El desarrollo universitario depende del nivel medio
La educación superior está llamada a impulsar transformaciones significativas y simultáneamente contribuir al progreso de la sociedad.
En Gualeguaychú, tanto las universidades públicas como privadas son reconocidas como protagonistas sociales cuya relevancia no admite la menor duda. La experiencia local las ubica siempre como instituciones que han contribuido a la responsabilidad social y siempre colaborando para el mejoramiento colectivo de la sociedad.
Por otro lado, esta época se caracteriza por una importante demanda del conocimiento superior, incluso sin precedentes si se tiene en cuenta las necesidades que han planteado desde los sectores industriales y productivos locales y que han tenido una amplia respuesta.
No es casual que la propia comunidad haya tomado más conciencia de la importancia de las universidades, fundamentalmente porque aportan para el desarrollo sociocultural y económico y la conquista del futuro.
Los jóvenes a su vez tienen mayores herramientas para adquirir mejores competencias y conocimientos más amplios y específicos al mismo tiempo.
Pero como todo en el campo del saber, también las universidades deben hacer frente a muchas dificultades u obstáculos: desde su financiamiento hasta la formación de las competencias, pasando por hacerse cargo de la debilitada formación de los egresados de la secundaria. No obstante, en cinco años las universidades logran el milagro de formar excelentes profesionales y mejores ciudadanos. Sería más que oportuno que Educación a nivel provincial reforzara el nivel secundario, justamente porque es incongruente una universidad de calidad y un nivel medio mediocre, por más que se reconozca el milagro que hacen en cinco años las casas de altos estudios.
Gualeguaychú está experimentando un crecimiento en sus casas de altos estudios y se avecinan nuevas propuestas académicas que redundarán en la maduración de un perfil de amplios horizontes como es la capacitación de los futuros profesionales.
Junto con las dificultades señaladas –que son algunas, claro está- también las universidades están haciendo frente al desafío de acceder a las nuevas tecnologías, siempre garantizando el acceso equitativo.
El saber y la aplicación de la tecnología constituyen también retos indudables para mejorar el contexto económico de una comunidad. En este aspecto, hay que saludar que las casas de altos estudios en la ciudad están articuladas con el mundo del trabajo e incluso interactúan activamente con las instituciones intermedias para colaborar integralmente en la consolidación del desarrollo.
Hay que pensar en esta presencia universitaria en Gualeguaychú, porque sin esas instituciones de educación superior e investigación, se tornaría mucho más arduo y difícil garantizar un auténtico desarrollo local y regional. Hay que pensar en estas presencias y valorarlas en su inconmensurable magnitud.
El avance del siglo XXI está condicionado por la amplitud de miras que se proponga toda sociedad, y junto con ello, el rol que se le asigne a la educación en general. ¿Qué pasaría si el nivel secundario experimentara un avance cualitativo en materia académica? La respuesta no es otra que el crecimiento universitario. Por eso, aunque el siglo XXI sea el siglo de las universidades, todavía hay que dar ese paso previo que es fortalecer el nivel medio de la enseñanza. Si en esto se atrasa, entonces se aplaza el futuro.
Por otro lado, esta época se caracteriza por una importante demanda del conocimiento superior, incluso sin precedentes si se tiene en cuenta las necesidades que han planteado desde los sectores industriales y productivos locales y que han tenido una amplia respuesta.
No es casual que la propia comunidad haya tomado más conciencia de la importancia de las universidades, fundamentalmente porque aportan para el desarrollo sociocultural y económico y la conquista del futuro.
Los jóvenes a su vez tienen mayores herramientas para adquirir mejores competencias y conocimientos más amplios y específicos al mismo tiempo.
Pero como todo en el campo del saber, también las universidades deben hacer frente a muchas dificultades u obstáculos: desde su financiamiento hasta la formación de las competencias, pasando por hacerse cargo de la debilitada formación de los egresados de la secundaria. No obstante, en cinco años las universidades logran el milagro de formar excelentes profesionales y mejores ciudadanos. Sería más que oportuno que Educación a nivel provincial reforzara el nivel secundario, justamente porque es incongruente una universidad de calidad y un nivel medio mediocre, por más que se reconozca el milagro que hacen en cinco años las casas de altos estudios.
Gualeguaychú está experimentando un crecimiento en sus casas de altos estudios y se avecinan nuevas propuestas académicas que redundarán en la maduración de un perfil de amplios horizontes como es la capacitación de los futuros profesionales.
Junto con las dificultades señaladas –que son algunas, claro está- también las universidades están haciendo frente al desafío de acceder a las nuevas tecnologías, siempre garantizando el acceso equitativo.
El saber y la aplicación de la tecnología constituyen también retos indudables para mejorar el contexto económico de una comunidad. En este aspecto, hay que saludar que las casas de altos estudios en la ciudad están articuladas con el mundo del trabajo e incluso interactúan activamente con las instituciones intermedias para colaborar integralmente en la consolidación del desarrollo.
Hay que pensar en esta presencia universitaria en Gualeguaychú, porque sin esas instituciones de educación superior e investigación, se tornaría mucho más arduo y difícil garantizar un auténtico desarrollo local y regional. Hay que pensar en estas presencias y valorarlas en su inconmensurable magnitud.
El avance del siglo XXI está condicionado por la amplitud de miras que se proponga toda sociedad, y junto con ello, el rol que se le asigne a la educación en general. ¿Qué pasaría si el nivel secundario experimentara un avance cualitativo en materia académica? La respuesta no es otra que el crecimiento universitario. Por eso, aunque el siglo XXI sea el siglo de las universidades, todavía hay que dar ese paso previo que es fortalecer el nivel medio de la enseñanza. Si en esto se atrasa, entonces se aplaza el futuro.
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