Peligro en el camino al Parque Unzué
Por Hugo Daroca (*)
El camino que une nuestra ciudad con Pueblo Belgrano es de gran peligrosidad. Los automóviles que salen del Parque Unzué y se dirigen a esta ciudad ingresan en una zona de altísimo riesgo para el tránsito, acceden directamente a la vía de circulación que traen los que vienen de aquel pueblo. Sin perjuicio que también lo es para quienes por el otro carril –en sentido contrario- se dirigen a Pueblo Belgrano, muchos de los cuales disminuyen la velocidad para ingresar al Parque sin la correspondiente vía de egreso.
Se trata de una ruta convencional que une dos centros urbanos. Tiene las características propias a tal tipo de camino. Es decir: calzada única con dos carriles, uno por sentido de circulación, y sin banquinas. Lo único que divide los dos carriles es una línea despintada al medio.
El acceso de los vehículos que salen del parque Unzué al camino, forzosamente toman el carril de circulación que viene de Pueblo Belgrano y se interponen a los que transitan en esa mano. Falta construir el carril de aceleración que sirva para –posteriormente- incorporarse a ese camino de rápida circulación sin riesgos y sin constituir un obstáculo a los que ya transitan por él.
Actualmente los automovilistas que ingresan carecen de toda seguridad. No pueden hacerlo sin interponerse a la línea de marcha de quienes vienen por ese carril y que lo hacen a mayor velocidad. Por el contrario si se cumpliera con las disposiciones legales (reglamentarias y técnicas) podrían hacer esa maniobra a muy reducida velocidad y con el máximo de seguridad. Se incorporarían al tránsito sin peligro para los automovilistas que ya circulan por la ruta.
La única forma de resolver este peligrosísimo ingreso, es mediante la construcción de una vía de aceleración que es exigida por las normas viales. Prevista y reglamentada en la ley.
El estado provincial y Municipal deben actuar con urgencias para evitar accidentes que pueden ser mortales. Cuando se trata de preservar la vida humana el Estado no puede ser negligente en construir las obras necesarias que obligatoriamente establecen las leyes viales y las prácticas. De lo contrario ante cualquier accidente que ocurra por el peligro de la ruta el Estado deberá responder civilmente por los daños que sufran quienes transitan por ella. Mientras no se construya se convierte en una improcedente omisión del Estado.
Por ello es necesario y urgente la construcción de ese carril de aceleración que le permitiría a los automovilistas pararse al comienzo del mismo y observar si se acerca algún vehículo para luego acelerar y recién ingresar a la mano que trae quién viene desde Pueblo Belgrano a una velocidad “adecuada”, que dista de la que puede traer el primero, pero que ya le permitirá reducir su marcha y hasta comenzar a frenar sin detener la marcha, sino moderando su velocidad. Si se construyera este carril de aceleración deberá señalizarse el lugar de la siguiente manera: en el carril de aceleración: el lugar donde debe detener su marcha quién ingresa para observar cuando puede hacerlo y el lugar en que –una vez alcanzada la velocidad “adecuada” pueda ingresar a la carretera, que por supuesto debe estar en la finalización del carril.
En la ruta: el cartel adoptado por Vialidad que advertirá la presencia de una vía de ingreso o aceleración.
Con esto no terminan las obras en dicho tramo. Se deberán colocar en el trayecto de ruta hasta el puente Méndez Casariego las barreras de contención o guardarrail reglamentarios. El terraplén está construido a cerca de cuatro metros de altura y carece de este elemento de contención que obligatoriamente debería existir. Actualmente hay colocados “decorativamente” unos postes, que se unen entre sí por clavos, que hasta una bicicleta los derriba. Algunos de los cuales se están por caer solos. En consecuencia no hay contención. Cualquier accidente o ruptura de un vehículo puede provocar consecuencias muy graves por la falta de una barrera.
