RECONSTRUIR LA MEMORIA
Lucía Tejera presenta “Otro río” en Gualeguaychú: “El arte amplifica lo que muchas veces no se sabe”
Es entrerriana y abogada en causas de lesa humanidad hace muchos años. Aunque nació San Salvador, vive en Paraná, donde se gestó la instalación sonora que este viernes presentará en la sala de Sinergia (Alem 367). “A escuchar nos enseñaron los sobrevivientes y los familiares de las víctimas del genocidio”, expresó.
Por Luciano Peralta
Este viernes, a las 18 para instituciones educativas y a las 21 para el público en general, tendrá lugar en la sala de Sinergia “Otro río, fragmentos de una búsqueda”. No es una obra de teatro, a pesar del lugar, tampoco es una proyección audiovisual. Se trata de una instalación sonora, una puesta en escena que invita a escuchar la reconstrucción de una búsqueda, de la memoria colectiva y de los sonidos del delta entrerriano. Donde su autora, la abogada Lucía Tejera, como querellante en la causa por los vuelos de la muerte en Entre Ríos, recogió el material que, posteriormente, daría vida este proyecto artístico.
Tejera nació en San Salvador y estudió en Santa Fe. Hace una década vive en Paraná, desde donde ha representado a víctimas de crímenes de lesa humanidad en muchas ocasiones. Su actividad y compromiso la llevaron a presentarse como querellante en la causa por los vuelos de la muerte en el delta entrerriano, que, a partir del libro “El lugar perfecto”, del periodista Fabián Magnotta, y, sobre todo, desde la intervención de la fiscal Josefina Minatta, tomó mayor impulso y visibilidad en 2020.
“En ese momento, la fiscal creó una mesa, de la que fuimos parte diferentes actores, y nos propuso bajar al territorio. El 5 de enero hicimos un viaje de aproximación a las islas del delta y, a partir de ahí, se hicieron como diez viajes al territorio. Para mí eso tuvo un impacto muy fuerte”, contó Tejera a EL ARGENTINO.
-¿Por qué el impacto?
- Ir a buscar desaparecidos ya tiene otra lógica, nunca había estado en una causa que busque desaparecidos. Vengo hace muchísimos años en estos temas, pero siempre en un momento del relato a las personas se las trasladaba y ahí quedaban, desaparecían. Buscar algo que se planificó ocultar fue todo un desafío. Cuando llegué al territorio y vi esa geografía me movilizó muchísimo. Entrevistamos a muchas personas que habitan esas islas o que las habitaron en su momento, entonces empezamos a encontrar una forma de vida que para mí era completamente desconocida, a pesar de haber nacido y haberme criado en la provincia de Entre Ríos, y a la vez nos encontramos con una geografía sumamente hermosa, pero que contenía esos relatos del horror. A partir de ese impacto, personal y subjetivo, y de todos los viajes que hicimos luego, empecé a darme cuenta que estábamos tratando de encontrar algo que quizás no encontremos. A mí me pareció interesante dejar testimonio de eso, ir contando cómo se investiga esa causa que busca desaparecidos, que busca algo que ocultaron, y a partir de eso empecé a hacer un diario de viajes.
-¿Cómo fue eso?
-Salíamos de Paraná, siempre con la expectativa de encontrar algo y volvimos siempre sin nada, o con una línea de investigación nueva. Entonces la causa se ha ido abriendo, como el mismísimo delta. Era mucha frustración, porque salíamos con todo el ímpetu y volvíamos con mucho vacío, entonces empecé a escribir una crónica, un diario de viajes de cada una de esas medidas judiciales para dar cuenta de lo que se había hecho en esa causa, partiendo de mi rol como abogada. Después empecé a laburarlo más literariamente a cada uno de los textos de esos viajes. De ahí surge Otro río. Se lo pasé a una compañera actriz, directora y dramaturga, para encontrar otro lenguaje que reconstruya la memoria desde una causa judicial, que es el escenario en el que yo elegí dar la disputa por el sentido de la memoria. Otros lenguajes a través del arte, porque el arte amplifica lo que muchas veces no se sabe.
