Inseguridad
La inseguridad se plantea como un problema de difícil solución desde los últimos diez, quince años. De hecho, viene creciendo más allá de las estadísticas oficiales. Y está claro que no es una sensación artificial, sino una realidad concreta que golpea duro en todas las familias.
En Urquiza al Oeste se han producido una serie de hechos que ameritan un análisis especial, dado que al robo reiterado en propiedades se genera una absoluta impunidad, porque los delincuentes suelen ingresar una y más veces en el mismo domicilio con diferencia de 24-48 horas.
Los ciudadanos están cansados de esta situación y muchos sienten que la denuncia es una etapa inútil a juzgar por los resultados. Sin embargo, hay que decir que la denuncia debería ser una obligación de las víctimas, porque no hay otra forma de actuar, más allá de que a veces se sienta que se trata de un trámite que no generará mayores resultados.
Por otro lado, hay que convenir que en una comunidad como la de Gualeguaychú, no deben existir más de cincuenta o sesenta personas dedicadas a esta clase de delitos, lo que implica que ese puñado de personas por el momento puede contra casi cien mil almas. Un despropósito por donde se lo analice, porque de ninguna manera la sociedad puede sentirse rehén o acorralada por un accionar que generalmente no encuentra sanción por parte de la Justicia.
En la columna Editorial de la edición de ayer se planteó la necesidad de instalar cámaras de seguridad tal como existen en muchas localidades a lo largo y ancho del país, pero las autoridades por el momento se niegan a que los ciudadanos puedan sumar esa herramienta en materia de prevención y que bien podría incluso servir como prueba para la Justicia tal como ocurre y se monitorea la video vigilancia en el ámbito rural contra el delito de abigeato.
La inseguridad en Gualeguaychú ha sido para la provincia un problema sin solución y prueba de ello es la permanente angustia que invade a los hogares y ahora mucho más agravado porque los delincuentes suelen regresar para continuar desvalijando lo que encuentran en esas propiedades, además del destrozo que dejan a su paso.
Una sociedad insegura se vuelve improductiva, porque queda paralizada. Y si a esa inseguridad se le agrega cierta impunidad, entonces la anomia se instala y así todo se torna más difícil de corregir.
¿Qué le falta a la Policía para ser más eficiente en materia de seguridad? La respuesta la debe dar el gobierno, pero es evidente que también hay que computar que es necesario un mayor compromiso por parte de la Justicia. Por el momento prevalece el “todo vale”, por eso los ciudadanos están indefensos y quienes delinquen se sienten impunes. Y ya se sabe, cuando “todo vale” es porque se han perdido los valores y ya nada vale nada. Esa no es la sociedad que quiere la inmensa mayoría que cumple con sus elementales obligaciones.
Los ciudadanos están cansados de esta situación y muchos sienten que la denuncia es una etapa inútil a juzgar por los resultados. Sin embargo, hay que decir que la denuncia debería ser una obligación de las víctimas, porque no hay otra forma de actuar, más allá de que a veces se sienta que se trata de un trámite que no generará mayores resultados.
Por otro lado, hay que convenir que en una comunidad como la de Gualeguaychú, no deben existir más de cincuenta o sesenta personas dedicadas a esta clase de delitos, lo que implica que ese puñado de personas por el momento puede contra casi cien mil almas. Un despropósito por donde se lo analice, porque de ninguna manera la sociedad puede sentirse rehén o acorralada por un accionar que generalmente no encuentra sanción por parte de la Justicia.
En la columna Editorial de la edición de ayer se planteó la necesidad de instalar cámaras de seguridad tal como existen en muchas localidades a lo largo y ancho del país, pero las autoridades por el momento se niegan a que los ciudadanos puedan sumar esa herramienta en materia de prevención y que bien podría incluso servir como prueba para la Justicia tal como ocurre y se monitorea la video vigilancia en el ámbito rural contra el delito de abigeato.
La inseguridad en Gualeguaychú ha sido para la provincia un problema sin solución y prueba de ello es la permanente angustia que invade a los hogares y ahora mucho más agravado porque los delincuentes suelen regresar para continuar desvalijando lo que encuentran en esas propiedades, además del destrozo que dejan a su paso.
Una sociedad insegura se vuelve improductiva, porque queda paralizada. Y si a esa inseguridad se le agrega cierta impunidad, entonces la anomia se instala y así todo se torna más difícil de corregir.
¿Qué le falta a la Policía para ser más eficiente en materia de seguridad? La respuesta la debe dar el gobierno, pero es evidente que también hay que computar que es necesario un mayor compromiso por parte de la Justicia. Por el momento prevalece el “todo vale”, por eso los ciudadanos están indefensos y quienes delinquen se sienten impunes. Y ya se sabe, cuando “todo vale” es porque se han perdido los valores y ya nada vale nada. Esa no es la sociedad que quiere la inmensa mayoría que cumple con sus elementales obligaciones.
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