Y por último hay que disminuir el desnivel que existe en la cabecera del corto puente que está enseguida del ingreso y permite la vinculación vial entre el “Parque Chico” y el “Parque Grande” que está a 4,10 metros de altura y está “descalzado”, Sumado esto a la diferencia del ancho, lo que obliga a los conductores a acercarse al centro de la calzada y a los peatones caminar por la ruta porque la vereda se corta - no existe en el lado este- para continuar por la vereda y pasar ese puente.
Por otra parte la ruta a Pueblo Belgrano carece de banquinas asfaltada como es obligación que se la construya. Esta falta de banquina ha provocado en muchas partes de la ruta el “descalce”, es decir la diferencia de nivel entre la ruta asfaltada y la banquina de tierra o barro según el tiempo.-
Debería ser una ruta de dos carriles por mano, y además es angosta, con la que en los puentes que atraviesa – se encuentran más elevados que la ruta- se estrechan, con lo que por consiguiente aumenta de por sí el riesgo. Pero volvamos a la banquina. El conductor que “muerde” la banquina es muy propenso, diría que instintivamente pega el volantazo y pretende reingresar el vehiculo rápidamente a la ruta. Esta es una maniobra totalmente equivocada que termina con el vuelco del vehiculo o en la mano contraria y muchas veces chocando con otro que viene por la mano contraria.-
Según el código Civil el dueño y guardián de las carreteras es el estado, quién debe procurar una infraestructura adecuada.- Destaquemos que la seguridad vial comienza por las obras de ingeniería adecuada, lo que no caben dudas faltan en esta vía.
Lo que sí podemos afirmar que no existe normativa que permita la diferencia de altura entre la calzada de una ruta y la banquina. Está prohibida. Las normas y perfiles de diseño que contemplan la forma de construir rutas, presentan una perfecta continuidad entre la calzada y la banquina. No puede, ni puede existir ningún escalón. Si ello existe favorece el accidente de tránsito cuando un vehiculo se sale de la calzada. La banquina de tierra –que no funciona ante la lluvia- no puede permitirse en un camino de tan solo 2.800 metros que une dos localidades densamente pobladas y que une con el principal centro de atracción turística. Además debe tenerse en cuenta que por el tipo de construcción es por si solo un problema de conservación la calidad del material tiene mucha propensión a descalzarse. El problema debe resolverse y para ello una decisión de ingeniería juega un rol decisivo.
(*) Hugo Daroca es abogado e historiador de la ciudad.
Se trata de una ruta convencional que une dos centros urbanos. Tiene las características propias a tal tipo de camino. Es decir: calzada única con dos carriles, uno por sentido de circulación, y sin banquinas. Lo único que divide los dos carriles es una línea despintada al medio.
El acceso de los vehículos que salen del parque Unzué al camino, forzosamente toman el carril de circulación que viene de Pueblo Belgrano y se interponen a los que transitan en esa mano. Falta construir el carril de aceleración que sirva para –posteriormente- incorporarse a ese camino de rápida circulación sin riesgos y sin constituir un obstáculo a los que ya transitan por él.
Actualmente los automovilistas que ingresan carecen de toda seguridad. No pueden hacerlo sin interponerse a la línea de marcha de quienes vienen por ese carril y que lo hacen a mayor velocidad. Por el contrario si se cumpliera con las disposiciones legales (reglamentarias y técnicas) podrían hacer esa maniobra a muy reducida velocidad y con el máximo de seguridad. Se incorporarían al tránsito sin peligro para los automovilistas que ya circulan por la ruta.
La única forma de resolver este peligrosísimo ingreso, es mediante la construcción de una vía de aceleración que es exigida por las normas viales. Prevista y reglamentada en la ley.
El estado provincial y Municipal deben actuar con urgencias para evitar accidentes que pueden ser mortales. Cuando se trata de preservar la vida humana el Estado no puede ser negligente en construir las obras necesarias que obligatoriamente establecen las leyes viales y las prácticas. De lo contrario ante cualquier accidente que ocurra por el peligro de la ruta el Estado deberá responder civilmente por los daños que sufran quienes transitan por ella. Mientras no se construya se convierte en una improcedente omisión del Estado.
