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Una radiografía social: La ropa de segunda mano ¿Una moda, una necesidad o una alternativa?
Como contraste al Centro Comercial a Cielo Abierto, en los barrios se multiplican las ferias americanas con percheros que asoman en las veredas de las casas. En algunas zonas de la ciudad, con muy pocas cuadras de diferencia, se pueden encontrar varios puntos de venta de ropa usada.
Por la zona oeste de la ciudad es común toparse con pequeños locales o carteles en casas particulares que anuncian “Feria Americana, pase y vea sin compromiso”. Este fenómeno comercial resurge en un contexto en el que la situación económica es difícil. A diferencia de una parte de la población que compra en la zona céntrica de Gualeguaychú, dónde la ropa tiene un costo cada vez más elevado debido a los altos alquileres y la inflación, en los barrios se puede conseguir un buzo en buenas condiciones a $800.
Sin embargo, en el centro de la ciudad no todo es color de rosa, de hecho, la gran mayoría de los compradores opta pagar con tarjeta de crédito. Pero aquellos que no tienen acceso al pago en cuotas encuentran en las ferias una alternativa ante la necesidad de vestimenta.
Por calle Andrade a dos cuadras del Boulevard Pedro Jurado, se asoman perchas y percheros de dos ferias americanas distanciadas por tres casas. En la primera, la dueña comenta que lo que más tiene es ropa de mujer, pero quienes más concurren a comprar son hombres. Las prendas masculinas sin embargo, son las más difíciles de conseguir, informa la mujer: “No es fácil conseguir ropa para hombres en buen estado, porque por lo general los hombres usan hasta lo último los pantalones, las camperas. Y yo vendo ropa usada pero en buen estado”.
A unos metros de distancia, otro perchero luce camperas, camisas, buzos para toda la familia. Hay una sección especialmente dedicada a indumentaria infantil. En la vereda también hay exhibidos calzados para todas las edades. Al igual que la dependienta de la feria anterior, la dueña de esta comenta que quienes más compran ropa usada son los hombres. Por lo general, es ropa que usan para trabajar. “Vienen muchas personas que trabajan en la construcción o gente que anda en los carros y no les importa si la ropa tiene alguna manchita. Me dicen que no necesitan algo nuevo porque es ropa que usan hasta lo último. El otro día, vino un hombre en un carro que paró y me dijo que necesitaba para trabajar, y se llevó un par de cosas. También viene gente que va a trabajar al campo”.
A los minutos frena delante de la feria un hombre en bicicleta y comienza a mirar. Es cliente frecuente y por lo general concurre a comprar ropa para su trabajo. “Con lo que sale la ropa nueva no voy a comprarla para después hacerla bolsa en el trabajo. Yo soy albañil.”
Sin embargo, las ferias no solo atraen a los trabajadores sino a las madres que buscan alternativas para los más chicos de la casa. “Vienen mamás que visten a todos los chicos de la familia acá”, comenta la dueña del negocio.
Por otro lado, el Día del Padre no supone un aumento de las ventas en estos lugares. Al respecto, Carina, la dueña de una feria expresa “Sí llevan ropa para regalo lo desconozco, acá pasan, compran y no me dicen que sea para regalar. Si llevan para el alguna fiesta no sé”.
Para quienes se dedican a la venta de indumentaria de segunda mano, esta alternativa supone una entrada económica para la casa. En la misma línea, dónde se hace visible la venta de ropa de segunda manos es en las redes sociales. Muchos emprendimientos de vestimenta usada anuncian a través de sus perfiles digitales los horarios de apertura y exhiben su mercadería. De hecho hay algunos que realizan envíos a domicilio.
Las ferias americanas son el síntoma visible de una sociedad cada vez más desigual y de una economía cada vez más depreciada. A su vez, representan una alternativa de trabajo para quienes se dedican al rubro así como también una opción más económica y accesible ante la necesidad de vestimenta.