LOCAL
El aprendizaje del Segundo Congreso de Alimentación Sana, Segura y Soberana
Simposio, seminario, coloquio, congreso, son parecidos, pero todos muy diferentes. El simposio (por regla no es necesariamente periódico), es un encuentro más bien esporádico, pero específico para abordar una materia o tema.
Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO
La voz viene de los antiguos griegos y se traduce como “banquete”. En cambio, el seminario –que proviene del latín- se podría decir que es casi primo hermano del simposio. Es una reunión, pero a diferencia del simposio es a puerta cerrada o para un grupo previamente seleccionado. En ambos casos, son encuentros donde debería prevalecer el aprendizaje, y no quedarse en una mera reunión.
Por otro lado, el coloquio implica hablar, es decir, más que hablar, dialogar. No es un monólogo, pero tampoco un debate. Es un intercambio donde las opiniones pueden mezclarse, compararse y no necesariamente llegar a una síntesis.
En cambio, el congreso tiene un carácter de periódico, y su encuentro permite certificar aprendizajes, actualizar saberes y específicamente, decidir.
Del 2 al 4 de noviembre pasado, en Gualeguaychú se realizó el Segundo Congreso de
Alimentación Sana, Segura y Soberana (PASSS): se trata de una experiencia que se replica en innumerables municipios del país e incluso del mundo; pero que tiene a Gualeguaychú como una referencia, acaso como un faro para iluminar, pero no para encandilar.
Este encuentro también fue un espacio de formación, de intercambio de experiencias relacionadas al modelo de alimentos que favorecen a la salud; pero también fue un encuentro donde el aprendizaje se presentó en el formato de exposiciones, debates y del compartir experiencias.
El secretario de Desarrollo Social, Ambiente y Salud, Martín Roberto Piaggio, dialogó con EL ARGENTINO para compartir en parte lo que dejó la experiencia del segundo Congreso del PASSS.
Antes, un antecedente: “en noviembre de 2018 se realizó la primera edición del Congreso del PASSS, que implicó tres intensas jornadas, en las cuales participaron casi mil personas provenientes de todo el país. Las orientaciones se canalizaron a través de poco más de un medio centenar de panelistas y expositores del más alto nivel reconocidos en la Argentina y en la región, quienes brindaron elementos para profundizar el camino inaugurado con el PASSS, bajo la idea eje de que la producción de alimentos sanos, seguros y soberanos no sólo es posible, sino necesaria”.
Por eso uno de los logros más reconocidos en el Segundo Congreso del PASSS fue el de haber generado espacios de intervención a investigadores, docentes y estudiantes de la región, “quienes compartieron las diferentes disciplinas vinculadas con la temática, en el marco de la búsqueda de la interdisciplinariedad y la reflexión profunda –filosófica, epistemológica y metodológica– sobre las áreas en que se desempeñan, así como de otras que involucran al destino común y a los grandes temas de la humanidad en el presente, pero siempre con la mirada puesta en la transformación de las prácticas de producción de alimentos, comercialización de cercanía y consumo responsable”, se había indicado desde la organización del Congreso.
Piaggio valoró los aportes de los municipios de la región, de las universidades públicas y de las organizaciones que están comprometidas con la defensa de los bienes comunes. Acaso fueron esas exposiciones y presencias las que permiten abrigar mayores esperanzas en la capacidad de construir un presente sobre otras bases, que sean amigables con el ambiente y donde prevalezca el diálogo entre la cultura (la actividad humana) y la naturaleza (la defensa de la biodiversidad).
A nivel local, más allá del Municipio intervinieron muchos colectivos que se expresaron y participaron. En ese marco, se destacaron varias cátedras universitarias vinculadas con la soberanía alimentaria. “En total fueron 17 cátedras de distintas Facultades; además recibimos el interés de muchos municipios que ven al PASSS como una oportunidad para el desarrollo local. Del mismo modo, hubo mucha participación de productores, de nucleamientos como cooperativas y asociaciones”, aportó Piaggio.
La idea de una Alimentación Sana, Segura y Soberana no es una exclusividad de Gualeguaychú, sino que con sus más y sus menos, es una experiencia que se va desplegando a lo ancho y largo del país, casi siempre impulsado por una Municipalidad.
A manera de ejemplo y tomado al azar, la Municipalidad de Río Grande, Tierra del Fuego, no sólo que participó del Segundo Congreso, sino que lo hizo de manera protagónica exponiendo y compartiendo lo desarrollado en dicha comunidad.
“Trabajar por una alimentación sana es una iniciativa y una política que es protagonizada por muchos gobiernos locales que están intentando hacer un cambio en la materia. Y esto no solo se replica en la Argentina, sino que también se registra en diversos países”, indicó Piaggio.
No es casual que esta iniciativa sea abordada desde la más estricta ciencia y como consecuencia de ello, lo toma la academia para organizar en torno a esta idea diversas cátedras, algunas libres y abiertas; y otras formando parte de un plan de estudio más integral.
“Desde que iniciamos a nivel local con el gobierno Municipal de Gualeguaychú al PASSS han pasado cuatro o cinco años. Parece que ha transcurrido mucho tiempo, pero, en rigor, es escaso cuando se pretende un cambio cultural. De todos modos, la experiencia de Gualeguaychú sobresale por el gran cambio que se ha generado en términos de políticas públicas. Para ello nos hemos nutrido de la ciencia, de referentes con sus prácticas cotidianas como los productores hasta los investigadores, pasando por quienes vienen estudiando de manera más específica y al mismo tiempo abarcativa desde lo económico, lo cultural, lo productivo, entre otros campos”, destacó el funcionario.
