La educación
Con la edición de hoy se inaugura la primera edición 2015. Esta es la primera columna Editorial en este contexto dominado por los alcances del calendario.
Y esta primera columna de opinión estará dedicada a la educación, porque sin ese valor será incompleto alcanzar cualquier sueño o anhelo durante este año que recién se inicia.
Y junto con la educación –casi como un destino ineludible- la paz, tan necesaria como la vida misma.
Comprendido esto será más fácil avanzar hacia la necesidad de la diversidad y la tolerancia, máxime en un año donde la disputa del poder se dirimirá en parte en elecciones generales en octubre.
Educación, paz, diversidad, tolerancia no son otra cosa que la convocatoria al diálogo para gozar de una mejor civilización y para ello es indispensable el consenso de protección y divulgación de los valores comunes que distinguen a toda comunidad.
Sin estos principios, por ejemplo, sería imposible la concepción de un desarrollo sostenible, el respeto mutuo, la aspiración para reducir la pobreza, entre otros temas que son indispensables para consolidar una mejor calidad de vida.
Por eso también debe ser una prédica constante la necesidad de sumar esfuerzos para que todos puedan gozar de una educación de calidad sin excluidos, que se comprenda que la educación es un proceso de aprendizaje-enseñanza que se ejercita a lo largo de toda la vida y que hoy más que nunca es necesario construir sociedades del conocimiento integradoras a partir de la información y la comunicación.
Y esto implica siempre promover principios y prácticas vinculadas con las normas éticas en relación con el desarrollo científico, tecnológico y social. Simultáneamente, preserva la riqueza insustituible de la humanidad a partir de protecciones que abarcan al Patrimonio Cultural y Natural de los pueblos.
Aunque no se lo observe de manera diaria, estos objetivos y acciones están presentes en la vida cotidiana de todas las sociedades y Gualeguaychú no es la excepción.
Las ansias de superación en materia educativa y cultural, la búsqueda del bien común para desarrollar integralmente a la comunidad, la necesidad imperiosa de proteger el ambiente y dar protección integral a la vida son cuestiones que diariamente en Gualeguaychú movilizan a todos los vecinos. Esos horizontes son los ejes que forman la columna vertebral de la historia misma de esta comunidad. Por eso se sostiene que el ideal de la educación debe estar siempre presente en la vida cotidiana de todos, sin excepciones. Y en un año electoral debe ser parte de una agenda política. Para ello, los aspirantes a algún cargo deben consensuar más que marcar diferencias, ponerse de acuerdo en una serie de puntos en común y todos juntos comprometerse a un presupuesto mínimo que permita creer que alguna vez, más allá de las diferencias, se puede avanzar en políticas en común.
En materia de educación, por el momento la dirigencia en su conjunto (partidaria política, gremial, empresarial) tienen un aplazo histórico… pero también la voluntad de mejorar su compromiso con lo que tanto declaman: la educación misma.
Y junto con la educación –casi como un destino ineludible- la paz, tan necesaria como la vida misma.
Comprendido esto será más fácil avanzar hacia la necesidad de la diversidad y la tolerancia, máxime en un año donde la disputa del poder se dirimirá en parte en elecciones generales en octubre.
Educación, paz, diversidad, tolerancia no son otra cosa que la convocatoria al diálogo para gozar de una mejor civilización y para ello es indispensable el consenso de protección y divulgación de los valores comunes que distinguen a toda comunidad.
Sin estos principios, por ejemplo, sería imposible la concepción de un desarrollo sostenible, el respeto mutuo, la aspiración para reducir la pobreza, entre otros temas que son indispensables para consolidar una mejor calidad de vida.
Por eso también debe ser una prédica constante la necesidad de sumar esfuerzos para que todos puedan gozar de una educación de calidad sin excluidos, que se comprenda que la educación es un proceso de aprendizaje-enseñanza que se ejercita a lo largo de toda la vida y que hoy más que nunca es necesario construir sociedades del conocimiento integradoras a partir de la información y la comunicación.
Y esto implica siempre promover principios y prácticas vinculadas con las normas éticas en relación con el desarrollo científico, tecnológico y social. Simultáneamente, preserva la riqueza insustituible de la humanidad a partir de protecciones que abarcan al Patrimonio Cultural y Natural de los pueblos.
Aunque no se lo observe de manera diaria, estos objetivos y acciones están presentes en la vida cotidiana de todas las sociedades y Gualeguaychú no es la excepción.
Las ansias de superación en materia educativa y cultural, la búsqueda del bien común para desarrollar integralmente a la comunidad, la necesidad imperiosa de proteger el ambiente y dar protección integral a la vida son cuestiones que diariamente en Gualeguaychú movilizan a todos los vecinos. Esos horizontes son los ejes que forman la columna vertebral de la historia misma de esta comunidad. Por eso se sostiene que el ideal de la educación debe estar siempre presente en la vida cotidiana de todos, sin excepciones. Y en un año electoral debe ser parte de una agenda política. Para ello, los aspirantes a algún cargo deben consensuar más que marcar diferencias, ponerse de acuerdo en una serie de puntos en común y todos juntos comprometerse a un presupuesto mínimo que permita creer que alguna vez, más allá de las diferencias, se puede avanzar en políticas en común.
En materia de educación, por el momento la dirigencia en su conjunto (partidaria política, gremial, empresarial) tienen un aplazo histórico… pero también la voluntad de mejorar su compromiso con lo que tanto declaman: la educación misma.
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