Después de 2000 años apenas empezando
Por monseñor Jorge Eduardo Lozano (*)
Siempre nuestros sueños viajan más rápido y llegan más lejos que las realizaciones. A veces porque somos ingenuos a la hora de imaginar, otras porque abandonamos antes de tiempo, y en algunas oportunidades porque son adversas las circunstancias.
Dios también tiene sueños para la humanidad, “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2,4-5). Y para lograrlo no se guardó nada: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único” (Jn 3,16-17). El Padre no sólo tiene ese sueño de hacer de toda la humanidad una sola familia suya, sino que hizo un Plan de salvación.
Para llevar adelante ese proyecto formó un pueblo, la Iglesia, para llevar adelante esa misión. Después de la Resurrección y antes de la Ascensión al cielo Jesús reunió a sus discípulos en la montaña y les dijo “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,19). Esta misión encomendada, lejos de cumplida aún está en los comienzos. Se calcula que solamente un tercio de la humanidad es cristiana, de los cuales algo más de la mitad son católicos. Los otros dos tercios no escucharon aún predicar de Jesús o lo rechazan.
Mirando nuestra Iglesia a veces me da la sensación de no haber escuchado el mandato de Jesús. Vivimos la fe como si hubiera dicho “vayan cuando puedan”, o “anuncien algunos”, o “los que tengan ganas y les sobre tiempo sean misioneros”.
El llamado misionero es para toda la Iglesia, para todo bautizado. El Espíritu Santo enseña San Pablo que se derrama para el bien de todo el cuerpo de la Iglesia. El bautismo nos hace hijos de Dios y nos llama a ser discípulos misioneros de Jesucristo.
Este fin de semana lo dedicamos a rezar especialmente por la misión de la Iglesia en todo el mundo, y también hacemos nuestro aporte económico para ayudar a sostener las obras que tenemos en lugares de primer anuncio del Evangelio: escuelas, hogares para niños, para ancianos, centros de salud, centros misioneros.
El Papa nos propone como lema para este año: “Por una Iglesia solidaria y misión”. Ambas dimensiones van unidas. Para ser solidarios no basta dar algo, o dar cosas; es necesario “darse” por amor. Para ser misioneros también es necesario darse, donarse, entregarse apasionadamente para comunicar y compartir la vida nueva de Jesús.
Además de poder aportar en las colectas de las misas de hoy, también se puede colaborar en Obras Misionales Pontificias. Comunicate por mail a [email protected]
El Papa escribió un mensaje para esta jornada. Te comparto un par de párrafos que nos sirven para reflexionar: “Toda comunidad es ‘adulta’ cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las ‘periferias’, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida”.
A todas las comunidades se las llama a ser misioneras “no como aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los obispos, a los sacerdotes, a los consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de "dar testimonio de Cristo ante las naciones, ante todos los pueblos”
Da para pensar y rezar.
Mañana tendremos nuestra Asamblea Diocesana. Vamos a revisar nuestra vida pastoral a la luz de la misión a la cual nos envía Jesús Resucitado. Acompañamos con tu oración.
El lema que nos motiva en la oración del Señor es que “Seamos uno para que el mundo crea”. Sigamos rezando por el Sínodo.
(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
Dios también tiene sueños para la humanidad, “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2,4-5). Y para lograrlo no se guardó nada: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único” (Jn 3,16-17). El Padre no sólo tiene ese sueño de hacer de toda la humanidad una sola familia suya, sino que hizo un Plan de salvación.
Para llevar adelante ese proyecto formó un pueblo, la Iglesia, para llevar adelante esa misión. Después de la Resurrección y antes de la Ascensión al cielo Jesús reunió a sus discípulos en la montaña y les dijo “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,19). Esta misión encomendada, lejos de cumplida aún está en los comienzos. Se calcula que solamente un tercio de la humanidad es cristiana, de los cuales algo más de la mitad son católicos. Los otros dos tercios no escucharon aún predicar de Jesús o lo rechazan.
Mirando nuestra Iglesia a veces me da la sensación de no haber escuchado el mandato de Jesús. Vivimos la fe como si hubiera dicho “vayan cuando puedan”, o “anuncien algunos”, o “los que tengan ganas y les sobre tiempo sean misioneros”.
El llamado misionero es para toda la Iglesia, para todo bautizado. El Espíritu Santo enseña San Pablo que se derrama para el bien de todo el cuerpo de la Iglesia. El bautismo nos hace hijos de Dios y nos llama a ser discípulos misioneros de Jesucristo.
Este fin de semana lo dedicamos a rezar especialmente por la misión de la Iglesia en todo el mundo, y también hacemos nuestro aporte económico para ayudar a sostener las obras que tenemos en lugares de primer anuncio del Evangelio: escuelas, hogares para niños, para ancianos, centros de salud, centros misioneros.
El Papa nos propone como lema para este año: “Por una Iglesia solidaria y misión”. Ambas dimensiones van unidas. Para ser solidarios no basta dar algo, o dar cosas; es necesario “darse” por amor. Para ser misioneros también es necesario darse, donarse, entregarse apasionadamente para comunicar y compartir la vida nueva de Jesús.
Además de poder aportar en las colectas de las misas de hoy, también se puede colaborar en Obras Misionales Pontificias. Comunicate por mail a [email protected]
El Papa escribió un mensaje para esta jornada. Te comparto un par de párrafos que nos sirven para reflexionar: “Toda comunidad es ‘adulta’ cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las ‘periferias’, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida”.
A todas las comunidades se las llama a ser misioneras “no como aspecto secundario de la vida cristiana, sino como un aspecto esencial: todos somos enviados por los senderos del mundo para caminar con nuestros hermanos, profesando y dando testimonio de nuestra fe en Cristo y convirtiéndonos en anunciadores de su Evangelio. Invito a los obispos, a los sacerdotes, a los consejos presbiterales y pastorales, a cada persona y grupo responsable en la Iglesia a dar relieve a la dimensión misionera en los programas pastorales y formativos, sintiendo que el propio compromiso apostólico no está completo si no contiene el propósito de "dar testimonio de Cristo ante las naciones, ante todos los pueblos”
Da para pensar y rezar.
Mañana tendremos nuestra Asamblea Diocesana. Vamos a revisar nuestra vida pastoral a la luz de la misión a la cual nos envía Jesús Resucitado. Acompañamos con tu oración.
El lema que nos motiva en la oración del Señor es que “Seamos uno para que el mundo crea”. Sigamos rezando por el Sínodo.
(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.
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