Del temor a la propuesta
Hay que recordar que en los inicios -en Gualeguaychú- prevalecía -aún prevalece- una preocupación colectiva por la cantidad de casos de cáncer que se declaraban años tras años a un promedio de más de uno por día y especialmente en los niños; y que fue congruente con la lucha por el derecho a un ambiente sano que la propia comunidad viene expresando desde hace mucho tiempo. A esto se le debe sumar la toma de consciencia de que es perverso querer producir alimentos en base a venenos o tóxicos.
“La comunidad viene expresando la toma de consciencia sobre los diversos daños ambientales que se están produciendo en nuestro entorno, no solo con la presencia de la pastera UPM (ex Botnia), sino también con el desmonte y otros impactos como lo que está sucediendo con nuestros humedales. Así, la sociedad va tomando cada vez más problemáticas por el nivel de daño que se está generando al ambiente y la crisis en la que estamos inmersos y, como consecuencia, se da respuesta a la necesidad de pensarnos de otra forma. Y eso incluye analizar y debatir el modelo productivo y de qué y cómo nos alimentamos y qué alimento les damos a nuestros niños y niñas. Y esta situación comienza a tener más relevancia”, reflexionó Piaggio.
Alrededor del PASSS se construyen distintos escenarios. Por ejemplo, intentar eliminar al intermediario parasitario entre el productor y el consumidor, que además de no darle ningún valor agregado a los productos, los encarece y esa clase de intermediario es el que más gana en esa cadena. No es posible que el modelo de sociedad sea que el especulador tenga más ventajas que el productor y el consumidor. “De ahí la importancia de los mercados y las ferias locales”, propuso el responsable de Salud, Desarrollo Social y Ambiente.
“Como ciudadanos debemos ser conscientes qué producto estamos llevando a nuestra mesa y con qué nos estamos alimentando. Para eso es clave saber quién, dónde y cómo se produce. Por eso es importante el mercado de cercanía, donde el productor gana más que si le vendiera a un intermediario especulador y, obviamente, el consumidor también se ve beneficiado por el precio al que accede a esos productos”, ejemplificó.
Piaggio aclaró: “La intermediación en el comercio a veces es necesaria; pero siempre debe darse en un marco ético y respetando las condiciones que sean más justas y que a su vez garanticen el acceso a los alimentos y que favorezcan a los productores y a los consumidores”.
“Tampoco estamos inventando nada. Hace muchos años como comunidad en cada rincón de la Argentina e incluso del planeta, era algo que se hacía. Nos llevaron a otro esquema y eso no fue de un día para el otro, sino en un sistema que generó diversas condiciones en la que se fue naturalizando que muchos productos no conozcamos cómo y dónde se producen. Lo que sí sabemos es que esos productos no nos alimentan en la manera en que deberían alimentarnos, que mayoritariamente nos envenenan porque tienen como mínimo trazas de agrotóxicos. Esos alimentos así producidos no nos alimentan, pero sí nos enferman. Por eso queremos -y es una necesidad- cambiar esta situación: el PASSS es una de esas herramientas”, referenció Piaggio.
Para ello es imprescindible tener un grado de organización colectiva, privilegiando la actuación local con una mirada global. De ahí la incidencia y el rol que deben tener las distintas organizaciones de dicha comunidad, sus cooperativas como sus asociaciones, pero también sus universidades públicas y el compromiso ciudadano, entre otros. Y, claro está, el Municipio y de ser posible la Provincia. Porque un programa como el PASSS bien merece un impacto positivo e integral a nivel provincial.
Lo otro que señaló Piaggio en diálogo con EL ARGENTINO es que el PASSS no solo tiene componentes productivos, comerciales, de mercado y de salud, sino también el educativo. “Desde el PASSS estamos intentando localmente generar mejores condiciones; pero el programa es un camino que están emprendiendo diversos productores y lo están exigiendo los consumidores que cada vez son más conscientes de esto que está pasando. Hoy se tiene 67 cátedras libres en distintas universidades del país, casi todas vinculadas con la soberanía alimentaria. Y el desarrollo educativo es una gran oportunidad para aprovechar mejor las posibilidades”, indicó Piaggio; quien valoró el compromiso de la comunidad universitaria a nivel local.
Lo que dejó el Congreso
El segundo Congreso de Alimentación Sana, Segura y Soberana que se desarrolló a principio de noviembre en la ciudad, dejó –como siembra y cosecha- un menú de esperanza que permite avizorar al futuro con más perspectivas de confianza.
Un sobrevuelo por las distintas instancias de análisis y propuestas que surgieron en el Congreso del PASSS, se puede concluir que tal vez una de las definiciones más rotundas en materia de modelo productivo se expresó en la necesidad de tomar consciencia que “el paradigma extractivista patriarcal actual ya no da para más”.
Para crear una nueva realidad se necesita –claro está- un nuevo paradigma con conductas y valores que fomenten el buen vivir. Esto no es otra cosa que favorecer el acceso democrático a la salud tanto física, psíquica como espiritual y garantizar especialmente el derecho a una alimentación sana, segura y soberana.
Para ello, se concluyó en el Congreso se debe desarrollar una educación que reconozca y mantenga lo positivo en términos de valores; que a la vez estimule la descolonización y promueve al pensamiento crítico, además de una concientización de las relaciones e interdependencias; y esto comprende tanto entre humanos como con el resto de la vida y la biósfera planetaria.
Obviamente, se necesita un Estado que sea activo y responsable; que desarrolle una economía inclusiva al servicio de la vida; con políticas concretas, accionables e intersectoriales y que reconozca y estimule la licencia social como una herramienta de la participación colectiva. Junto a ello, se garantice el derecho al acceso a la tierra y a los instrumentos de producción, incluyendo la ciencia y la tecnología a favor de la biodiversidad