Comentando el Evangelio
Por el padre Gregorio Agustín Nadal Zalazar (*)
“Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta”, Aristóteles.
El profeta Jonás, en la primera lectura que escuchamos de la Palabra de este tercer Domingo, exhortaba a los ciudadanos de Nínive a que se “conviertan” de su “mala conducta”. Es así que me gustaría meditar justamente sobre la “mala conducta”.
El gran filósofo Aristóteles decía que “nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta”. Por tanto, si tenemos mal carácter ¿será por nuestra mala conducta?
Lo pienso un poco más en general: si estamos crispados como sociedad, si vivimos en la intolerancia, en la impaciencia, en la insatisfacción… si todo nos pone de “mal humor”… ¿No será por nuestras malas conductas? El razonamiento del genial Aristóteles es claro: Las conductas forjan el carácter, y yo me animo a decir que las malas conductas forjan un mal carácter. La mala conducta va forjando en nosotros un carácter irascible, porque como dice la Palabra de Dios en el libro de los Proverbios 22:8: “El que siembra maldad, cosechará calamidades, y en Oseas 8,2: “Porque siembran viento, y recogerán tempestades”, y Jesús en el Evangelio de Lucas 6,45 nos dice: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca”.
Y esto me hace pensar mucho: nuestras malas conductas van a ir forjando personas malas y malos ciudadanos. Un día escuché esta frase que nos puede iluminar: “cambiamos de conducta o cambiamos de planeta”. Me parece que tenemos que pensarlo bastante. Este nuevo año lo comenzamos horrorizándonos de las muertes, los robos, la violencia… y me digo: ¡O cambiamos de conducta o cambiamos de planeta!
Qué lindo entonces escuchar las consoladoras palabras de Jesús: “El tiempo se ha cumplido. El Reino de dios está cerca. Conviértanse y crean en la buena noticia”.
Conviértanse… Jesús nos invita a la μετανο?εν (metanoia), es decir, a un cambio profundo de mente y corazón. Un cambio no superficial, sino profundo, que toque el corazón y la mente. Jesús no nos invita a una conversión maquillada, superflua, momentánea, sino a una conversión “en serio”.
Pidamos entonces a nuestro buen Dios que nos pongamos en serio a cambiar de conducta para así, con un mejor carácter, hagamos de nuestro país la casa común.
Y les dejo para pensar lo siguiente: “Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta” (Sócrates).
Si querés felicidad, pensá cómo está tu conducta.
(*) El padre Gregorio Agustín Nadal Zalazar es cura párroco de “Nuestra Señora de Fátima”.
El profeta Jonás, en la primera lectura que escuchamos de la Palabra de este tercer Domingo, exhortaba a los ciudadanos de Nínive a que se “conviertan” de su “mala conducta”. Es así que me gustaría meditar justamente sobre la “mala conducta”.
El gran filósofo Aristóteles decía que “nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta”. Por tanto, si tenemos mal carácter ¿será por nuestra mala conducta?
Lo pienso un poco más en general: si estamos crispados como sociedad, si vivimos en la intolerancia, en la impaciencia, en la insatisfacción… si todo nos pone de “mal humor”… ¿No será por nuestras malas conductas? El razonamiento del genial Aristóteles es claro: Las conductas forjan el carácter, y yo me animo a decir que las malas conductas forjan un mal carácter. La mala conducta va forjando en nosotros un carácter irascible, porque como dice la Palabra de Dios en el libro de los Proverbios 22:8: “El que siembra maldad, cosechará calamidades, y en Oseas 8,2: “Porque siembran viento, y recogerán tempestades”, y Jesús en el Evangelio de Lucas 6,45 nos dice: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca”.
Y esto me hace pensar mucho: nuestras malas conductas van a ir forjando personas malas y malos ciudadanos. Un día escuché esta frase que nos puede iluminar: “cambiamos de conducta o cambiamos de planeta”. Me parece que tenemos que pensarlo bastante. Este nuevo año lo comenzamos horrorizándonos de las muertes, los robos, la violencia… y me digo: ¡O cambiamos de conducta o cambiamos de planeta!
Qué lindo entonces escuchar las consoladoras palabras de Jesús: “El tiempo se ha cumplido. El Reino de dios está cerca. Conviértanse y crean en la buena noticia”.
Conviértanse… Jesús nos invita a la μετανο?εν (metanoia), es decir, a un cambio profundo de mente y corazón. Un cambio no superficial, sino profundo, que toque el corazón y la mente. Jesús no nos invita a una conversión maquillada, superflua, momentánea, sino a una conversión “en serio”.
Pidamos entonces a nuestro buen Dios que nos pongamos en serio a cambiar de conducta para así, con un mejor carácter, hagamos de nuestro país la casa común.
Y les dejo para pensar lo siguiente: “Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta” (Sócrates).
Si querés felicidad, pensá cómo está tu conducta.
(*) El padre Gregorio Agustín Nadal Zalazar es cura párroco de “Nuestra Señora de Fátima”.
Este contenido no está abierto a comentarios