A las urnas
Hoy es un día de fiesta. El pueblo argentino concurrirá a emitir su voluntad democrática para elegir en todos los distritos del país la representación de las Cámaras de Senadores y Diputados a nivel nacional.
Se trata nada menos que elegir a los representantes del pueblo.
Es cierto que sería lamentable reducir la democracia solamente al acto de sufragar. Pero también es verdad que el voto electoral hace a la democracia y por eso mismo posee un incalculable valor que es necesario defender con convicciones.
Quienes sean elegidos, en esta época más que en ninguna, deberán hacer honor a aquel concepto que dice que desde el punto de vista de la soberanía popular, el pueblo al votar y elegir transfiera al elegido ese poder soberano para actuar en su nombre. En rigor, no siempre quienes han sido consagrados en las urnas han representado con honor y prestigio ese mandato, sino todo lo contrario.
Hoy más que nunca se requiere gestión parlamentaria honesta y transparente, porque son la honestidad y la transparencia las bases para aspirar a una democracia con calidad. En el parlamento se deciden cuestiones políticas, económicas, sociales, culturales, de estrategia internacional y otorga los instrumentos para ser o no un país desarrollado.
Es cierto que el voto es una expresión política de la voluntad individual. Pero también es verdad que la suma de esas voluntades individuales hace a un colectivo que otorga mayorías y minorías, ya no como un castigo sino como un mandato. Por eso siempre el voto tiene un valor trascendente, dado que es un instrumento por excelencia para consolidar rumbos o generar cambios en el país.
Sin ciudadanos no hay democracia. Esta síntesis es una de las claves para que tres días después de hoy también se viva la fiesta de la democracia cuando se celebren sus treinta años de plena vigencia.
El día de hoy es una jornada histórica. Un momento oportuno para avanzar en la calidad de la representación parlamentaria y donde en la responsabilidad del elector –del ciudadano- recae la decisión para avanzar en la calidad de esa representación. No hay que desperdiciar el voto, sino ejercerlo de manera positiva, encontrando en la elección que cada uno realice su mejor opción.
Es de anhelar que el 28 de octubre, es decir, luego de las elecciones también se viva la jornada como un momento histórico; y para ello cada uno deberá asumir las responsabilidades de la mejor manera. La democracia no puede reducirse solamente a un acto electoral, por más sagrado que éste fuere. Por eso se sostiene que es de anhelar que más allá de los resultados, los parlamentarios que resulten elegidos sean de la mayoría o de la minoría, puedan unir sus perspectivas para que el país tenga un horizonte concreto, donde prevalezca el interés general y no los partidarios o sectoriales.
Cada uno de los candidatos manifestó sus deseos de ir por mejoras colectivas. Cada uno con su propuesta. Ojalá que luego de las elecciones, quienes asuman el 10 de diciembre su representación puedan plasmarla de la mejor manera. Ojalá que la fortaleza institucional, la honestidad y la transparencia sean los ejes primordiales del nuevo Congreso. El país lo necesita. El ciudadano lo necesita. No son tiempos para egoísmos sectoriales y es tiempo de madurar en democracia. A las urnas, que es una excelente oportunidad para que hable el pueblo.
Es cierto que sería lamentable reducir la democracia solamente al acto de sufragar. Pero también es verdad que el voto electoral hace a la democracia y por eso mismo posee un incalculable valor que es necesario defender con convicciones.
Quienes sean elegidos, en esta época más que en ninguna, deberán hacer honor a aquel concepto que dice que desde el punto de vista de la soberanía popular, el pueblo al votar y elegir transfiera al elegido ese poder soberano para actuar en su nombre. En rigor, no siempre quienes han sido consagrados en las urnas han representado con honor y prestigio ese mandato, sino todo lo contrario.
Hoy más que nunca se requiere gestión parlamentaria honesta y transparente, porque son la honestidad y la transparencia las bases para aspirar a una democracia con calidad. En el parlamento se deciden cuestiones políticas, económicas, sociales, culturales, de estrategia internacional y otorga los instrumentos para ser o no un país desarrollado.
Es cierto que el voto es una expresión política de la voluntad individual. Pero también es verdad que la suma de esas voluntades individuales hace a un colectivo que otorga mayorías y minorías, ya no como un castigo sino como un mandato. Por eso siempre el voto tiene un valor trascendente, dado que es un instrumento por excelencia para consolidar rumbos o generar cambios en el país.
Sin ciudadanos no hay democracia. Esta síntesis es una de las claves para que tres días después de hoy también se viva la fiesta de la democracia cuando se celebren sus treinta años de plena vigencia.
El día de hoy es una jornada histórica. Un momento oportuno para avanzar en la calidad de la representación parlamentaria y donde en la responsabilidad del elector –del ciudadano- recae la decisión para avanzar en la calidad de esa representación. No hay que desperdiciar el voto, sino ejercerlo de manera positiva, encontrando en la elección que cada uno realice su mejor opción.
Es de anhelar que el 28 de octubre, es decir, luego de las elecciones también se viva la jornada como un momento histórico; y para ello cada uno deberá asumir las responsabilidades de la mejor manera. La democracia no puede reducirse solamente a un acto electoral, por más sagrado que éste fuere. Por eso se sostiene que es de anhelar que más allá de los resultados, los parlamentarios que resulten elegidos sean de la mayoría o de la minoría, puedan unir sus perspectivas para que el país tenga un horizonte concreto, donde prevalezca el interés general y no los partidarios o sectoriales.
Cada uno de los candidatos manifestó sus deseos de ir por mejoras colectivas. Cada uno con su propuesta. Ojalá que luego de las elecciones, quienes asuman el 10 de diciembre su representación puedan plasmarla de la mejor manera. Ojalá que la fortaleza institucional, la honestidad y la transparencia sean los ejes primordiales del nuevo Congreso. El país lo necesita. El ciudadano lo necesita. No son tiempos para egoísmos sectoriales y es tiempo de madurar en democracia. A las urnas, que es una excelente oportunidad para que hable el pueblo.
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