Año Nuevo cada enero
“Cada año que comienza solemos proponernos algunos logros a alcanzar. A veces tienen que ver con vencer algún vicio, o ir al médico. Otras veces nos proponemos algo en relación con la familia, como reconciliarnos con alguien que hace rato no vemos porque discutimos años atrás y tal vez ya ni nos acordamos por qué. O tal vez la meta tenga que ver con mudarnos, cambiar de trabajo o pintar una pieza.
Por monseñor Jorge Lozano (*)
La cuestión es que con el correr de los meses muchos de esos buenos propósitos quedan en el olvido. A veces porque la rutina avanza y lo urgente va tapando lo importante. Otras veces porque nos gana el cansancio o el olvido. Pensando en esto, me acordaba de algo que San Pablo escribió a los primeros cristianos —y también a nosotros—: “Ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren, porque no se dejan conducir por el Espíritu Santo”. Y tiene razón.
Claro que alguno podrá decir “yo no me dejo conducir por el Espíritu Santo ni por nadie”. Pero no es tan así. Fijate cuántas veces decimos “me dejé llevar por la bronca” o “la envidia me pudo”.
Si nos dejamos conducir por el amor, por la paz, el servicio, la solidaridad, eso quiere decir que nos está guiando el Espíritu Santo. Por eso es tan importante rezar y pedirle a Dios que nos ilumine con la luz de su Espíritu. Porque nuestros anhelos “no son poca cosa, ni de poquito”. No queremos algo de libertad, sino ser libres; no nos conformamos con un poco de amor, sino que buscamos amar y ser amados con todas las fuerzas posibles. Y esa plenitud nos viene de Dios.
Pero también quiero recordarte algo. Para tener un año de verdad “nuevo” tenemos que darle más espacio a Dios en nuestra vida. En el libro del Apocalipsis Jesús dice: “Yo hago nuevas todas las cosas”. Y es así. Lo de verdad nuevo es el AMOR. Y “el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”, nos dice el Evangelio de San Juan.
Jesús fue claro y simple. El camino para ser feliz es “amar a Dios de todo corazón y sobre todas las cosas, y al prójimo como a uno mismo”.
Nuevo y renovado en sueños y proyectos.
En los gestos que animen nuestra fe.
En los modos de acercarnos a nuestros amigos y vecinos.
Dice una canción: “Para el año que comienza / tengo mucho que pedir / por lo mucho que yo pido / poco es mucho para mí./ Quiero tener un trabajo / que me dé para vivir, / educación y salud / pa' los niños del país / ¿será posible?”.
Estos deseos -me animo a decir- son renovados por casi todos los que lean esta página. Propongámonos vivir así todo el 2011, y será un año de verdad nuevo”.
Este contenido no está abierto a comentarios