La Educación sigue pendiente
A esta altura del almanaque se tiene una certeza en materia educativa: el ciclo escolar este año no fue normal por los paros en reclamos de mejoras salariales de los docentes.
En estas horas la provincia está inmersa en una gran incertidumbre: el Gobierno no puede asegurar si el ciclo lectivo 2014 concluirá sin nuevos paros.
Esta situación no es nueva, sino que se viene produciendo desde hace varias décadas. Es más, casi ningún distrito alcanzó el presupuesto mínimos de días que la ley aconseja para cada ciclo lectivo.
Es cierto que en los últimos años se ha avanzado mucho en materia de inclusión educativa, principalmente por dos grandes esfuerzos: se ha cumplido (aún antes de lo previsto) con la financiación educativa prevista por la ley, y la Asignación Universal por Hijos ha sido una poderosa herramienta para que los niños y jóvenes retornen a las aulas.
Se ha avanzado en inclusión… pero eso no habilita en absoluto para creer que se han alcanzado parámetros mínimos de calidad educativa.
Los gremios docentes se han sentado con el Gobierno para discutir la paritaria. Reclaman, con muy justa razón y asistidos por los datos de la realidad, que necesitan un salario digno porque la inflación les ha devorado cualquier conquista lograda a principio de año. Pero de la misma forma que se defiende ese derecho, sería oportuno que alguna vez los gremios y los gobiernos se sienten en una mesa para hablar también de una educación digna para los alumnos. Ese diálogo falta.
El otro aspecto que también describe el deterioro de la calidad educativa es que en esta materia no se pueden hacer generalizaciones, dado que en el país, en la provincia e incluso en la ciudad coexisten espacios educativos públicos y privados comparables con los mejores del mundo desarrollado, con otros semejantes a los más deteriorados de los países subdesarrollados.
La repitencia, los esfuerzos para que el alumno pase de grado aunque no esté promovido en su educación es también parte del deterioro de la calidad educativa.
Es preciso también hacer una referencia especial a los docentes y al deterioro de las condiciones del ejercicio profesional. Los salarios de los docentes fueron parte de las “variable de ajuste” para que la especulación financiera no alterara su leonino apetito, y ello significó a su vez el deterioro de su propia tarea educativa.
Una sociedad donde sus escuelas muchas veces no pueden mantenerse en pie, con maestros que deben asumir roles de trabajadores sociales, un gobierno que no promueve el debate por la educación con la comunidad, jamás podrá aspirar a un futuro mejor. Tal vez –sólo tal vez.- este año las clases finalicen con cierta normalidad (se sabrá dentro de unos días si habrá nuevos paros), pero que nadie se confunda: la educación con calidad y dignidad todavía está muy lejos de ser parte de la vida cotidiana de los entrerrianos.
Esta situación no es nueva, sino que se viene produciendo desde hace varias décadas. Es más, casi ningún distrito alcanzó el presupuesto mínimos de días que la ley aconseja para cada ciclo lectivo.
Es cierto que en los últimos años se ha avanzado mucho en materia de inclusión educativa, principalmente por dos grandes esfuerzos: se ha cumplido (aún antes de lo previsto) con la financiación educativa prevista por la ley, y la Asignación Universal por Hijos ha sido una poderosa herramienta para que los niños y jóvenes retornen a las aulas.
Se ha avanzado en inclusión… pero eso no habilita en absoluto para creer que se han alcanzado parámetros mínimos de calidad educativa.
Los gremios docentes se han sentado con el Gobierno para discutir la paritaria. Reclaman, con muy justa razón y asistidos por los datos de la realidad, que necesitan un salario digno porque la inflación les ha devorado cualquier conquista lograda a principio de año. Pero de la misma forma que se defiende ese derecho, sería oportuno que alguna vez los gremios y los gobiernos se sienten en una mesa para hablar también de una educación digna para los alumnos. Ese diálogo falta.
El otro aspecto que también describe el deterioro de la calidad educativa es que en esta materia no se pueden hacer generalizaciones, dado que en el país, en la provincia e incluso en la ciudad coexisten espacios educativos públicos y privados comparables con los mejores del mundo desarrollado, con otros semejantes a los más deteriorados de los países subdesarrollados.
La repitencia, los esfuerzos para que el alumno pase de grado aunque no esté promovido en su educación es también parte del deterioro de la calidad educativa.
Es preciso también hacer una referencia especial a los docentes y al deterioro de las condiciones del ejercicio profesional. Los salarios de los docentes fueron parte de las “variable de ajuste” para que la especulación financiera no alterara su leonino apetito, y ello significó a su vez el deterioro de su propia tarea educativa.
Una sociedad donde sus escuelas muchas veces no pueden mantenerse en pie, con maestros que deben asumir roles de trabajadores sociales, un gobierno que no promueve el debate por la educación con la comunidad, jamás podrá aspirar a un futuro mejor. Tal vez –sólo tal vez.- este año las clases finalicen con cierta normalidad (se sabrá dentro de unos días si habrá nuevos paros), pero que nadie se confunda: la educación con calidad y dignidad todavía está muy lejos de ser parte de la vida cotidiana de los entrerrianos.
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