El plan de monitoreo a Botnia y al río no está activo, pese a sucesos contaminantes
Las cancillerías de Argentina y Uruguay sellaron “un acuerdo final” al conflicto suscitado con Botnia, y establecieron un plan de monitoreo conjunto tanto en el río Uruguay como en el Gualeguaychú e incluso en el interior de la pastera para algunas mediciones ambientales.
Sin embargo, en las últimas horas (el viernes y el sábado) aparecieron dos manchas significativas en aguas superficiales en el río Uruguay, que nacían a la altura del caño difusor de la pastera, pero los científicos y técnicos del plan de monitoreo ni siquiera vinieron a relevar muestras.
Así las cosas, el llamado “acuerdo final” establecido por ambas cancillerías se asemeja mucho a condenar al Río de los Pájaros a ser un peregrino en medio de un holocausto, dado que en ese curso de agua se está cometiendo uno de los ecocidios más grandes en la historia regional a través de la presencia de la pastera pero también por los agrotóxicos de las producciones agropecuarias, el desmonte de especies nativas y las ciudades (a excepción de Gualeguaychú) que utilizan ese curso de agua como una cloaca a cielo abierto.
El negar la realidad es el mayor daño que una autoridad de gobierno le puede ocasionar a una comunidad. Y eso hoy tiene nombre y apellido: Héctor Timerman y Luis Almagro, cancilleres de ambos países.
El viernes y sábado aparecieron manchas sobre las aguas superficiales del río Uruguay frente a Botnia. En ambas ocasiones, como es de rigor, intervino el Plan de Vigilancia Ambiental que ejecuta la Municipalidad y tomó muestras, elaboró informes de situación y labró las actas correspondientes.
Ese relevamiento fue girado a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (el sábado se despacharon las muestras de la mancha del viernes y ayer las que aparecieron el sábado) y se quedó a la espera de una devolución por parte del organismo rector a nivel nacional.
En diálogo con EL ARGENTINO, la titular de Ambiente de la comuna, Noelia Soledad Indart, ratificó este procedimiento y expresó que la Nación siempre hace una devolución de las muestras que se envían para su análisis. Aunque reconoció también que las muestras de los peces muertos aparecidos en el invierno del año pasado todavía se adeudan. Es decir, que desde que se firmó el acuerdo de monitoreo, la Nación dejó de devolver los análisis de las muestras que se envían.
El otro aspecto relevante que es preciso recordar es que el Plan de Vigilancia puede tomar muestras de aguas superficiales, pero para las muestras de aire sólo hace asistencia dado que hay una técnica de la Comisión Nacional de Energía Atómica que realiza esas tareas. “Nosotros la asistimos fundamentalmente con la logística del traslado”, explicó la funcionaria municipal.
Las manchas en el río aparecidas el sábado, de acuerdo al testimonio de quienes la observaron, nacían a la altura del caño difusor de la pastera y a diferencia de las algas la mancha “presentaban una espuma similar al del café con leche batido”, describió Jorge Fritzler, quien fue uno de los que dio la voz de alerta.
Por otra parte, los pobladores ribereños, los pescadores artesanales y los isleños reconocieron que nunca antes habían visto una situación similar en el río, excepto las que se sucedieron luego de la presencia de Botnia (hoy UPM).
Los gobiernos de Argentina y Uruguay establecieron –dando la espalda a la comunidad- un plan de monitoreo conjunto, pero por el momento los científicos que reportan a ese acuerdo no pueden intervenir, dado que todavía no se han iniciado de manera apropiada los análisis periódicos que prometieron realizar. Es decir, los técnicos del monitoreo establecido por el gobierno han brillado por su ausencia tanto el viernes como el sábado y todo quedó circunscripto a las capacidades locales para registrar lo sucedido en el río sin el concurso de los gobiernos nacionales.
Es más, la ausencia de los técnicos del monitoreo ante la aparición de estas dos manchas significativas en el río, vuelven a darle cobertura de impunidad a la pastera. Y esa impunidad no es otra cosa que un “acuerdo final” que diseñaron los cancilleres de Argentina y Uruguay.
El dato
Antes de que se instalara Botnia, todos los informes ambientales (incluidos los de la pastera) advirtieron que el río Uruguay ya estaba saturado en fósforo. Es decir, se autorizó ambientalmente a la planta a emitir en sus efluentes fósforo con plena conciencia de que el curso de agua no admitía más esa sustancia.
