A un mes de su partida
Es justicia recordarlo, porque era un médico comprometido con su profesión. En los momentos en que no estaba directamente atendiendo a un paciente, se dedicaba a la actualización, enterándose de las últimas novedades surgidas en el mundo de la medicina mundial.
No quería quedar rezagado en sus conocimientos.
En la faz personal nutrió su espíritu con las virtudes del laborioso barrio que lo vio crecer y la solidaridad, la amistad, la hermandad no se alejaron de él, y a través de los años recibió el reconocimiento de todos los que lo conocieron y aquilataron sus cualidades como profesional, y como ser humano.
Este médico, este hombre que pasó por la vida dejando un recuerdo imborrable, era el doctor Saúl E. Weimberg, que falleció cuando aún podía esperarse mucho de él.
A un mes de su partida, sea este recuerdo un sincero y merecido homenaje a todas las virtudes que adornaron su personalidad.
En la faz personal nutrió su espíritu con las virtudes del laborioso barrio que lo vio crecer y la solidaridad, la amistad, la hermandad no se alejaron de él, y a través de los años recibió el reconocimiento de todos los que lo conocieron y aquilataron sus cualidades como profesional, y como ser humano.
Este médico, este hombre que pasó por la vida dejando un recuerdo imborrable, era el doctor Saúl E. Weimberg, que falleció cuando aún podía esperarse mucho de él.
A un mes de su partida, sea este recuerdo un sincero y merecido homenaje a todas las virtudes que adornaron su personalidad.
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