“La belleza de comunicarse bien”
* Padre Gregorio Nadal
La liturgia católica nos presenta este fin de semana la lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19. “El Señor llamó a Samuel y él respondió: Aquí estoy”. El joven Samuel oía, pero no escuchaba. ¿Qué diferencia hay entre oír y escuchar?
A veces pensamos que oír y escuchar significan lo mismo, sin embargo existen diferencias. Veamos: oír es un fenómeno que pertenece al orden fisiológico. Nuestro sentido auditivo nos permite percibir los sonidos en mayor y menor medida. Oír es percibir de forma pasiva las vibraciones del sonido.
Escuchar es la capacidad de captar, atender e interpretar la totalidad del mensaje del otro a través de lo que me dice. Escuchar es deducir, comprender y dar sentido a lo que se oye.
La escucha, se puede definir como la destreza interpersonal a través de la cual se manifiesta al interlocutor aceptación y deseo de comprender su mundo íntimo, a través de observar sus conductas y de atender sus mensajes verbales y no verbales.
Dijimos aceptar y comprender… ¿Qué nos dicen estas dos actitudes? ¿A quién no estoy aceptando y comprendiendo?
Una forma de escuchar bien seria prestar atención y concentración a lo que me dicen y demostrar al que nos hablar que está siendo interpretado y aceptado. Cuántos problemas nos ahorraríamos como sociedad si nos escuchásemos con atención y concentración… Cuántas personas le prestan más atención y concentración al celular antes que a una alguien que tienen enfrente… cuántos problemas familiares se resolverían mejor si nos prestásemos más atención!!
Para escuchar bien no basta con “no interrumpir” o con “esperar a que el otro termine” de hablar, no se trata de guardar turno, ni de callar mientras el otro habla; escuchar, es algo mas que esperar a que el otro termine de hablar, es compartir, es intercambiar, es querer comprender la esencia que nos quieren transmitir.
Pidamos a Dios que nos ayude a escucharnos mejor, a compartir y comprender la esencia del otro que es mi hermano y poder decirle al Señor, como Samuel: “Habla Señor, que tu servidor escucha”.
Y les dejo para pensar una frase de Zenón de Elea (Siglo V a. de C):
“Nos han sido dadas dos orejas,
pero en cambio solo una boca
para que podamos oír más y hablar menos”
A veces pensamos que oír y escuchar significan lo mismo, sin embargo existen diferencias. Veamos: oír es un fenómeno que pertenece al orden fisiológico. Nuestro sentido auditivo nos permite percibir los sonidos en mayor y menor medida. Oír es percibir de forma pasiva las vibraciones del sonido.
Escuchar es la capacidad de captar, atender e interpretar la totalidad del mensaje del otro a través de lo que me dice. Escuchar es deducir, comprender y dar sentido a lo que se oye.
La escucha, se puede definir como la destreza interpersonal a través de la cual se manifiesta al interlocutor aceptación y deseo de comprender su mundo íntimo, a través de observar sus conductas y de atender sus mensajes verbales y no verbales.
Dijimos aceptar y comprender… ¿Qué nos dicen estas dos actitudes? ¿A quién no estoy aceptando y comprendiendo?
Una forma de escuchar bien seria prestar atención y concentración a lo que me dicen y demostrar al que nos hablar que está siendo interpretado y aceptado. Cuántos problemas nos ahorraríamos como sociedad si nos escuchásemos con atención y concentración… Cuántas personas le prestan más atención y concentración al celular antes que a una alguien que tienen enfrente… cuántos problemas familiares se resolverían mejor si nos prestásemos más atención!!
Para escuchar bien no basta con “no interrumpir” o con “esperar a que el otro termine” de hablar, no se trata de guardar turno, ni de callar mientras el otro habla; escuchar, es algo mas que esperar a que el otro termine de hablar, es compartir, es intercambiar, es querer comprender la esencia que nos quieren transmitir.
Pidamos a Dios que nos ayude a escucharnos mejor, a compartir y comprender la esencia del otro que es mi hermano y poder decirle al Señor, como Samuel: “Habla Señor, que tu servidor escucha”.
Y les dejo para pensar una frase de Zenón de Elea (Siglo V a. de C):
“Nos han sido dadas dos orejas,
pero en cambio solo una boca
para que podamos oír más y hablar menos”
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