Confirman que una maestra presenta tóxicos en la sangre
Así lo determinó un análisis practicado en forma voluntaria a docentes rurales. A Estela Lemes –directora de la Escuela Bartolito Mitre de Costa Uruguay Sur- le detectaron vestigios de un poderoso insecticida. Es una de las tantas víctimas de fumigaciones.
El resultado fue confirmado días atrás a la maestra, y se supone que ese mismo nivel de contaminación afectaría al resto de los docentes que se practicó en forma consentida una extracción de sangre porque necesitaban saber qué nivel de tóxicos tenían en sus cuerpos. La acción conjunta se realizó en el marco de una audiencia realizada a fines de 2014 en el Congreso de la Nación, donde docentes y alumnos de escuelas rurales fumigadas denunciaron la gravedad de la situación mediante testimonios y una cartografía precisa de las zonas afectadas.
“Cuando vuelva de las vacaciones iré a ver al médico. A mí lo que más me interesa es que luego de la denuncia se controle un poco más”, planteó Lemes, en referencia al resultado del análisis. En realidad, en el estudio solo un componente arroja un valor positivo, el clorpirifos etil, que abarca a los pesticidas organofosforados. Aunque también se solicitaban análisis de pesticidas piretroides y pesticidas organoclorados. “Cuando mandan el mail dicen que es positivo, no te dicen que es un solo valor”, reveló. La educadora sostiene que no le preocupa demasiado lo que pueda producir la sustancia en su cuerpo, porque supone “que la gente que vive rodeada de campos que fueron fumigados, tiene en menor o mayor medida algo de contaminación incorporada”.
Admitió que siempre estuvo dispuesta a practicarse un análisis de este tipo, pero que el principal escollo es su elevado valor económico y que solamente se podía efectuar en Mar del Plata. “Muchos nos ofrecimos a hacerlo y creo que con los mismos resultados. Todos tenemos el mismo resultado o muy parecido”, precisó en declaraciones publicadas por el diario Uno de Paraná.
Larga lucha
Estela Lemes fue una de las primeras docente rural entrerriana en presentar una denuncia penal por las fumigaciones sin control que vienen afectando a la Escuela Nº 66 “Bartolito Mitre”, ubicada en la Costa Uruguay Sur, Departamento Gualeguaychú. Ocurrió en 2012, pero ya había vivido una experiencia similar dos años antes. En esa oportunidad puso en conocimiento de la situación a Medio Ambiente municipal, quienes labraron un acta porque una avioneta estaba fumigando el campo y pasaba por arriba de la escuela rociando con productos químicos. Todavía está esperando una respuesta de las autoridades. Un operativo de similares características se produjo en septiembre de 2012, pero esa vez la fumigación se realizó a través de un mosquito. “Llamé a Medio Ambiente y me dijeron que no podían hacer nada, porque estábamos fuera del ejido. Hice lo mismo con la Policía Rural, quienes llegaron y se contactaron con el señor que estaba fumigando”, recordó la directora del establecimiento. Todo ocurría cuando los alumnos estaban en el recreo y la maestra cortaba el pasto junto a sus hijos y un grupo de padres en los preparativos del Día de la Primavera. Al día siguiente la docente concurrió al Juzgado de Gualeguaychú para radicar la denuncia penal, sin que la investigación haya tenido avances concretos.
Como en otros casos de fumigación en escuelas rurales, se repiten los mismos síntomas en las personas afectadas: erupciones en la piel y problemas respiratorios. “Mis hijos tuvieron los mismos problemas y nunca se me ocurrió pensar que era por eso. Después con el tiempo supe lo dañino que era. Incluso nosotros veíamos alrededor de la escuela la plantación de soja, tan verde, tan linda”, analizó Lemes, quien también dialogó ayer con EL ARGENTINO.
Tiempo después se conoció extraoficialmente que el aplicador oriundo de Larroque recibió una multa de 50 mil pesos, una cifra irrisoria, casi una burla.
“El veneno no se va más“
El médico clínico Roberto Lescano forma parte del movimiento “Paren de Fumigar las Escuelas”, en coordinación con la Asamblea Ciudadana Ambiental y otras entidades que defienden el ambiente en Entre Ríos. El especialista, oriundo de Basavilbaso, también participó de la audiencia en Diputados, donde expuso junto a Estela Lemes y otras militantes que defienden la causa para preservar la salud de las personas y en especial de los alumnos de las escuelas. El profesional -que se dedica a concientizar sobre esta problemática en instituciones educativas y donde se lo convoque-, explicó qué consecuencias puede tener la sustancia detectada para la salud de la maestra. “Es un órgano fosforado de clase 2”, pero enseguida lo explicó de una forma más sencilla. “Tiene veneno depositado en la grasas perirrenal, que queda fijado, no se va más”, detalló.
Según Lescano, otro de los trastornos -que varía según la edad- está vinculado con dificultades en los miembros inferiores. “Se produce una polineuropatía retardada de los miembros inferiores, que ataca a las piernas”.
La persona víctima de fumigaciones generalmente presenta dolores, trastornos, alteraciones motoras, pero depende de cada organismo, alertó Lezcano. Sobre las características del clorpirifos etil dijo que “se lo usa mucho porque mata la mayoría de los insectos”. Para explicar cómo actúa puso como ejemplo el caso de mujeres embarazadas. “Los chicos nacen con bajo peso y un retardo madurativo importante, que va de una menor a mayor intensidad”, sostuvo. Aseguró que el producto está prohibido en Brasil y en otros países.
Escuela en expansión. La Escuela 66 aumentó exponencialmente su cantidad de alumnos debido a la instalación del nuevo barrio en la zona denominado “Toto Irigoyen”. De 14 alumnos pasó a 58 estudiantes, cuadriplicando la matrícula, mientras que para este año se espera que haya 84 inscriptos. “Estamos con el proyecto de construcción de aulas nuevas, con perspectivas de convertirla en una escuela Nina: creo que va a ser la primera Nina rural de Gualeguaychú”, expresó Lemes.
DE LA REDACCIÓN
EL ARGENTINO/Agencias
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