Señoras Directoras :
Nací en Gualeguaychú hace sesenta y ocho años, pero vivo hace más de cincuenta en Buenos Aires. Por esta ?trinchera del asombro? vi pasar muchas protestas sociales, aunque ninguna tan fuerte como la de mis copoblanos por las ?papeleras? que el gobierno de la R.O.U. autorizó a instalar a orillas del río homónimo, frente a mi ciudad natal.
Su reclamo empezó tibiamente hace unos años, al comenzar las obras. La indignación se agigantó cuando el Gobierno Nacional los dejó librados a su propia suerte, siendo los argentinos que mas afectaría la contaminación y viendo crecer la planta mayor de las dos proyectadas.
De modo que esa militancia no les nació antojadizamente. Primero, fue por la errática conducta del Gobierno nacional ante una violación del Estatuto del Río Uruguay y luego, por la supervivencia. Hasta pareció que, de hecho, asumieron en el caso el manejo de las relaciones internacionales, que parecía acéfalo.
Después, todo fue apoteósico. Obviamente, se involucraron todos los gualeguaychuenses, se hallaren donde fuese. Pero también miles de los visitantes que habitual u ocasionalmente recibe en temporada Gualeguaychú. Luego la ciudadanía en general y, al unísono, los medios periodísticos nacionales independientes. Finalmente, lograron el apoyo del arco progresista universal.
Y constituyeron una Asamblea Popular. Que vedaron a las políticas partidistas y recambiaba sus actores más expuestos, para evitar vedetismos personales. Que deliberó democrática y horizontalmente, convocando movilizaciones multitudinarias que algunos analistas internacionales calificaron como las mayores del mundo en defensa del medioambiente. En definitiva, escribieron sobre el tema una página para la historia contemporánea.
Por eso ya merecen celebrar que esa lucha, larga y sacrificada, haya dado resultados incalculablemente beneficiosos para las futuras generaciones y que en nada los opacaría si esa monstruosa planta finlandesa comienza su producción, como anuncian.
Escudado en mi precedente descripción, objetiva y apologética, expongo mi deseo de que ahora hallen una senda precautoria para seguir hasta el final. Porque muchas crónicas periodísticas me suenan a lisonjas espirituales que pueden ser negativas para ello, pues parecen funcionales a un peligroso desenfreno de pasiones por una falsa frustración.
Mi oficio de abogado y vocación pacifista, entreleen en los fallos de la justicia y las decisiones internacionales dictados, que el imperialismo ató una vez más la suerte de sus beneficios al axioma de que el derecho dice lo que los que deciden quieren que diga.
En el reclamo uruguayo por los cortes de rutas ante el Tribunal Internacional de La Haya, éste se abstuvo de resolver en enero pasado. Lejos de ser un éxito procesal para nosotros, eso significa que TODO ESTA BIEN, MIENTRAS BOTNIA PUEDA TERMINAR DE CONSTRUIRSE.
Antes del fallo, el gobierno argentino era pesimista e insistía en la necesidad del levantamiento de los cortes. Pero cuando se conoció la sentencia, se adueñó del ?éxito? con fines políticos, automática y eufóricamente. Ello nos dejó sin personería moral internacional.
Hoy, la mentada ?facilitación? de la realeza española, cuya primera sesión terminó con ridículos saludos, es inocua sin la participación de los ambientalistas gualeguaychuenses y sólo cohonestará el avance de las obras en Fray Bentos.
Entonces, en resguardo de la posición privilegiada que gracias al esfuerzo y la capacidad de otros insignes pioneros del pasado tiene Gualeguaychú, debería reivindicarse que con lo hecho ya por los ambientalistas, se salvó al ?paraíso terrenal? -como llama ?A Gualeguaychú? el vals homónimo- de apocalípticos vaticinios contra su naturaleza lanzados al comenzar la desequilibrada contienda, en caso de no frustrarse la instalación de las pasteras. Mantenerlos sería dañino.
Sabemos que lo de las pasteras no fue fortuito, sino previsible y evitable. Pero, ¿no es injusto minimizar que lo de Gualeguaychú instaló para los países desarrollados la alarma de que NO TIENEN MÁS LICENCIA SOCIAL PARA CONVERTIR AL TERCER MUNDO EN BASURERO DEL PLANETA?
Por eso me he involucrado. Prefiero arrepentirme de haber dicho cosas que no debí, antes que lamentarme de haber callado las que pude decir, so pena de ser aplastado por el peso de la excomunión de algunos copoblanos.
Saludo a Usted muy atentamente.
Dardo Marchesini-Abogado
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Santa Fe 1380, 5º, ?J?
Teléfono 4816-2998
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