Cada vez que aparece una mancha en el río Uruguay, desde los gobiernos se la minimiza sosteniendo que se trata de floraciones algales (la mayoría con efectos nocivos a la salud humana), justamente porque el río ya no soporta más la carga del fósforo.
Por eso los testimonios de los pescadores artesanales y de los isleños son congruentes y coinciden al señalar “que antes de Botnia esto no se veía en el río”.
Así las cosas, el llamado “acuerdo final” establecido por ambas cancillerías se asemeja mucho a condenar al Río de los Pájaros a ser un peregrino en medio de un holocausto, dado que en ese curso de agua se está cometiendo uno de los ecocidios más grandes en la historia regional a través de la presencia de la pastera pero también por los agrotóxicos de las producciones agropecuarias, el desmonte de especies nativas y las ciudades (a excepción de Gualeguaychú) que utilizan ese curso de agua como una cloaca a cielo abierto.
El negar la realidad es el mayor daño que una autoridad de gobierno le puede ocasionar a una comunidad. Y eso hoy tiene nombre y apellido: Héctor Timerman y Luis Almagro, cancilleres de ambos países.
El viernes y sábado aparecieron manchas sobre las aguas superficiales del río Uruguay frente a Botnia. En ambas ocasiones, como es de rigor, intervino el Plan de Vigilancia Ambiental que ejecuta la Municipalidad y tomó muestras, elaboró informes de situación y labró las actas correspondientes.
Ese relevamiento fue girado a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación (el sábado se despacharon las muestras de la mancha del viernes y ayer las que aparecieron el sábado) y se quedó a la espera de una devolución por parte del organismo rector a nivel nacional.
En diálogo con EL ARGENTINO, la titular de Ambiente de la comuna, Noelia Soledad Indart, ratificó este procedimiento y expresó que la Nación siempre hace una devolución de las muestras que se envían para su análisis. Aunque reconoció también que las muestras de los peces muertos aparecidos en el invierno del año pasado todavía se adeudan. Es decir, que desde que se firmó el acuerdo de monitoreo, la Nación dejó de devolver los análisis de las muestras que se envían.
El otro aspecto relevante que es preciso recordar es que el Plan de Vigilancia puede tomar muestras de aguas superficiales, pero para las muestras de aire sólo hace asistencia dado que hay una técnica de la Comisión Nacional de Energía Atómica que realiza esas tareas. “Nosotros la asistimos fundamentalmente con la logística del traslado”, explicó la funcionaria municipal.
Las manchas en el río aparecidas el sábado, de acuerdo al testimonio de quienes la observaron, nacían a la altura del caño difusor de la pastera y a diferencia de las algas la mancha “presentaban una espuma similar al del café con leche batido”, describió Jorge Fritzler, quien fue uno de los que dio la voz de alerta.
Por otra parte, los pobladores ribereños, los pescadores artesanales y los isleños reconocieron que nunca antes habían visto una situación similar en el río, excepto las que se sucedieron luego de la presencia de Botnia (hoy UPM).
Los gobiernos de Argentina y Uruguay establecieron –dando la espalda a la comunidad- un plan de monitoreo conjunto, pero por el momento los científicos que reportan a ese acuerdo no pueden intervenir, dado que todavía no se han iniciado de manera apropiada los análisis periódicos que prometieron realizar. Es decir, los técnicos del monitoreo establecido por el gobierno han brillado por su ausencia tanto el viernes como el sábado y todo quedó circunscripto a las capacidades locales para registrar lo sucedido en el río sin el concurso de los gobiernos nacionales.
Es más, la ausencia de los técnicos del monitoreo ante la aparición de estas dos manchas significativas en el río, vuelven a darle cobertura de impunidad a la pastera. Y esa impunidad no es otra cosa que un “acuerdo final” que diseñaron los cancilleres de Argentina y Uruguay.
El dato
Antes de que se instalara Botnia, todos los informes ambientales (incluidos los de la pastera) advirtieron que el río Uruguay ya estaba saturado en fósforo. Es decir, se autorizó ambientalmente a la planta a emitir en sus efluentes fósforo con plena conciencia de que el curso de agua no admitía más esa sustancia.
Cada vez que aparece una mancha en el río Uruguay, desde los gobiernos se la minimiza sosteniendo que se trata de floraciones algales (la mayoría con efectos nocivos a la salud humana), justamente porque el río ya no soporta más la carga del fósforo.
Por eso los testimonios de los pescadores artesanales y de los isleños son congruentes y coinciden al señalar “que antes de Botnia esto no se veía en el río”.
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