Por ello es necesario y urgente la construcción de ese carril de aceleración que le permitiría a los automovilistas pararse al comienzo del mismo y observar si se acerca algún vehículo para luego acelerar y recién ingresar a la mano que trae quién viene desde Pueblo Belgrano a una velocidad “adecuada”, que dista de la que puede traer el primero, pero que ya le permitirá reducir su marcha y hasta comenzar a frenar sin detener la marcha, sino moderando su velocidad. Si se construyera este carril de aceleración deberá señalizarse el lugar de la siguiente manera: en el carril de aceleración: el lugar donde debe detener su marcha quién ingresa para observar cuando puede hacerlo y el lugar en que –una vez alcanzada la velocidad “adecuada” pueda ingresar a la carretera, que por supuesto debe estar en la finalización del carril.
En la ruta: el cartel adoptado por Vialidad que advertirá la presencia de una vía de ingreso o aceleración.
Con esto no terminan las obras en dicho tramo. Se deberán colocar en el trayecto de ruta hasta el puente Méndez Casariego las barreras de contención o guardarrail reglamentarios. El terraplén está construido a cerca de cuatro metros de altura y carece de este elemento de contención que obligatoriamente debería existir. Actualmente hay colocados “decorativamente” unos postes, que se unen entre sí por clavos, que hasta una bicicleta los derriba. Algunos de los cuales se están por caer solos. En consecuencia no hay contención. Cualquier accidente o ruptura de un vehículo puede provocar consecuencias muy graves por la falta de una barrera.
Y por último hay que disminuir el desnivel que existe en la cabecera del corto puente que está enseguida del ingreso y permite la vinculación vial entre el “Parque Chico” y el “Parque Grande” que está a 4,10 metros de altura y está “descalzado”, Sumado esto a la diferencia del ancho, lo que obliga a los conductores a acercarse al centro de la calzada y a los peatones caminar por la ruta porque la vereda se corta - no existe en el lado este- para continuar por la vereda y pasar ese puente.
Por otra parte la ruta a Pueblo Belgrano carece de banquinas asfaltada como es obligación que se la construya. Esta falta de banquina ha provocado en muchas partes de la ruta el “descalce”, es decir la diferencia de nivel entre la ruta asfaltada y la banquina de tierra o barro según el tiempo.-
Debería ser una ruta de dos carriles por mano, y además es angosta, con la que en los puentes que atraviesa – se encuentran más elevados que la ruta- se estrechan, con lo que por consiguiente aumenta de por sí el riesgo. Pero volvamos a la banquina. El conductor que “muerde” la banquina es muy propenso, diría que instintivamente pega el volantazo y pretende reingresar el vehiculo rápidamente a la ruta. Esta es una maniobra totalmente equivocada que termina con el vuelco del vehiculo o en la mano contraria y muchas veces chocando con otro que viene por la mano contraria.-
Según el código Civil el dueño y guardián de las carreteras es el estado, quién debe procurar una infraestructura adecuada.- Destaquemos que la seguridad vial comienza por las obras de ingeniería adecuada, lo que no caben dudas faltan en esta vía.
Lo que sí podemos afirmar que no existe normativa que permita la diferencia de altura entre la calzada de una ruta y la banquina. Está prohibida. Las normas y perfiles de diseño que contemplan la forma de construir rutas, presentan una perfecta continuidad entre la calzada y la banquina. No puede, ni puede existir ningún escalón. Si ello existe favorece el accidente de tránsito cuando un vehiculo se sale de la calzada. La banquina de tierra –que no funciona ante la lluvia- no puede permitirse en un camino de tan solo 2.800 metros que une dos localidades densamente pobladas y que une con el principal centro de atracción turística. Además debe tenerse en cuenta que por el tipo de construcción es por si solo un problema de conservación la calidad del material tiene mucha propensión a descalzarse. El problema debe resolverse y para ello una decisión de ingeniería juega un rol decisivo.
(*) Hugo Daroca es abogado e historiador de la ciudad.
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