-¿Por qué el lenguaje sonoro?
-Siempre me pareció interesante la escucha, por eso terminamos haciendo una instalación sonora. A escuchar nos enseñaron los sobrevivientes y los familiares de las víctimas del genocidio, en las causas de lesa humanidad aprendemos a escuchar. Los relatos que ellos cuentan en las audiencias judiciales contienen un montón, no solamente de información relativa a la causa, al objeto procesal, sino a un pedazo de historia, porque quienes hablan son protagonistas de un momento histórico. Los familiares van, así, reconstruyendo un testimonio a nivel biográfico, porque cuentan quién era su familia, qué hacía, dónde nació, con quién se juntaba, qué le interesaba, qué le gustaba, y eso le genera una biografía de una persona que ya no está. En ese sentido, Otro río es una invitación a habilitar la escucha. Para lo que convoqué a varios artistas de Paraná que yo admiro muchísimo y logramos el financiamiento del Fondo Económico de Incentivo a la Cultura, a las Artes y a las Ciencias (FEICAC) en 2022. Y bueno, surgió esta instalación, una instalación sonora, objetual, polifónica, porque está compuesta de sonidos, de objetos, de videojuegos, que busca transmitir esos viajes que van reconstruyendo la memoria, pero no sólo la memoria que relata los hechos de la dictadura, sino también la del territorio, pensado en la geografía y en quienes lo habitan.
-¿Qué se van a encontrar quienes sean parte?
-La persona que va a venir a Sinergia tiene que disponerse a habilitar la escucha, porque si bien va a haber un montaje, objetos y videoarte, eso acompaña al sonido. Es una narración pensada complementariamente con sonidos que invitan a un viaje sonoro. La idea es invitarlos a que se suban a la lancha con nosotros, que recorran lo que nosotros recorrimos por ese territorio.
-¿Qué sucede ahí?
-Es algo interesante lo que pasa con los cuerpos. Porque no estamos acostumbrados a escuchar. Quienes no tenemos dificultad para escuchar, el sentido auditivo lo tenemos súper naturalizado e incorporado, lo que primero hacemos es mirar y después escuchamos. Entonces, cuando la propuesta es que vos no vas a ver nada, solamente tenés que predisponerte a escuchar, hay algo de incomodidad, hasta que la escucha nos habita. Cuando hicimos el primer montaje de la obra salimos muy impactados de lo que pasaba con los cuerpos. Hay quienes recorren la obra, quienes se sientan, quienes cierran los ojos, hay quienes se apoyan en una pared y quienes se quedan mirando uno de los objetos.
-¿La disposición del público es libre?
-Sí, la disposición del público es libre porque la obra no está montada arriba en un escenario, sino que está montada en la sala. La gente transita entre esos objetos y entre video, entre la proyección. Es una experiencia inmersiva, donde vos te metés en ese espacio en que se intenta transmitir el territorio.
-¿Qué sucede después?
-Las devoluciones son muy movilizantes para mí, hay algo en la energía de los cuerpos que sucede ahí que a mí me sigue conmoviendo. La experiencia que se genera cuando hay otros cuerpos es muy conmovedora. El abordaje de la causa, de manera colectiva, tuvo eso, ese mirar al otro cuando salíamos de escuchar un testimonio que nos había partido al medio, ese encontrarnos con la mirada de uno de los compañeros arriba de la lancha, con los silencios que se generaban o con las risas tras ver un cardumen de peces saltar en el río.
-¿Los objetos son recreación de esos viajes?
-Son objetos que nosotros recreamos y que tienen que ver con las cosas que fui mirando, con los pedacitos de territorio que me traje de esos viajes. Pueden estar como no pueden estar, complementan y son parte de la experiencia de las y los espectadores que, de alguna manera, se suman y son parte también de esos viajes al delta.