Evita y el peronismo
Por Germán Grané (*)
22 de agosto de 1951: renunciamiento a su candidatura a vicepresidenta.
¿Por qué recordar a Evita todos los años? Entre otros motivos, porque es pieza esencial de nuestro movimiento. Porque fue emblema de compromiso con los débiles. Porque acompañó al líder incondicionalmente en su labor de liberar a la Argentina. Porque fue “puente de amor” entre Perón y sus “descamisados”. Porque complementó magníficamente la labor social de los gobiernos peronistas a través de su Fundación.
Ahora bien ¿para qué recordar a Eva machacando sobre sus convicciones, sus obras, su compromiso vital con la justicia? Para recordarnos a nosotros mismos, cual es la misión que tenemos como militantes y dirigentes. Nuestro movimiento tuvo y conserva un mandato histórico. Ese mandato ha sido la construcción de un país más equitativo, más igual, más justo, mirando a todos pero especialmente a los más desprotegidos. El peronismo -como Eva- no nació para conciliar con los privilegios de unos pocos; tampoco para mirar complaciente cómo los poderes económicos o políticos internacionales dominan a las naciones más débiles. Nació para cuestionar a los poderes que históricamente dominaron a la nación, y redimir a los más humildes cuando se les negaban los derechos más elementales.
En esa lucha que atravesó el cuerpo del peronismo, advertimos algo que recorrió también a Evita en cuerpo y alma: ambos debieron sobrellevar en algunas ocasiones cruces muy pesados. Eva la injuria despiadada durante los dos primeros gobiernos; el peronismo, el bombardeo de junio de 1955; el golpe, la proscripción, los fusilamientos en José León Suárez y más acá, el terrorismo de estado donde muchísimos peronistas -entre otros argentinos- debieron tributar con su vida la persecución dictatorial.
No quiero hacer una versión solloza. Por el contrario el peronismo está cargado de realizaciones que por años hicieron de nuestro pueblo un sujeto feliz. Es necesario sin embargo destacar, que -como Eva- ese camino de espinas que en oportunidades debió recorrer no fue obra de la casualidad, sino del precio de avanzar sobre los intereses de minorías privilegiadas, de gobernar con la mirada puesta en los trabajadores, en los débiles, en los postergados.
Claro que el contexto actual es otro. Ciertas minorías han perdido la capacidad de imponerse a través de la fuerza. Pero sepamos que hoy como ayer sigue habiendo débiles y postergados. Gobernar pensando en ellos sigue generando resistencias, porque gestionar para las mayorías, implica afectar privilegios que algunos no quieren resignar.
El peronismo actual, al devolverle la dignidad al pueblo argentino, comprometiéndose para hacernos cada día más iguales, con más derechos y más equidad, ha recobrado en gran parte para las franjas sociales más sumergidas, la inmensa alegría que le brindara décadas pasadas. Por fortuna ese es el peronismo que vivimos hoy- en un contexto internacional difícil- pero con la convicción y la confianza puesta en una gestión que gobierna para las grandes mayorías nacionales. Como lo quería Eva.
(*) Germán Grané es jefe de gabinete y Gobierno de la Municipalidad de Gualeguaychú.
¿Por qué recordar a Evita todos los años? Entre otros motivos, porque es pieza esencial de nuestro movimiento. Porque fue emblema de compromiso con los débiles. Porque acompañó al líder incondicionalmente en su labor de liberar a la Argentina. Porque fue “puente de amor” entre Perón y sus “descamisados”. Porque complementó magníficamente la labor social de los gobiernos peronistas a través de su Fundación.
Ahora bien ¿para qué recordar a Eva machacando sobre sus convicciones, sus obras, su compromiso vital con la justicia? Para recordarnos a nosotros mismos, cual es la misión que tenemos como militantes y dirigentes. Nuestro movimiento tuvo y conserva un mandato histórico. Ese mandato ha sido la construcción de un país más equitativo, más igual, más justo, mirando a todos pero especialmente a los más desprotegidos. El peronismo -como Eva- no nació para conciliar con los privilegios de unos pocos; tampoco para mirar complaciente cómo los poderes económicos o políticos internacionales dominan a las naciones más débiles. Nació para cuestionar a los poderes que históricamente dominaron a la nación, y redimir a los más humildes cuando se les negaban los derechos más elementales.
En esa lucha que atravesó el cuerpo del peronismo, advertimos algo que recorrió también a Evita en cuerpo y alma: ambos debieron sobrellevar en algunas ocasiones cruces muy pesados. Eva la injuria despiadada durante los dos primeros gobiernos; el peronismo, el bombardeo de junio de 1955; el golpe, la proscripción, los fusilamientos en José León Suárez y más acá, el terrorismo de estado donde muchísimos peronistas -entre otros argentinos- debieron tributar con su vida la persecución dictatorial.
No quiero hacer una versión solloza. Por el contrario el peronismo está cargado de realizaciones que por años hicieron de nuestro pueblo un sujeto feliz. Es necesario sin embargo destacar, que -como Eva- ese camino de espinas que en oportunidades debió recorrer no fue obra de la casualidad, sino del precio de avanzar sobre los intereses de minorías privilegiadas, de gobernar con la mirada puesta en los trabajadores, en los débiles, en los postergados.
Claro que el contexto actual es otro. Ciertas minorías han perdido la capacidad de imponerse a través de la fuerza. Pero sepamos que hoy como ayer sigue habiendo débiles y postergados. Gobernar pensando en ellos sigue generando resistencias, porque gestionar para las mayorías, implica afectar privilegios que algunos no quieren resignar.
El peronismo actual, al devolverle la dignidad al pueblo argentino, comprometiéndose para hacernos cada día más iguales, con más derechos y más equidad, ha recobrado en gran parte para las franjas sociales más sumergidas, la inmensa alegría que le brindara décadas pasadas. Por fortuna ese es el peronismo que vivimos hoy- en un contexto internacional difícil- pero con la convicción y la confianza puesta en una gestión que gobierna para las grandes mayorías nacionales. Como lo quería Eva.
(*) Germán Grané es jefe de gabinete y Gobierno de la Municipalidad de Gualeguaychú.
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