eso lo pudiste reconstruir con la terapia?
- Hay cosas que recién ahora estoy reconstruyendo. Creo que lo que hizo fue desestabilizarme psicológicamente, primero, y después me atacó con todo. Había días que me trataba re mal… cuando lo tenía parado frente a mí, no te puedo explicar como me congelaba, quedaba paralizada.
- ¿Cómo es eso de que te atacó con todo?
- Fueron como tres o cuatro veces que me manoseó, esa es la palabra. Fue en su oficina, en el Municipio. Él a mí me abusó con sus dedos, no es el caso de las otras chicas que fue violación, en el sentido que las penetró y demás. Todos los momentos que me hizo pasar fueron horribles, pero ese fue terrible. Yo me había tomado una licencia de 30 días y cuando volví fue que me pasó lo peor.
- ¿Cómo fue?
- Anteriormente había habido tocamientos por arriba de la ropa, pero en esa última me agarró muy fuerte, había quedado toda marcada, tenía un golpe en la pierna porque me había golpeado con el escritorio… ese día estaba indispuesta, así que fue terriblemente peor. Creo que lo más íntimo que una mujer tiene son esos días. No puedo explicarte lo que fue eso.
- ¿Eso fue en la oficina del intendente?
- Sí.
- ¿Cuándo te enteraste que otras mujeres habían sufrido abusos? ¿o era algo que se sabía dentro del Municipio?
-Yo no sabía nada, no tenía idea. Yo me enteré porque vinieron y me contaron, de una chica, en Gilbert, que cuando era muy chiquita él la había abusado. Me quería morir, fueron un montón de cosas en ese momento. Cuando hice la denuncia empezaron a aparecer otros casos. Si bien somos tres las que lo llevamos a juicio, en la causa hay diez testimonios más de mujeres que han vivido diferentes situaciones con él. Somos 13 en total. El silencio que nosotras hicimos durante todo el proceso del juicio fue para no exponer a todas estas chicas que nos acompañaron con su testimonio. Ellas tenían mucho miedo.
- Vos sufriste ataques en tu casa…
- Sí, yo estaba con tratamiento psicológico, con medicación, necesitaba estar tranquila. Estoy en pareja, pero en ese momento estaba sola con mi hijo la mayor parte del tiempo. Entonces, empezaron a pasar cosas en mi casa, encontraba cosas rotas, me llegaron a aflojar la rueda de la moto, ese día me asusté mucho. Después, una noche, como a las 3 de la mañana, escuché un ruido fuerte, me levanté y habían roto la ventana de la pieza de mi nene. La ventana tiene bisagras de hierro y las habían arrancado. Yo llamé a la Policía y no salimos de mi pieza hasta que llegaron. En ese momento tomé la decisión de irme de Gilbert, nos fuimos a Urdinarrain. Tuve que dejar mi casa y alquilar una casa en Urdinarrain, tuve que cambiar a mi nene de colegio, cambiar mi vida entera.
- ¿Cuándo volviste a Gilbert?
- En Urdinarrain estuvimos todo el año pasado y este año volvimos.
- ¿Cómo estás ahora? ¿Cómo saliste de esa oscuridad?
- Cómo salí no tengo idea, no sé. Me pasó de hacer un clic cuando me vi sentada en una hamaca de uno de los patios del hospital, yo estaba muy mal, levanté la cabeza y leí “Sala de salud Mental”. En ese momento me acuerdo que pensé “¿qué hago acá?”. Esa es una de las cosas que me angustia cada vez que las pienso (se le quiebra la voz al hablar) porque me agarra como una culpa, en ese sentido, por cómo llegué a tanto y no pensé en mi hijo. Pero, más allá de eso, en ese momento pensé que de ahí iba a ser todo para adelante, no podía estar peor. Me abracé con todo a mi hijo y bueno, acá estoy.
- ¿En qué situación estás laboralmente?
- Estoy buscando trabajo por cielo y tierra, en ese sentido se me está haciendo difícil. Por eso es la idea, más que nada, de poder irme de Gilbert. Acá, si bien la visión respecto a lo que pasó puede ser un poquito diferente, el haber denunciado no me ayuda a conseguir trabajo.
- ¿Por qué creés que es así?
- Porque la gente es así. Mirá, hasta en broma me han dicho: a vos no te digo nada porque me vas a denunciar. No sé si es por ignorancia o qué, pero es así. Si hay un trabajo y hay otra persona, se lo van a dar a otra persona por más que yo lo pueda hacer mejor. La gente acá es así.
- Hoy, que estás mejor, ¿qué te dejó todo esto?
- No sé por dónde empezar, porque me ha dejado un montón de cosas. Creo que, principalmente, me enseñó a tener empatía. Con la gente que la pasa mal, con la gente que necesita ayuda, ni hablar con las mujeres, aunque también los varones, que viven esta clase de cosas. Esto me ayudó a valorar cosas que tenía y que de repente dejé de tener, como la tranquilidad, el trabajo, la familia. Hay gente que no tenía por qué estar y estuvo a mi lado, eso también lo rescato y lo valoro.