Día Internacional de la Democracia
El 15 de septiembre Naciones Unidas lo destina para reflexionar y celebrar en el mundo entero el Día Internacional de la Democracia.
Se entiende que la democracia tiene la doble cualidad de ser un proceso y una meta al mismo tiempo.
El respeto por la libertad y los derechos humanos, civiles y políticos, la tolerancia por las ideas y las creencias y celebrar de manera periódica y genuina las elecciones a través del sufragio universal para elegir las autoridades públicas, son elementos que constituyen la base esencial de todo sistema democrático.
Otro aspecto insoslayable es profundizar y alentar los derechos consagrados en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en instrumentos de derechos humanos posteriores que abarcan los derechos de los grupos (como el de los pueblos originarios, las minorías, las personas con discapacidades) dado que son igualmente esenciales y se les debe garantizar la igualdad y equidad en el acceso a los derechos civiles y políticos.
No es casual que en la actualidad se sostenga que la democracia es un valor universal basado en la voluntad libre de los pueblos para determinar su propio sistema político, económico, social, cultural y en todos los aspectos de su vida. Dicho esto es oportuno recordar que si bien las democracias comparten características comunes, no existe un modelo único de democracia, tal como se expresa en la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución A/62/7, cuando decidió observar el Día Internacional de la Democracia el 15 de septiembre de cada año.
Junto con todo ello es menester destacar la función central de los parlamentos y especialmente de la participación activa de las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación, dado que ejercer un rol preponderante en la interacción con los gobiernos en todos los niveles y que debe redundar en la promoción de la democracia, la libertad, la igualdad, la participación, el desarrollo, el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales y el Estado de Derecho.
Hoy mñás que nunca es necesario tomar conciencia de que la democracia influye notablemente en la vida cotidiana de los ciudadanos. Ya no se trata solamente de un sistema político ético al que se debe aspirar para tener una sociedad civilizada que pueda considerarse como tal. No es sólo un sistema de convivencia basado en la libertad y el respeto. Se dijo al principio que la democracia es un proceso y una meta al mismo tiempo. Es importante comprender que como proceso se necesita de un constante desarrollado democrático para mejorar la política y con ella a los políticos y lograr que estén al servicio de la sociedad y sean controlados por ella. La democracia no es para que un político haga lo que se le de la gana apelando a la libertad. La crítica profunda, contundente, constructiva, debe ser siempre bienvenida y no criminalizada. Esa clase de crítica es imprescindible para mejorar la propia democracia. En Argentina se sigue demonizando a quienes no piensan igual al gobierno. Los apóstoles del oficialismo no quieren tener memoria y así olvidan que las leyes humanas no son divinas, no son perfectas, pueden y deben ser mejoradas y para ello se requiere del concurso del la sociedad, sin excepción.
El respeto por la libertad y los derechos humanos, civiles y políticos, la tolerancia por las ideas y las creencias y celebrar de manera periódica y genuina las elecciones a través del sufragio universal para elegir las autoridades públicas, son elementos que constituyen la base esencial de todo sistema democrático.
Otro aspecto insoslayable es profundizar y alentar los derechos consagrados en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y en instrumentos de derechos humanos posteriores que abarcan los derechos de los grupos (como el de los pueblos originarios, las minorías, las personas con discapacidades) dado que son igualmente esenciales y se les debe garantizar la igualdad y equidad en el acceso a los derechos civiles y políticos.
No es casual que en la actualidad se sostenga que la democracia es un valor universal basado en la voluntad libre de los pueblos para determinar su propio sistema político, económico, social, cultural y en todos los aspectos de su vida. Dicho esto es oportuno recordar que si bien las democracias comparten características comunes, no existe un modelo único de democracia, tal como se expresa en la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución A/62/7, cuando decidió observar el Día Internacional de la Democracia el 15 de septiembre de cada año.
Junto con todo ello es menester destacar la función central de los parlamentos y especialmente de la participación activa de las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación, dado que ejercer un rol preponderante en la interacción con los gobiernos en todos los niveles y que debe redundar en la promoción de la democracia, la libertad, la igualdad, la participación, el desarrollo, el respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales y el Estado de Derecho.
Hoy mñás que nunca es necesario tomar conciencia de que la democracia influye notablemente en la vida cotidiana de los ciudadanos. Ya no se trata solamente de un sistema político ético al que se debe aspirar para tener una sociedad civilizada que pueda considerarse como tal. No es sólo un sistema de convivencia basado en la libertad y el respeto. Se dijo al principio que la democracia es un proceso y una meta al mismo tiempo. Es importante comprender que como proceso se necesita de un constante desarrollado democrático para mejorar la política y con ella a los políticos y lograr que estén al servicio de la sociedad y sean controlados por ella. La democracia no es para que un político haga lo que se le de la gana apelando a la libertad. La crítica profunda, contundente, constructiva, debe ser siempre bienvenida y no criminalizada. Esa clase de crítica es imprescindible para mejorar la propia democracia. En Argentina se sigue demonizando a quienes no piensan igual al gobierno. Los apóstoles del oficialismo no quieren tener memoria y así olvidan que las leyes humanas no son divinas, no son perfectas, pueden y deben ser mejoradas y para ello se requiere del concurso del la sociedad, sin excepción.
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